CLAROS OSCUROS DEL CONGRESO DE FILOSOFÍA DE SAN JUAN  

por Alberto Buela (*)

 

Se realizó en la provincia de San Juan en Argentina entre los días 9 al 12 de julio el II Congreso Internacional extraordinario de filosofía, como en forma rimbombante fue bautizado por las autoridades de la provincia andina.

Aquellos que estamos en el métier nos resistimos de entrada a participar porque veíamos en él la manipulación de dicho congreso por parte del gobernador de San Juan, quien lo pagó, para que sirviera de plataforma de lanzamiento del “proyecto político-filosófico de Cristina Kirchner. Pero nada de eso ocurrió.

Y así, ya desde el título anfibológico del Congreso: El proyecto humano y su futuro, como si pudiera existir un proyecto que no sea humano, hasta la última exposición que correspondió a “la Señora” quien improvisó un discurso cierre en donde no faltaron filosóficas afirmaciones como “a seguro lo llevaron preso” o “ahora los representantes se parecen más a los representados”, este Congreso mostró que fue una nueva oportunidad perdida para que Argentina mostrara el mundo, al menos el de la ideas, que cuenta con filósofos de fuste que no van a la zaga de nadie. Que pueden pensar con cabeza propia y sin imitar. Pero se privilegió, una vez más, lo mediocre, lo mostrenco, el espejo opaco que imita y encima imita mal como la tara de los intelectuales argentinos de la que hablara Perón.

Valoramos el esfuerzo que hicieron las autoridades de la Universidad de San Juan, pero hay que recordar aquel principio filosófico que dice: nadie puede dar lo que no tiene, y lo que no han tenido quienes lo organizaron han sido los contactos y los conocimientos para invitar a quienes correspondía invitar. Hicieron una cosa provinciana, regida por la impronta política de su ambicioso gobernador. Así concurrió un León Olivé, un cuatro de copas de la filosofía francesa actual y estuvieron ausentes, entre otros, un Pierre Aubenque, un Alain de Benoist o un Michel Maffesoli. Lo mismo sucedió con los italianos donde estuvieron ausente filósofos de la talla de Enrico Berti o el veneciano Massimo Cacciari. Ni que decir respecto de los españoles donde parece ser que las autoridades se equivocaron de nombre pues invitaron a Felix Duque que es un traductor del alemán en lugar de gran pensador sevillano Aquilino Duque. Por supuesto que el máximo filósofo ibérico, Eugenio Trías, estuvo también ausente. De Alemania concurrió otro cuatro de copas, O. Höffe, y no se tomaron ni siquiera el trabajo de buscar en la guía de filósofos teutones en donde hubieran encontrado los nombres de Gunther Maschke y de Peter Sloterdijk. Y de Inglaterra directamente nadie. Lo mismo ocurrió con los Estados Unidos donde enseña y vive desde hace años el escocés Aladair MacIntayre, la cabeza de fila del pensamiento comunitarista, a quien ni por asomo se lo invitó, porque ignoraron que es el filósofo vivo que está, en sus planteos, más cerca del pensamiento de Perón y su idea de Comunidad Organizada.

Vayamos ahora al mundo bolita, este nuestro de Iberoamérica, de Brasil no vino su principal filósofo actual Nilo Reis sino la profesora Cahuí, erudita en Spinoza, quien en la conferencia de cierre delante del gobernador y la segura futura presiente y otros gobernadores presentes al par que el ministro de salud realizó el acto de demagogia repugnante al afirmar, hablando de la tolerancia, que Spinoza fue un perseguido, excluido y marginado sin aclarar que lo fue por parte de los rabinos de la sinagoga de Amsterdan y no por la Iglesia católica como casi todos los presentes pensaron, incluida la mujer del presidente de la república.

De México no estuvieron filósofos de la talla de Luis Villoro, Mauricio Beuchot o Julián Meza, pero sí otro Juan de los Palotes. Y esto se repitió para todos nuestros países llamados machaconamente y erróneamente durante todo el Congreso: “latinoamericanos”. ¡Qué los parió hermano, estos no agarran más trote, y eso que es un Congreso de filosofía!.

Terminemos rápido con los “filósofos” argentinos, si es que hay alguno, que no queremos ganarnos más enemigos de los que ya tenemos , pues el resentimiento y la envidia de aquellos que creen tener la vocación de filósofos pero carecen de los talentos necesarios es en nuestro ámbito infinita.

No concurrió José Pablo Feinmann que es hoy por hoy la voz de la filosofía argentina, sea por su manifiesto kirchnerismo, por su leído curso dominguero de filosofía en el diario Página 12, sea por méritos propios, que los tiene.

No estuvieron presentes tampoco Máximo Chaparro, Blanca Parfait, Alberto Caturelli ni Roberto Walton, seguramente el más significativo fenomenólogo iberoamericano. De todos ellos sí se puede decir, y eso lo creo yo, que poseen los tres elementos indispensables de un verdadero filósofo: enjundia filosófica, potencia analítica y erudición critica. En su lugar estuvieron los mongos de siempre a quienes no se les escapa ni una idea ni ningún congreso, sobre todo si se realiza en lugares turísticos como fue el caso de San Juan.

De todas maneras es de destacar que participaron del Congreso dos o tres figuras valiosas de la filosofía como el mendocino Daniel von Matuschka, el venezolano Alvaro Márquez Fernández de Zulía, nuestro viejo maestro, ahora sordo, Ricardo Maliandi y algún otro que se me pueda escapar. Es de destacar el esfuerzo de Horacio González, nuestro Lezama Lima, que intentó salvar lo salvable y el breve discurso del ministro de salud Ginés González quien a partir de platónica dupla  “soma=sema” (cuerpo=cárcel) rescató como proyecto nacional médico que las diferencias sociales y de riqueza no van a ser tenidas en cuenta en cuanto al tratamiento de los cuerpos, pues serán tratados todos por igual.

 

Conclusiones

Este congreso nos ha dejado un gusto amargo en la boca porque se podría haber hecho mucho, pero mucho más y mejor sin mayores costos. Mas allá de las buenas intenciones de sus organizadores no dejó de ser una “organización provinciana” con todas la limitaciones que ello conlleva. La tentación de los políticos de “usar” a los filósofos fue demasiado evidente. El sesgado corte progresista que toma a la vanguardia como método, lo encorcetó dentro del denominado pensamiento único. El error de poner el discurso de una anciana de 91 años como Agnes Heller ambientado en la época de la Segunda Guerra mundial, como ponencia central del congreso. La insistencia en hablar y hablar de hacer “filosofía latinoamericana” que nunca pasó de ser un programa, en lugar de proponer que haya más y más iberoamericanos que hagan filosofía sin más, que el resto vendrá por añadidura. La incapacidad de plantear o el no darse cuenta  que existe en Argentina, Iberoamérica y el mundo una corriente filosófica postmoderna fuerte es ignorar, en definitiva, qué es lo que sucede en el mundo de la filosofía.

Estas son algunas de las proposiciones que podemos extraer de este frustrado y frustrante II Congreso Internacional Extraordinario de Filosofía y lancemos como propuesta del CEES (Centro de estudios estratégicos suramericanos) el realizar para el 2009, con tiempo suficiente, el Congreso de Filosofía que pueda emular a aquel magnífico que se realizara en 1949.

 

(*) Mejor que filósofo simplemente arkegueta (eterno comenzante)

alberto.buela@gmail.com