EL FANTASMA DE SADDAM. ¿INOCENTE O CULPABLE?

por Walter Romero

 

 ¿Fue ahorcado algun presidente americano por las masacres de Hiroshima y Nagasaki?? ¿O por el millón de vietnamitas y coreanos asesinados en su propio país?? ¿O por las decenas y decenas de miles de muertos en Afganistan e Irak?? Claro que no.

El día del Aid-al-Adha, el día en que Alá perdonó la vida a Ismail, el día en que los dictadores musulmanes indultan a los condenados, los estadounidenses ejecutaron a Saddam. El día en que Dios sustituyó la víctima humana por un cordero, liberando así a los hombres del círculo interminable del sacrificio, EEUU restableció la maldición sacrificial.

A  la madrugada Saddam subió al cadalso, firme y sereno. Rechazó la capucha de reo y tranquilizó al verdugo. Su dignidad no demuestra ni su superior moralidad ni la justicia de su gobierno, pero rebaja a los ejecutores un peldaño por debajo de su propia abyección.

El expresidente iraquí no tuvo un juicio justo y murió, por tanto, tan inocente como el día en que nació. Su ejecución le exculpa de hecho de todos sus crímenes que a lo largo de este artículo voy a detallar. Un tribunal de excepción establecido por un ejército ocupante, sin las más mínimas garantías procesales y animado exclusivamente por la sed de venganza, es tan legítimo y justo como el que formasen diez mafiosos para acuchillar al miembro de una familia rival. Sin un juicio justo, no se ha probado que Saddam fuera culpable y, una vez muerto, ya nunca se podrá probar. El día del Cordero su inocencia resplandece como la de Ismail en el ara del sacrificio y quizás la firmeza y dignidad del reo, con el Corán bajo el brazo, se alimentase justamente de este recuerdo y de esta identificación, que otros muchos, en todo el mundo árabe y musulmán, establecerán espontáneamente.

La ejecución de Saddam, lo sabemos, no es ni mucho menos lo peor que ha hecho EEUU en Iraq, pero revela en un fogonazo la monstruosidad de la ocupación. Y a perjudicado a las víctimas del ex presidente, que ya no podrán juzgarlo de verdad.

Pero la pregunta clave es: ¿Saddam es un delincuente o es un héroe? Las dos cosas. Porque hay dos Saddam.

El primer Saddam: el Saddam delincuente

El Saddam que sirvió a los intereses de los Estados Unidos, como baluarte frente a la amenaza (para yanquis e israelíes) de los ayatolas y masacraba iraníes con las armas de destrucción masiva que le facilitaron tanto los propios yanquis como algunos gobiernos europeos. En la década de los 80 la revolución iraní iba a propagarse a todo el mundo árabe. Y dicho grito revolucionario marcaría el comienzo del fin del Estado terrorista y genocida de Israel. Con toda seguridad. La revolución encabezada por Khomeíni uniría a todos los musulmanes y a esa poderosa unión le seguiría la desaparición segura de Israel. Pero Saddam impidió -tal vez sin saberlo- la realización de tan heróica gesta. Aquí, Saddam no era un delincuente para los yanquis. Al contrario. Era muy útil. Por eso no fue ahorcado por ésto.

Tampoco fue ahorcado por haber arrasado a las poblaciones kurdas. Por ser el hombre que asesinó a cientos de miles de inocentes rociando armas químicas sobre sus enemigos. El Stalin del Tigris. Pero esto no era importante para los americanos.

Cuando el ex presidente español José María Aznar le entregó la Orden de Isabel la Católica, Saddam  no era un delincuente. Y menos que menos un delincuente como Bush padre, Bush hijo, Blair, Aznar, Berlusconi y demás capos de la mafia que controlan el mundo y que se arrogan el derecho de juzgar a sus propios matones cuando los jubilan pretendiendo, además, que el mundo asista a tan penoso espectáculo, ejecución incluida, como si se lo creyera, como si esa banda terrorista que fabrica guerras y mercados tuviera, para nadie que no sea un idiota, alguna autoridad moral.

Saddam no fue juzgado por ninguno de estos verdaderos crímenes: ayudar a EEUU y a Israel a parar la revolución iraní o masacrar al pueblo kurdo. Por todo esto, Saddam sería merecedor de la horca. Pero no. Lo ahorcaron por otro motivo. Ahí encontramos al otro Saddam.

El último Saddam: el Saddam héroe

Y ahora hablaremos del Saddam que será recordado como héroe porque defendió su país contra la mayor potencia del planeta. Por su lucha contra los genocidas israelíes. Por su apoyo incondicional al glorioso y combatiente pueblo palestino que lo considerará para siempre como uno de sus máximos héroes.

