EL DESNUDO EN EL ARTE REVOLUCIONARIO

"Amor no es mirarse el uno al otro, sino mirar los dos en la misma dirección." 

Antoine de SAINT-EXUPÉRY - Escritor y aviador francés

Puede parecer una contradicción para la gente que solo ve lo superficial, pero no hay nada más revolucionario hoy en día en el arte sobre la figura humana que volver al desnudo. Sí, en esta época de pornografía, degeneración y sexismo materialista, nada es más rebelde que volver al desnudo artístico, al desnudo eterno que ha inspirado a los mejores artistas de la humanidad.

Y es que nada hay más contrario al actual ‘arte porno’ que el bello desnudo del cuerpo humano, la pasión por la belleza y por la expresión humana.

Mientras una digna representante del arte actual, democrático y putrefacto, alabado, eso si, por toda la crítica progresista, es una tal Chris Ofilli que pinta una virgen (pésimamente pintada además) con excremento de elefante. Mientras otro sujeto similar, Wim Delvoye, hace tatuajes en cerdos y más allá se presenta una máquina en la que se le mete comida y saca excrementos envasados al vacío….todo ello en una exposición sobre la que un idiota crítico-periodista se dedica a promocionarla hablando de Freud, que si los niños no les repugna la caca sino que es una donación amorosa.... en fin, la locura... y termina ‘lo valioso es ahora una mierda’, suponemos que incluyendo al propio crítico como mierda al cuadrado. Mientras vemos a un Picasso pintando dibujos pornográficos totalmente, del más puro estilo porno-duro, mientras tanto desnudo sexista y prono gráfico inunda el Mercado, ya nadie en el no-arte actual sabe expresar la belleza y la calidad del desnudo humano.

El desnudo artístico es tan antiguo como el propio arte humano, que se inicia realmente en Grecia, al menos en cuanto a tomar conciencia de su propio ser. La mitología griega ha sido en toda la historia inspiración primera del desnudo y el cuerpo humano en su belleza, pero hasta el Renacimiento no se añadió a la belleza del cuerpo la representación de la belleza del alma, el carácter, la persona.

Nunca fue el Arte de verdad mojigato ni reacio al desnudo integral, a la expresión del amor y del cuerpo, pese a las censuras de los siempre avinagrados cubre-estatuas, que son como el otro lado del espejo de los actuales porno-cacas.

Francisco I de Francia, tras liberarse de su encierro en España, causado por la batalla de Pavia, vuelve a Francia y se retira a su castillo de Fontainebleau con una buena cantidad de artistas italianos exilados (pues España había conquistado Italia a los franceses).

Amante de la belleza reúne unas pinturas bellísimas de mujeres desnudas, entre ellas el único óleo de Miguel Ángel (sobre el mito de Leda), cuadro que reyes posteriores hicieron quemar por obsceno.

Y esa destrucción es de la misma especie de anti arte que la destrucción actual de la belleza y el sentimiento elevado por parte de las prostituidas porno basuras, esos cuadros de bajezas innombrables que denigran el arte y la persona humana a nivel de bestias apareándose… muchas veces por dinero, para colmo.

En los muchos cuadros preciosos sobre el mito de Leda, poseida por Zeus en forma de Cisne, no se oculta el deseo ni el sexo, pero queda todo bajo la noble mirada de lo bello y lo elevado, sin que lo porno o la bajeza aparezcan en modo alguno.

En la Grecia eterna, el culto a Dionisio era un secreto que no se escribía, ... pero en una casa de Pompeya hay una descripción pictórica magnífica de estos ritos. La danza con el grito EVOÉ aparece en las grandes pinturas murales de La Villa de los Misterios, donde se ve el ritual y el Sacrificio de ofrendas al dios Dionisio, los Sátiros y Bacantes bailando, el desnudo e incluso la Flagelación ritual de una joven por un demonio alado… todo ello absolutamente alejado de la porqueriza actual y a la vez de la pudibundez necia de una censura como la franquista.

Todo el Renacimiento es una explosión de la Belleza Griega del desnudo, unida al retrato del carácter, complementando así el concepto de mera belleza física del griego, donde la pura belleza no necesitaba carácter pues para ellos el carácter estaba en la belleza.

