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JOAQUIN BOCHACA

 DEMOCRACIA SHOW
2ª edición, 21x15 cms., 195 págs. Cubierta a todo color, con solapas y Plastificada brillo.

Prólogo de Ramón Bau. PVP: 20 Euros

Este no es un libro contra nadie. Hemos querido compilar, seleccionándolos dentro de lo posible, una antología de los dislates, estupideces, torpezas, errores, tonterías y meteduras de pata de hombres prominentes en el curso de la historia de este torturado Planeta. Naturalmente, y por razones de proximidad en el tiempo, nos hemos detenido con mayor asiduidad en las curiosidades y simplezas, los contrasentidos y aberraciones modernas, y aún contemporáneas. A ello nos ha movido, no sólo la aludida razón de proximidad, sino también la de ejemplaridad. Y, en menor grado, la de facilidad, pues, conforme avanzan -o progresan, como gustan presumir- los hombres por el siglo de las luces, más cegados parecen y más trompicones se dan.

TÍTULOS DE JOAQUIN BOCHACA DISPONIBLES:
1.     Democacia show
2.     La manipulación de la mente.
3.     El descrédito de la realidad ó la dimensión =esconocida.
4.     El enigma capitalista.
5.     La finanza y el poder.
6.     Los crímenes de los “buenos”.
7.     La historia de los vencidos ó El suicidio de Occidente.
8.     El mito de los seis millones
9.     Hitler y sus filósofos
10.  Los protocolos de Sión comentados (atribuídos) (importación)
11.  Diccionario de los malditos (de próxima aparición).
12.  La nueva inquisición (de próxima aparición).
13.  La vivisección crímen inútil (de próxima aparición).
14.  El Gran Mufti de Jerusalén (de próxima aparición).
15.  La isla de la esperanza
16.  El mito del judaísmo de Cristo
 
 

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PRÓLOGO DEL AUTOR:

Hay una Historia oficial, que se escribe para los muchachos de las escuelas y, eventualmente, para el consumo del gran público, y hay, por supuesto, una Historia real, que no se escribe en libros de gran tirada, que incluso, a veces, no se escribe y que, en todo caso, hay que leer entre líneas o deducir del encadenamiento de los hechos, tal como se van produciendo, e independientemente de la "música" que los mass media ponen a tales hechos.

La explicación fundamental del insólito fenómeno de credulidad puede, tal vez, hallarse en la influencia de los aludidos mass media y en el lavado de cerebro a que someten al individuo disuelto en la masa. Pero esta explicación, aunque básica, no es suficiente. Debe ser complementada con otra. Debe ser complementada, sencillamente, con la pereza mental, consubstancial con la mayoría de los seres humanos. Los hombres, en su gran mayoría, sólo se interesan realmente, prácticamente, en lo que les atañe directamente y de forma inmediata.

Le gusta creer en las "verdades" oficiales; en las versiones estereotipadas, en la Historia de los textos.  Es más cómodo.  Así se va llevando a cabo la auténtica Historia, la Historia real, que, por una simple cuestión de lógica elemental, no puede ser, ni siquiera parecerse remotamente, a la historia oficial.  Si se admite, -y así es en la vida práctica de cada día- que en asuntos privados de ámbito e importancia forzosamente limitados las cosas reales no son ni lo que parecen ni lo que se dice, a efectos oficiales, a lo que se proclama pro-forma, es de una lógica abrumadora que en asuntos de ámbito infinitamente mayor, y de intensidad agónica cual son los que abarca la gran Política, que es, por su misma esencia, total, la disparidad, la dicotomía entre realidad y oficialidad debe ser comparativamente, mucho mayor.  Forzosamente debe ser así. Si todos están de acuerdo en que los hombres trapisondean en sus asuntillos privados, triviales en su fondo y en su forma, a fortiori deben estarlo en que en asuntos de gravedad infinitamente mayor  ámbito total trapisondearán -para expresarnos en esa forma llana y banal- infinitamente más.  Pero, ya lo hemos dicho, pensar en eso le da pereza al hombre-masa. Y prefiere aceptar, sin ulterior análisis, la versión oficial, homologada, de los hechos.

Los amigos lectores que me han hecho el honor de leer todos o alguno de mis libros precedentes, saben que propugno la tesis de que hay poderes fácticos por encima de los oficiales; que existe una verdadera conspiración histórica, secular y universal y que, como decimos más  arriba, existe una realidad histórica que se contrapone a la verdad oficial.

Esto es así, y siempre ha sido así  y siempre será así, y nos tememos que no puede ser de otra manera. Hay trasfondos históricos que solo se saben décadas después de haberse producido los hechos, y los hay que solo se intuye como debieron ocurrir. Para los demás, ni siquiera esto. No obstante con documentación, voluntad y sentido común, y, sobre todo, con independencia de criterio, con esa famosa libertad de pensamiento de que tanto blasonan los apodados liberales y que tan poco ponen en práctica, se puede -se debe- discernir la Intra-Historia.  Incluso, y especialmente, la contemporánea.

Ahora bien, esa Intra-Historia, o el hilo rojo de esa conspiración, como la llamaba Henry Ford, tiene un trazado perfecto el cual, no obstante, muy a menudo se encalla, por las imperfecciones de los hombres encargados de ponerlo en práctica.  Es el inconveniente mayor que tienen los testaferros, los hombres de pala, por muy pomposos que sean sus títulos oficiales y su posición. Son listos, son ambiciosos, no tienen escrúpulos, pero, por regla general, les falta inteligencia. Además, muy a menudo, no son siquiera listos. 

Son medianías, mediocridades intelectuales extraídas con fórceps del anonimato, para llevar a cabo una determinada misión.  Si a ello añadimos la innata tendencia humana al error, a la torpeza, comprenderemos los achaques, interrupciones y desvíos padecidos por el plan, que es magistral y que, al no oponérsele prácticamente fuerza alguna, por ser desconocido por los más e interesadamente solapado por los influyentes colocados en las fachadas del mando oficial, debiera ser irresistible.