Por todo esto fue ahorcado Saddam. Por ser un libertador y un ejemplo a seguir por todos los que luchan contra el imperio y sus lacayos. Este Saddam ya no les era útil.

La hora de la horca

Los amos del mundo ya están diciendo que éste es un "gran día" para los iraquíes y que esperan que el mundo musulmán olvide que la sentencia de muerte fue firmada por el "gobierno iraquí", pero claramente por órdenes de los estadunidenses, el mismo día del Eid al Adha, la fiesta del sacrificio, en que se celebra el perdón en todo el mundo árabe.

Pero la historia registrará que los árabes y otros musulmanes, al igual que muchos en Occidente, se harán este fin de semana una pregunta que no aparecerá en diarios occidentales porque no pertenece al discurso que nos han impuesto nuestros presidentes y primeros ministros ¿Y qué pasará con los otros culpables?

Tony Blair no es Saddam. No arrojó gases a sus enemigos. George W. Bush no es Saddam. El no invadió Irán ni Kuwait. Sólo invadió Afganistán e Irak. Pero cientos de miles de civiles afganos e iraquíes están muertos y miles de tropas occidentales han muerto, porque los señores Bush, Blair, y los gobernantes de España, Italia y Australia, fueron a la guerra en 2003 envueltos en una bazofia de mentiras y mendacidad, lo cual, dadas las armas que usaron, resultó en una inmensa brutalidad.

Estos países agredieron brutalmente y asesinaron a inocentes.  Abu Ghraib parece que nunca existió. Y con todo, se supone que debemos olvidar estos crímenes terribles y aplaudir cuando se columpie el cadáver del dictador que occidente creó y financió.

¿Quién alentó a Saddam a invadir Irán en 1980, en lo que fue uno de los peores crímenes de guerra jamás cometidos, dado que esto fue lo que llevó a la muerte a cientos de miles de almas? ¿Quién le vendió los componentes para fabricar las armas químicas con las que empapó a Irán y a los kurdos? Fue Occidente. ¿Y dónde estan esos presidentes occidentales ahorcados?

No es de extrañar que los estadunidenses, quienes controlaron el peculiar juicio, prohibieron que se mencionara ésta, su peor atrocidad, durante el proceso. ¿Era posible que Saddam fuera entregado a los iraníes para que ellos lo juzgaran por sus masivos crímenes de guerra? Claro que no, porque eso expondría la culpabilidad de Occidente.

¿Y los asesinatos perpetrados en 2003 con  bombas de uranio empobrecido, bombas "destruye búnkers ",  fósforo,  sanguinarios sitios en torno de Fallujah y Najaf. Y luego, tras la invasión, el infernal desastre de anarquía  sobre la población iraquí después de la "victoria" y la "misión cumplida", ¿a quién se va a encontrar culpable por esto? ¿Algun presidente occidental será llevado a la horca por todo esto?? Claro que no.

Pero Saddam ya lo sabía. Él mismo proclamó su "martirio". Afirmó ante la horca que aún es presidente de Irak y que morirá por su país. Todos los hombres condenados enfrentan una disyuntiva: morir implorando clemencia o morir con la dignidad que puedan reunir en sus últimas horas de vida. Durante su última aparición ante la horca,  el rostro de Saddam mostró la forma que él había elegido para caminar hasta la horca. Como combatiente.

Saddam fue entregado a las autoridades iraquíes justo antes de morir, pero su ejecución será percibida ­correctamente­ como obra de Estados Unidos y el tiempo se encargará de darle a este hecho un último barniz duradero, pues nada evitará que quede la impresión de que Occidente destruyó a un líder árabe cuando éste se negó a seguir obedeciendo las órdenes de Washington y que, a pesar de todas sus atrocidades, falleció como un mártir a manos de los nuevos cruzados. De eso se encargarán algunos historiadores árabes que aprovecharán el hecho de que Saddam no haya sido juzgado por sus verdadero crímenes.

Los que hacemos Tsunami declaramos nuestro repudio a aquel primer Saddam al servicio del imperio. Pero declaramos nuestra admiración a éste último Saddam. Al Saddam que será recordado por todos los que luchan con la pluma o con las balas contra los verdaderos criminales y genocidas: EEUU e Israel. Y llamamos a apoyar una vez más la legítima resistencia, civil y armada, contra el invasor y sus fuerzas colaboracionistas en Afganistán, en Irak y en Palestina.

Presidente Saddam: que descanse en paz.