Reflexiones a propósito de cierta generalización sobre la naturaleza de las luchas independentistas en las Colonias Imperiales.

ARGENTINOS

por  Lautaro Donato  -  lautarodonato@hotmail.com



Argentinos se llamaban a si mismos los criollos descendientes de españoles y nacidos en el, por la gracia de Dios y la voluntad de estos mismos argentinos, definitivamente extinto Virreinato del Río de la Plata.

Estos argentinos ya se diferenciaban de los españoles colonialistas, entre otras maneras, teniendo su propio cuerpo de ejercito, que no era otro que el celebre Regimiento de Patricios, cuyo Jefe era el Coronel don Cornelio de Saavedra. Fueron estos argentinos los que defendieron la Patria en 1806 y 1807 y derrotaron y expulsaron definitivamente al invasor ingles. No había masones en sus filas, y ni siquiera logias masónicas en nuestro país.

La inmediata revolución e independencia argentinas fue una consecuencia lógica, legítima y necesaria, obediente al grado de madurez alcanzado por una nueva nación, la Argentina.

Nación nueva y, a la vez, profundamente tradicional. José de San Martín, Manuel Belgrano, Cornelio Saavedra y Martín Miguel de Guemes, por citar a los más eminentes exponentes de la revolución y lucha por la independencia, eran fervientes, devotos y ejemplares católicos. Como dato demostrativo, recordemos que tanto las tropas de Belgrano como de San Martín portaban escapularios de la Virgen Maria. La cantidad de frailes que hacen la Revolución es muy significativa de la verdadera inspiración del movimiento patriótico.

Son estos argentinos, religiosos y militares, quienes vencieron y expulsaron sucesivamente a dos Imperios, el Ingles y el Español. El primero, hereje y propagador de la herejía. El segundo, Español, había expulsado a la Compañía de Jesús de sus territorios y confiscado sus bienes.

Todos y cada uno de los fracasos y contradicciones de la revolución del año X, son producto de la influencia del partido español en el primer gobierno patrio y también en los sucesivos.

En la Primera Junta, dicho partido logro colocar al jacobino y robespierrano Mariano Moreno. Ciertamente la mayor de las calamidades de las cuales es directamente responsable este falso prócer consiste en la perdida de Alto Perú, actual Bolivia, para la causa independentista, como efecto del proceder sanguinario y sacrílego de sus esbirros a quienes este intrigante desalmado había conseguido poner al frente de la expedición.

Los criollos de Alto Perú no dudaron en aliarse con los colonos españoles para salvaguardar su honra y su religión, la cual no era abiertamente atacada por el Imperio.

Fue tal el odio y resentimiento que los habitantes de Alto Perú concibieron contra los “porteños”, que ni siquiera San Martín pudo entrar a Alto Perú, habiendo liberado Chile y Perú. La historia registra que los realistas españoles fueron derrotados por Simón Bolívar, de ahí el nombre de Bolivia.

Importa y es significativo destacar, el hecho de que, en la naciente Argentina, la afinidad con Inglaterra y la preponderancia de intereses económico-financieros coincidentes con los de dicha potencia, provienen siempre de personajes promovidos a cargos de decisión por el partido español, personajes como el citado Moreno y como Bernardino Rivadavia, el iniciador de la deuda externa. También digno de destacar es la realidad de que cuando la inocencia de los criollos era superada por la evidencia de los desmanes y traiciones llevados a cabo por esta raza de víboras, mas adelante bautizada “folclóricamente” como los “magogos”, los mismos criollos sabían desembarazarse sin miramientos de tales individuos.

Para concluir, de todo lo expuesto se deduce que, en rigor de verdad, el germen antitradicional, materialista y antipatriótico que crecería y se desarrollaría hasta las actuales proporciones, se incubaba no en la naciente nación argentina, sino en el moribundo partido español, partido este cuyos miembros y sus familias gozaron de la tolerancia y la fraternidad de los argentinos que les permitieron vivir en igualdad y libertad.