Revista Siempre!, México, domingo 21 de mayo de 2006

Evangelina Cardoso en Viena
El valor del trasero

Por: José Luis Ontiveros

El mundo pareciera tan confuso que es mejor dejarlo aparte, y no estoy parafraseando al emperador Marco Aurelio, ni al señorial “esclavo” Epicteto, sólo estoy recreando la imagen inolvidable de la argentina guapérrima, Evangelina Cardoso, quien en la reciente “cumbre” de Viena, como suele llamársele a estos encuentros infecundos, en que Fox leyó uno de sus tantos discursos mastuerzos, impuso la estética sobre la política con un par de poderosos y redondos argumentos, que resplandecían más en un bikini diminuto, que mostraba la magnificencia respingona de su popo como el genial Louis-Ferdinand Céline llama con propiedad estilística al trasero.

Evangelina Cardoso da confianza en la existencia de las mujeres, lo que en estos tiempos de la exaltación de los géneros y demás memeses muy de moda en el mercado, y entre las cada vez más abundantes mujeres sabias a lo Moliere, quienes generalmente son muy antipáticas o se visten como monjas laicas muy bichorras.

He pensado que la gracia rotunda y apodíctica de Evangelina Cardoso reside en la teoría del bife, en la superioridad que marca la carne suculenta de los asados argentinos frente a los frijoles y las tortillas, en este sentido, la patria de Martín Fierro, es una demostración incuestionable de que en Iberoamérica se ha logrado una eugenesia potable y apetecible.

El asunto es mucho más serio, frente a las mexicanitas patitas de pollo y la minoría insufrible de las que apenas alcanzan una imperfecta guapura, quienes se sienten el ombligo de Minerva y de Afrodita juntas, hay que reivindicar a Evangelina Cardoso como una muestra lograda de la eugenesia que exalta Platón.

Mas lo cierto es que la existencia sería mucho más llevadera, si encontráramos a nuestro paso a Evangelinas, aunque no hayan sido “reinas del carnaval de la ciudad de Gualeguaychú”, como es su ejemplar caso, mas en su lugar tenemos una pervivencia nefasta de las 27 castas que por decreto fueron abolidas por las veleidades independentistas, pese a que estén muy presentes en el Metro especímenes del saltapatrás y del no te entiendo, concentrados en la fealdad soberbia de las féminas.

De ahí que además de contar con Blondys que hablan castellano sin oxigenarse con un degenerado loock chichimeca lovekraftiano, que los argentinos tengan razón como señala Sarmiento para tener ufanía que se revela en la gomina impecable de Carlos Gardel, y el toque seductor de Evita, ya que ¡sólo la belleza nos hará libres!