LOS 4 FILTROS   (No dejan que pase ni una ameba)

 

enviado por Juan Pampero

 

 

El Pueblo es aún muy joven como para permitirle que se entere de la verdad.

Por eso nosotros lo ayudamos haciendo que conozcan sólo una pequeña

parte de ella. Y, de ser posible, previamente digerida por nuestros expertos.

 

Si como parece el presente y el futuro están en las redes informativas, habría que recordar que los medios de masas tienen como finalidad primera servir a la verdad masivamente y para las masas: ellas son el terror de la burguesía. Es decir, informar diciendo lo que es, y no es, lo que ocurre, y no ocurre. Sin embargo cuatro filtros o mediaciones torcidas los ensombrecen. En la infraestructura, el dinero es el que manda; él se sirve de la publicidad, que es un medio coercitivo, y de la superestructura, que es el poder estatal (la partidocracia parasitaria) que es el chantaje. Los dos se encuentran siempre en convivencia íntima con el capital. Más aún: son el capital mismo y esa inmoralidad llamada interés y usura, embrión de todas las corrupciones. Los periodistas puchereros, sirven de agentes de esta causalidad circular que ha inventado esa degeneración perdularia y canalla llamada progresismo (liberales + marxistas), con la que todos se llenan la boca vaciando los bolsillos.

El primer filtro: el Capital

Si en algún lugar se da por antonomasia la globalización del monopolio del capital neoliberal - marxista, que resulta global e imperial, es en el ámbito de los llamados medios: el mismo mensaje que se emite por una radio o canal, se escucha también en la cadena de un oligopolio, se prorrumpe también, en el Canal Tal, se enseña a los niños en esa mugre que es la Editorial Santillana (el amor de los maestros y profesores argentinos), se vende en los quioscos de morondanga y en las librerías paquetas del Tutti Fruti. La sinergia de los holdings de los grupos de comunicación, lo que hoy se llama infoindustria, convierte a los media en multimedia y, a la falsedad, en mentira a raudales, lo que refuerza el efecto en farsa de la no-verdad. 

Para esto se necesita controlar muchas ondas, muchos periódicos, muchos canales, y de ahí la lucha por ese control a la que asiste hoy el pueblo aletargado.  Cables, ondas hertzianas, fibras ópticas, satélites, obras públicas, subsidios jugosos y el cohecho, configuran una red de telaraña donde, al final, quien manda no es la araña puesta en el frontispicio, si no el propietario de la tela que la mandó a tejer con el rudo accionar del morlaco convincente o la prebenda sin vergüenza, que vale más que cincuenta alpargatazos.

Ningún conductor de programa, director de periódico, y demás cachivaches que azotan la conciencia nacional, tienen la menor autonomía ante el propietario del emporio. La pérdida de identidad ideológica de los grupos de información, de apariencia contrapuesta, se traduce en identidad monetaria o crematística. De allí que por eso, la aparente lucha ideológica no es derramar raudales de verdades sobre el pueblo, sino la contraposición de los intereses económicos de estos holdings. Ellos quieren aparentar que tienen grandes diferencias pero, en el fondo subyacente, buscan lo mismo.

Cabe preguntar si nuestros medios pueden ser democráticos o populares, en medio de estos monopolios paquidérmicos. Pueden servir a la democacacracia formal, la de las famosas instituciones como quiere Marianito Grondona. Pero no sirven a la función social que deben cumplir, que es inexistente, pues falta como basamento, el tratamiento igualitario y, por ende, la democracia tal cual la pregonan. El dueño de un holding puede hacer caer al dueño de otro holding. Más aún: hacerlo añicos. Pero el Pueblo no puede hacer nada. Está indefenso y sus representante son de pacotilla; sus gobernantes están entre los que construyeron las redes para trampear incautos. En el Régimen Perverso, todos pueden expresarse libremente, pero no todos pueden pronunciarse con la misma fuerza e idéntico alcance ante la plebe gemebunda, como sería propio que ocurriera en aquella democracia real que ellos proclaman. Los medios no sirven al pueblo, y antes bien se sirven de él para maniatarlo y sojuzgarlo. 