En la Galería Farnesio de Roma, repleta de pinturas mitológicas, es donde podemos ver el gran fresco del ‘Triunfo de Baco y Ariadna’: Baco o Dionisio (que es su nombre en la mitología griega) se casa con Ariadna y él la regala una corona de Oro que será luego el origen de la Constelación de Ariadna. Erotismo pero con una belleza de pensamiento, de mito, de hermosa mitología que lo hace flotar encima de todo ‘instinto’ meramente sexual.

O podemos recordar a Hans Baldung Grien, un discípulo de Duhrer, que tiene unas magníficas Evas desnudas. Ya Duhrer en 1504 y 1507 había dibujado y pintado un Adan y una Eva geniales. Eva y Adan, el genérico de mujer y hombre, desnudos y bellos, fuertes y sensibles en esas pinturas que no son reflejo bíblico sino alabanza a su cuerpo y a la propia humanidad.

Nada de ello escandalizaba a Papas y Cardenales, que apreciaban su belleza y la fuerza de los rostros de cada desnudo, sin ver en ello solo, ni principalmente, sexo, sino belleza, carácter y un cierto erotismo, ni explícito ni descarado y menos pornográfico o rebajado.

Luego llega el romanticismo, que es un descubrimiento del sentimiento y con ello un cierto alejamiento de las tesis griegas de belleza. Allí hay ya más interés en lograr transmitir lo que se siente al ver la obra de arte que en el mero placer de la perfección o la admiración del Hombre/Mujer.

Por eso el desnudo no es lo más propio del romanticismo, aunque nunca deja de estar presente en muchos casos. El romántico no desea ver la perfección y el carácter sino sentir. Y el dolor es un gran sentimiento, conjuntamente con el amante.

Y es tras la etapa puramente romántica cuando estalla el Nuevo Arte, el ahora más prohibido de los Artes, que es una mezcla a partes iguales de lo renacentista y lo romántico, es el completo desarrollo del sentimiento junto a la fuerza del cuerpo y la belleza. Es Rodin, Brecker o Juan de Avalos. Desnudos perfectos pero a la vez fuertes, exagerados, mostrando su carácter en acción, en sentimiento activo de lucha, de meditación, de oración, de fuerza interior junto a la exterior.

Mientras los necios censores de Franco prohibían un desnudo en una escultura pública, en Alemania habían revistas, actos y propaganda del desnudo de los jóvenes sanos, fuertes, activos, corriendo por playas o mirando una hermosa puesta de Sol, desnudos de la Naturaleza humana que mostraban una raza sana y fuerte, pero a la vez una acción libre y elevada.

Y en Italia el arte fascista corría entre las mismas ideas del alemán y las propias ideas de la rebeldía del ‘Novecento’, de los Marinetti o D’Annunzio, que fueron mucho más sensuales, atrevidos, apoyando un arte del desnudo más erótico o al menos más insinuante al líbido. Así ambos eran grandes amigos de la pintora Tamara Lempicka, a la que Marinetti un dia la propuso ir a quemar algo ante el Louvre (símbolo del arte del pasado), pero les robaron el coche ese mismo día y no pudo ser….., Tamara que decía a sus modelos: ‘Tais-toi, et sois belle’, o sea, estate callada y sé simplemente hermosa… una búsqueda extrema de la belleza muy a lo futurista, y como tal alejado del sentido alemán.

Y sin embargo todo ello tan, tan sumamente lejos de lo pornográfico, de la venta del sexo, de lo sucio, del sexo-objeto, del mero basurero de aquellas obras de Picasso mostrando el acto sexual explícito, de las obras de pintores como Egon Schiele, que buscaban modelos jovencitos en los barrios obreros de Viena y fue detenido por pedofilia, de las locuras de Freud y la sordidez del sexo-caca del mundo moderno.

Hoy dice que se han eliminado las leyes que prohibían la obscenidad, acusándolas de ‘censura’ y ‘violación de la libertad de expresión’, pero en realidad lo que han eliminado es el desnudo bello, fuerte, del carácter, el cuerpo en acción, la belleza del Hombre/Mujer, para hundirlo todo en el fango del desnudo porno, el comercio a través del sexo, se ha abierto el mundo a lo feo y sucio.

Y es que parodiando la frase del inicio de Saint Exupery, no se trata de ‘mirar’ el sexo del otro, sino de que juntos, ambos sexos, vean en una misma dirección lo elevado, lo sensual, lo bello y lo bueno.

Ramón Bau (España)