EL CICLON DEL TLC (Tratado de Libre Comercio)

¿ TLC oportunidad o amenaza?. Para poder contestarnos lo anterior debemos analizar a nuestra futura competencia. El mercado Norteamericano, uno de los mercados más grandes en todo el mundo, con tecnología que le permite producir con calidad y bajo precio, es un mercado al cual para poder competir en iguales condiciones se necesitaría capacitar a la micro y pequeña empresa, incentivar la inversión de mejores tecnologías y métodos productivos.

Esto no se ha de lograr en un corto plazo, y menos aun cuando el gobierno del Bachiller Saca (presidente del El Salvador) se dedica exclusivamente a lanzar propaganda demagoga, en el cual se vende la idea de un El Salvador exportando pupusas a escalas industriales. Un gobierno con capacidad y una visión más realista se daría a la tarea de sondear que necesidades u oportunidades pueden aprovecharse en el extranjero. El nuestro nos incentiva a ser el máximo exportador de pupusas. 

En la otra cara de la moneda se en encuentra El Salvador, con una realidad muy distinta al maquillaje de la propaganda. No poseemos una institución que regule y exija las condiciones sanitarias y de higiene en la producción de alimentos. No existe una normativa que garantice un ambiente de seguridad laboral para el obrero. Nuestra ley del medio ambiente es un requisito de debería cumplirse para estar adscritos a tratados internacionales, pero que en la práctica no se aplica.

De acuerdo con lo establecido en el TLC, no podemos exigirle a los productos o empresas extranjeras algo que no se les exija a las locales, por lo tanto quien garantiza la no contaminación de nuestro país, que los productos a consumir no son dañinos a la salud o que nuestros obreros no estarán expuestos a accidentes laborales. Es dificil contestar a estas interrogantes ya que nuestro marco legal está lleno de vacíos.

La amenaza ya es una realidad y está a las puertas de nuestras fronteras. ¿Qué será de este país El Salvador, si la mayoría de nuestras empresas quiebran? Pues nos convertiremos en un país consumista, en el cual no se es dueño de los medios de producción. En otras palabras no seremos capaces de producir los que necesitamos consumir. Por ende no podremos fijar precios y estos dificilmente se mantendrán si no hay una sana competencia, o se prestaran a la manipulación del mercado internacional, como pasa con el petroleo. Otro ejemplo palpable de este juego de precios lo podemos ver en las estatales que se privatizaron. ¿ Bajaron los precios a partir de la competencia ahora existente? La respuesta es obvi y este es el gran legado de una política liberal. El TLC no es más que un liberalismo económico con distinto apellido.

Fernando Enrique Menendez Graniello