El segundo filtro: la publicidad

La regla de oro ha de ser: no hay publicidad neutra. Ella siempre sirve a los fines que publicitan, por más que sus dueños se excusen y se revuelquen iracundos en el colchón. En el mundo del dinero, están al servicio de las ventas. Tan importante llega a ser este renglón, que el suplemento semanal de todos los grandes periódicos resulta cada vez es más publicitario. Una publicidad disfrazada en forma de artículos, que sería una publirredacción. El futuro sería una prensa gratis financiada por los anunciantes, que ya, virtualmente, lo es. Un producto publicitario con formato de periódico; periodismo gratuito, pero eso sí: muy al tanto de las corrientes del pensamiento sinárquico, pues potencia la cosmovisión hedonista de la vida; con sonrisas de dentífrico se muestran rostros famosos en no se qué, cuando casi todos son pésimos ejemplos para la familia y la juventud; enseñan a comer al sibarita cuando el resto no llega a fin de mes; a divertirse matizando el lujo con las meretrices; a viajar por lugares recónditos y exóticos; a comprar y consumir hasta el hartazgo; a broncearse, como esas viejas arrugadas como un mondongo, aunque disfrazadas de muchachitas y los viejos que funcionan propulsados por el árnica; a perfumarse como los pederastas; a descansar sin haber trabajado. Allí se centra todo, en el ámbito de los deseos, de la privacidad Esto es lo que hoy importa.

Ahora bien, ¿tendrán libertad tal o cual medio para criticar a las firmas publicitarias de las que extraen sus ingresos? No parece probable, pues dependen de ellas. Y si alguno se atreviere, verá que con sus huesos hacen un puchero y con sus carnes harán hamburguesas.

El tercer filtro: el Estado

Poder y capital son conniventes: dos caras de una misma realidad al servicio del capital. El Estado, a través de los partidos, ya implicados en las empresas porque algunos de sus integrantes tienen esa procedencia, hace leyes para ese capital y esas empresas. La prensa depende del capital, en la medida en que el Estado depende del capital.  El 80 ó el 90% de las fuentes de información están ligadas al Estado (o sea a Inglaterra y a los EE. UU. en última instancia), es decir, al capital. Y por eso el 80% ó el 90% de las informaciones serán siempre, en última instancia, a favor del Estado (siempre que el Estado haga los deberes que le impongan Inglaterra y los EE. UU.) ¿Quién se atrevería a poner en duda la necesidad de un monarca, cabeza del Estado? Los medios pueden ser contrarios a tal o cual partido en el Gobierno, pero no contrarios al orden estatal, que es el del monopolio del dinero.

Por otra parte, es el Norte el que informa del Sur, y no a la inversa. Todas las noticias que nos llegan del Sur nacen en el Norte, en el Imperio. La información viene orientada de arriba abajo, y no a la inversa. De modo que la gente termina identificándose con el quinto de caballería bueno contra el piel roja malo. El Norte es siempre fuente de noticias. El Sur es siempre fuente de silencio. ¿Qué sabemos del Sur?  El Norte siempre invasor, invade también de noticias, y el Sur resulta invadido y, por ello, silenciado.  Se convierte en noticia todo lo que pasa sexualmente a Clinton; las chistosas borracheras de Bush o de las bondades de Obama. A gran escala la información no es simétrica. El 70% de la información de CNN sobre Hispanoamérica es negativa. El 80% de las noticias que brinda España sobre sus hijas americanas, son condenatorias. ¡Y pensar que la perejilidad la llama Madre Patria! ¡Pero miren que hay sinónimos para la cochambre! Santos del Cielo: hagan un planeo por aquí para darme una manito.

Por último, el pueblo paga con sus impuestos pérdidas multimillonarias de los medios públicos, que sirven a los intereses privados, los cuales van en contra de los más pobres, o en auto publicitarse. De esto debería tomar nota esa escoria humana que integra el parlamento. Pero quedaos tranquilos porque nunca lo harán: ellos son hijos de la partidocracia decadente.

El cuarto filtro: periodistas, los agentes de la Sinarquía

A la vista de todo ello cabe preguntarse: ¿es el periodismo una profesión? Y en caso afirmativo, ¿está en venta? Para informar (incluso para hacer un libro de texto de morondanga, una novelita llorosa o un librillo quejicoso), hay que sortear campos de minas sembrados de ocultos tabúes, intocables, invisibles y misterios insondables. Los periodistas han de plegarse a sus jefes si no quieren padecer una úlcera perforada en cada mañana, como consecuencia del sufrimiento, o si no se quieren merendarse una decena sapos en cada desayuno. Por otra parte se produce una selección de los holdings. Por ejemplo: de los 1.400 periodistas que se enviaron a la guerra del Golfo, el 80% eran americanos, y de ellos sólo 125 fueron admitidos para informar en directo con cámaras sobre la línea de fuego. Desde luego, todos ellos muy detenidamente seleccionados a su vez. Para morir como soldados de a pie en primera línea se eligen a hispanos y negros; para informar-inventar la noticia, blancos famoso y sumisos.

El periodista ha de ser mano de obra intelectualmente sumisa al patrón: ¿no recaemos hoy en aquel bufón medieval o en el intelectual áulico del Renacimiento? ¿Qué ha cambiado en una profesión que sigue acostada al poder del mecenas?

Por otro lado, el periodista de hoy puede a la vez, informar y ser socio accionista de la información que suministra. Esto es, ser juez y parte: ¿dónde están los códigos éticos? ¿Los dejaron olvidados en la mesita de luz?

El mensaje que me lanza a los ojos el presentador mientras me mira fijamente a los ojos es el siguiente: mire usted, nada cambia, tranquilícese; además el mundo es complicado y usted no lo comprendería, déjenos hacer a nosotros; en realidad, ni usted ni nosotros podemos cambiarlo, dejémoslo como está; lo importante es estar al tanto de lo que está pasando gracias a nuestra información; ustedes los ciudadanos tienen que ser pavos; unos idiotas que repetirán lo que se les dice; pasivos consumidores de noticias.

Y ¿cuáles son las técnicas de información o desinformación? Más que de información se trata de escenificación dentro de lo que permitan las leyes. Las técnicas más genéricas son:

1.      Representación de hechos aislados y espectaculares; zoom de cámara que suelta imágenes de forma impresionante, sin que pueda verse la realidad en su conjunto, y menos las raíces de los problemas. Pues lo importante es que quede bonito y que tenga swiming.

2.      ¿Cómo informan, por ejemplo, sobre el hambre? Estamos muy informados a la hora de los telediarios de que hay niños desnutridos, nos los ponen junto al bife de chorizo de tal manera que no sabemos si nos estamos comiendo al bife o al niño desnutrido. Sin embargo, lo presentan como algo exótico que ocurre en países etnográfico-turísticos y aprovechan para mostrar rincones recónditos. Además lo presentan como algo de carácter natural producto de ciclones y similares, pero nunca dicen que ese ciclón mata a mucha gente de México porque viven en casas de lata, y a nadie en Florida porque viven en viviendas dignas; no dicen que las montañas de lodo arrasan viviendas precarias del subcontinente sudamericano, causando el horror porque esa gente no tiene tierras en ninguna parte para asentarse. Por fin, se presenta al hambre como a un fenómeno estadístico normal, propio del mundo real, sin que nunca se cuestione y menos se pregunte cómo acabar con esa hambre. Y después de mostrar a gente en estado de miseria fisiológica, enfrían la noticia exponiendo un pichón de osito panda nacido en un zoológico de la Cochinchina al que llamarán Caqui.

3.      Recurso a la información alienante: el omnipresente deporte a presión y sus industrias mafiosas.

4.      Doble lenguaje orweliano: se dice que hubo daños colaterales para no decir que hubo matanzas de personas; los aviones hicieron siete salidas, pero no se aclara que lanzaron cientos de bombas aniquiladoras de fósforo blanco y otras que pesan 10 toneladas.

5.      Mezcla de información y de opiniones: siempre al servicio de los intereses de la casa.

6.      Informaciones a distintas velocidades: acelerando o frenando según conveniencias; mintiendo por repetición o machaconamente hasta que se termina aceptando la mentira.

7.      Copiosa información sobre lo esencial y sobreentendido, pero muy poca informaciónen sobre lo necesario, desconocido y acuciante.

8.       Fabricación o negación del sujeto: convencer al imaginario social de que algo ha existido o su contrario: aquí ha pasado algo porque informamos, o aquí no ha pasado nada porque no informamos. Si sales, existes, si no sales, no existes.

Maquillaje de verdad. En todos estos casos la cuestión es la misma: si no se cree que hay valores de verdad, ¿para qué informar de verdad respecto de la verdad? ