(en español y en portugues)

LULA, EL HOMBRE-DIOS

     Sólo faltaba esta: mientras el fuego se aproxima al Palacio del Planalto, el presidente Lula viste el manto divino. Ningun brasilero pude ser más ético que él, vive repitiendo. En el ABC paulista (barrio populoso de San Pablo), abraza a las masas y usa el, ya desgastado, discurso contra las elites.  Usa al Sr. Francisco que meses atras devolvió una maleta que encontró con 10 mil dolares en un aeropuerto como ícone de la moral, posiblemente deseando hacer contrapunto con el descubrimiento de las otras valijas (encontraron en poder de un parlamentario siete valijas llenas de dinero) que representan la vitrina de la mayor corrupción de la historia brasilera justo en pleno gobierno del PT. 

     En el sur se muestra indignado contra tanto escándalo y pide que se de a conocer todo, duela a quien duela. Todo muy lindo. Pero la pregunta-llave continúa sin respuesta: Lula sabía o no sabia del "salariazo" (mensalao) para comprar diputados para que voten a favor del gobierno ?? Lula no respondió. Ciertos gobernantes se ejercitan en el arte de la autocontemplación. Como si fuesen condenados por Narciso a apasionarse por la imagen que diseñaron para las multitudes y a encantarse con las propias palabras. La psicologia muestra también que, en momentos de peligro, algunos de ellos tienen la propensión de transformarse en semidioses, colocandose encima de los mortales. 

     Janio Quadros (ex presidente brasilero) blefó al entregar la carta de renuncia, pues esperaba que las masas corriesen a su encuentro. En el auge de la crisis que culminó con la salida del poder de Collor de Melo se lo veía como un San Jorge blandiendo la espada, a la espera de los descamisados para defenderlo. Nixon, cercado por una cortina de hierro, se sentía todopoderoso, jamas se imaginaría caer en la tela de arañas del escándalo Watergate. La renuncia era impronunciable. Trancado en el Kremlin, Stalin se juzgaba "infalible". "Qué será del país sin mí", decía mientras moría alucinado. El grotesto Idi Amin, de Uganda, pecho lleno de medallas, decia al pueblo que en sus sueños conversaba con Dios. Le preguntaron: "el señor sueña con frecuencia?" Y él: "sólo cuando es necesario". 

     Lula debe estar soñando con el poder divino. Sólo aquel que se cree infalible puede querer aparecer como el único detentor de la verdad, de la ética, de la moral y de los buenos ejemplos. Hasta se admite que el presidente tiene carisma para gastar. Continua siendo el símbolo más fuerte de la dinámica social en Brasil de todos los tiempos. Pero tal condición no le da derecho de abusar del don de buen "versero" para mistificar las masas, expresando aquello que ellas quieren oir, revolviendo en las angustias de su cotidiano, empujando del cordon de la simpatía que sale facilmente del corazón cuando hay una identificación de propósitos entre el orador y la platea. La mistificación ocurre cuando el presidente se hace el opositor, el acusador, el vehemente crítico de las elites y de las costumbres políticas. Precisaba alguien gritar despues de la perorata presidencial: "El señor es el comandante de una elite política y las prácticas de corrupción explotan en su gobierno. Por lo tanto no venga ahora con esa charla de salvador de la Patria". 

     El país está andando por una agenda negativa. Y la responsabilidad no puede ser atribuída sólo al Congreso Nacional. La crisis se extiende por los cuerpos parlamentarios, pero fue engendrada en los subterráneos del Poder Ejecutivo. Por otro lado es comprensible el esfuerzo por blindar al presidente para que su gobierno pueda llegar al final y garantizar la "estabilidad" de la economía, condición indispensable de los inversionistas. Que las propuestas en curso no escondan la verdadera intención, como la tesis que se comenta, de limitar el número de castigados por la justicia a un pequeño número como forma de evitar posiciones extremas y caóticas y tambien de alejar al presidente de la hoguera. Si las pruebas incriminan al ex-ministro y mano derecha de Lula, José Dirceu, por ejemplo, que ya fue acusado de saber de los "préstamos" al PT por Renilda de Souza, mujer de Marcos Valerio, la situación ensucia para arriba y para abajo. O acaso Dirceu no vivía diciendo que no hacia nada sin el conocimiento de Lula ? Como puede el presidente de la República desconocer una arquitectura diseñana a su alrededor, con tanto arreglos y puntos de contacto y, más que eso, reuniendo a la "crema de la crema" del PT ? 

     La liturgia presidencial, dichas en discursos públicos, recurre a los valores de la ética y de la moral y a la lucha contra la corrupción. Hace parte de la estratégia de Lula de parecer un ente divino. Nietsche dijo: "La apoteosis de la aventura humana es la glorificación del hombre-dios". Apoteosis esa a la que Lula recurre en la inminencia de la tragedia.

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LULA, O HOMEM-DEUS

Só faltava esta: enquanto o fogo se aproxima do Palácio do Planalto, o presidente Lula veste um manto divino. Nenhum brasileiro pode ser mais ético que ele, vive repetindo. No ABC paulista, abraça as massas e recorre ao surrado discurso contra as elites. Usa o Francisco que devolveu uma mala encontrada com US$ 10 mil num aeroporto como ícone da moral, possivelmente desejando fazer contraponto à maior vitrine de malas da corrupção da história brasileira, exibida em pleno governo petista. 

     No Sul, mostra-se indignado contra a bandalheira e pede apuração, doa a quem doer. Tudo muito bonito. Mas a pergunta-chave continua sem resposta: Lula sabia ou não sabia do mensalão para juntar deputados à base governista? Ele não respondeu. Certos governantes se exercitam na arte de autocontemplação. Como se fossem condenados por Narciso a se apaixonar pela imagem que desenharam para as multidões e a se encantar com as próprias palavras. A psicologia mostra também que, em momentos de perigo, alguns deles têm propensão a se transformar em semideus, colocando-se acima dos mortais. 

     Jânio Quadros blefou ao entregar a carta de renúncia, pois esperava que as massas corressem ao seu encontro. No auge da crise que culminou com o impeachment, Collor de Melo se via como um São Jorge brandindo a espada, à espera dos descamisados para defendê-lo. Nixon, cercado por uma cortina de ferro, sentia-se todo-poderoso, jamais imaginando cair nas malhas do escândalo de Watergate. A renúncia era coisa impronunciável. Trancado no Kremlin, Stalin julgava-se onisciente e infalível: "O que há de ser do país sem mim?" Morreu alucinado. O grotesco Idi Amin, de Uganda, peito cheio de medalhas, dizia ao povo que em sonhos conversava com Deus. Perguntaram-lhe: "O senhor sonha com freqüência?" E ele: "Só quando necessário".

     Lula deve estar sonhando com o poder divino. Só mesmo quem se acha onisciente pode querer aparecer como o único detentor da verdade, da ética, da moral e dos bons exemplos. Até se admite que o presidente tem carisma para gastar. Continua a ser o símbolo mais forte da dinâmica social no Brasil em todos os tempos. Mas tal condição não lhe dá direito de abusar do dom de bom palanqueiro para mistificar as massas, expressando aquilo que elas querem ouvir, mexendo nas angústias de seu cotidiano, puxando o cordão de simpatia que sai facilmente do coração quando há uma identificação de propósitos entre o orador e a platéia. A mistificação ocorre quando o presidente se faz de opositor, de acusador, de veemente crítico das elites e dos costumes políticos. Precisava alguém gritar, logo após a peroração: "O senhor é o comandante de uma elite política e as práticas de corrupção explodem no seu governo. Portanto, não venha com essa conversa de salvador da Pátria".

     O país está trilhando uma agenda negativa. E a responsabilidade não pode ser atribuída ao Congresso Nacional. A crise espalha-se por corpos parlamentares, mas teria sido engendrada nos subterrâneos do Poder Executivo.  Por outro lado, é compreensível o esforço para blindar o presidente, a fim de que seu governo possa chegar ao final e garantir a estabilidade da economia, condição para a confiança dos investidores. Que as propostas em curso, porém, não escondam intenções escusas, como a tese, que corre, de limitar as cassações a um pequeno número como forma de evitar posições extremadas e caóticas e também de afastar o presidente da fogueira. Se as provas incriminarem o ex-ministro José Dirceu, por exemplo, que já foi acusado de saber dos empréstimos ao PT por Renilda de Souza, mulher de Marcos Valério, a situação resvala para cima e para baixo. Dirceu não vivia dizendo que não fazia nada sem o conhecimento de Lula? Como pode o presidente da República desconhecer uma arquitetura desenhada a seu redor, com tantos arranjos e pontos de contato e, mais que isso, reunindo a nata do PT? 

     A liturgia presidencial – falas em palanque, recorrência aos valores da ética e da moral, luta contra a corrupção – faz parte da estratégia de Lula de parecer um ente divino. Nietzsche disse: "A apoteose da aventura humana é a glorificação do homem-deus". Apoteose a que Lula recorre na iminência da tragédia.