Chávez, a la cabeza
Por un gramscismo bolivariano

Por: José Luis Ontiveros

Uno de los principales problemas iberoamericanos y nacionales es que en lugar de destacar la preeminencia del derecho de los pueblos sobre los abstractos derechos humanos, los valores que serían los políticamente correctos son una espuria derivación mimética de los declinantes paradigmas occidentafílicos, de tal manera que como ha planteado el conductor Hugo Chávez se hace necesario conformar una nueva axiología diferencialista que responda a los intereses vitales latinoamericanos y que sea capaz de rechazar el imaginario neocolonialista, que se nos ha impuesto como las nociones de: libertad, democracia y mercado.

El dominio de la esfera cultural es determinante para que una comunidad orgánica pueda marcar su propias raíces identitarias, o bien, que éstas sean suplidas por el discurso del enemigo, que sólo conducen a un tipo de neomaterialismo y consumismo unidimensional, lo que es un entreguismo al dominio de un nihilismo pasivo y anestesiante, que desarma ideológicamente a la juventud.

Rafael Sánchez Mazas, el escritor falangista, dice que la diferencia fundamental entre el fascismo y el liberalismo es que el fascismo se preocupa por el ser y el liberalismo por el tener. La comunidad iberoamericana, paradójicamente, ni tiene ni es, ni es dueña del capital ni de las tecnologías de punta, y carece cada vez más de un propio sentido de misión histórica.

Ello es patente en los planteamientos que hace la partidocracia a nuestros pueblos, que no se refiere al destino, el honor y el sacrificio, sino a la economía, la seguridad y el impresentable estado de derecho. Se ha extirpado del discurso político el valor de concepciones como la fascista o la comunista, y se ha pasado al ofrecimiento del hedonismo, de la vida confortable y de la muerte del alma.

El movimiento G.R.E.C.E., quien tiene entre sus máximos exponentes a Alain de Benoist, ha propuesto un gramscismo de droite, distinguiéndolo de una derecha tradicionalista y legitimista, de una derecha liberal y orleanista, y de una derecha plebiscitaria y bonapartista. En Iberoamérica no es necesario apelar al término de derecha, sino estar por encima de la izquierda y de la derecha, lo que rechaza un centrismo amorfo. La vía de nuestra regeneración es retornar a los símbolos que nos dieron identidad: al bolivarismo, comprendiendo con éste una impostergable revolución cultural que combata el neocolonialismo de la americanósfera-sionista.