EL FRANCOTIRADOR

     Un escurridizo francotirador iraki está minando la moral de los estadounidenses en Bagdad. Nunca han visto a Juba. Lo oyen, pero entonces ya es demasiado tarde: suena un disparo y otro soldado estadounidense cae derribado, muerto o herido. Nunca se produce un segundo disparo, nunca tienen los soldados estadounidenses la oportunidad de identificar el origen del tiro y cazar al cazador. El francotirador dispara una sóla vez y luego se esfuma.

     Juba es el apodo que los soldados estadounidenses han dado a un francotirador insurgente que opera al sur de Bagdad. Ignoran su aspecto, su nacionalidad y su verdadero nombre, pero conocen y temen su pericia.  "Es bueno”, dice el especialista Travis Burress, de 22 años, francotirador en el batallón 1-64 estacionado en Camp Rustamiyah. “Cada vez que desmontamos estoy seguro de que todo el mundo piensa en él. Es una seria amenaza para todos nosotros”. 

     Ataques con armas sorprenden ocasionalmente a las patrullas montadas y a pie que organiza el batallón, pero el chasquido solitario de lo que parece ser un rifle Tobuk inspira especial pavor. Desde febrero se atribuye a Juba la muerte de al menos dos miembros del batallón y las heridas causadas a otros seis más. Algunos le atribuyen también la muerte de otra docena de soldados.

     En una guerra marcada por bombas sectarias y bajas civiles, Juba es excepcional dado que solamente apunta a soldados de la coalición, un blanco difícil que se mueve protegido por vehículos acorazados, blindaje corporal y cascos. Juba espera a que los soldados se apeen o se pongan de pie en la torreta de un Humvee y apunta a los intersticios de su blindaje corporal: la parte baja de la columna vertebral, las costillas, o encima del pecho. Ha llegado a matar desde una distancia de 200 metros. “Fue un disparo perfecto”, declara acerca de una de sus acciones el comandante del batallón teniente coronel Kevin Farrell. “Pulverizó la espina dorsal [de su objetivo]”. “Tenemos varias técnicas para inducirle a salir, pero está muy bien entrenado y es muy paciente. Nunca dispara dos veces”.

     Algunos miembros del batallón piden que se aposten francotiradores en los tejados que dominan las rutas de aprovisionamiento que constituyen el coto de caza de Juba para tratar de ponerlo entre las cuerdas. “Sería una misión bastante jodida porque el tipo es bueno”, afirma el especialista Burress. “Creo que hace falta un francotirador para poder cazar a otro, y lo más seguro es que tengamos que dar el callo todos para acabar con él.”  

     Los francotiradores estadounidenses trabajan en equipos de al menos dos personas, un tirador y un localizador; éste último debe poseer más experiencia puesto que tiene que utilizar complicadas fórmulas para calcular factores tales como fuerza del viento y coeficientes de resistencia.

     Algunos temen que Juba se esté convirtiendo en un héroe de la resistencia, aclamado por aquellos irakíes que distinguen entre “buenos” insurgentes, que atacan sólo a estadounidenses, y “malos” insurgentes que dañan a civiles. La radio de los insurgentes celebra un incidente que tuvo lugar el pasado mes de junio cuando los cuatro miembros de un equipo explorador de francotiradores estadounidenses fueron abatidos en Ramadi por sendos disparos en la cabeza.

     A diferencia de sus enemigos, los francotiradores estadounidenses en Bagdad raramente llegan a disparar. Normalmente se ocultan en las azoteas y utilizan equipos de imagen térmica y de visión nocturna para vigilar el terreno. Cuando detectan actividad sospechosa, llaman a la aviación o a patrullas de infantería. “Somos profesionales. Hay una línea que separa a un maníaco con un arma y a un francotirador”, dice Mike, de 31 años, cabo de un pelotón de francotiradores de reconocimiento que prefirió ocultar su apellido. Habló en el curso de una misión de 24 horas de duración en un tejado durante la cual su equipo comió comida basura y orinó en una botella. De día permanecen echados en el suelo inmóviles para evitar ser detectados. “No es una vida muy glamurosa que digamos”, explicó.

     No había rastro de Juba, quien acostumbra a trabajar más hacia el este, pero el equipo detectó destellos de mortero y transmitió las coordenadas a su base. Mike dice que él ha matado a 14 personas en Somalia, a tres en Afganistán y a una en Irak. “No es como piensas que va a ser, un subidón emocional. Te limitas a pensar en el viento, la distancia, y luego ya está”.

     Los disparos de francotiradores son solamente una de las amenazas que penden sobre un ejército estadounidense que ha sufrido graves bajas esta semana.  La mayoría de las bajas son provocadas por bombas colocadas junto a la carretera. El tamaño y diseño de las explosiones ha llevado a los investigadores a concluir que los insurgentes están aprendiendo métodos de fabricación de bombas de otras organizaciones terroristas (sic).

     El New York Times informó que las técnicas empleadas por Hezbollah en el Líbano se están haciendo cada vez más frecuentes en las bombas que están estallando junto a las carreteras en Irak. Un alto comandante estadounidense que prefiere permanecer en el anonimato citado por el mencionado diario afirmó que las bombas construidas con explosivos se parecían mucho a las que Hezbollah utilizaba contra Israel. “Pensamos que probablemente están yendo allá a aprender a fabricar bombas con capacidad de destruir vehículos blindados”, declaró.

     Mientras tanto, el buen Juba, continúa desde "Alá sabe dónde", haciendo un muy buen trabajo, aterrorizando a los invasores.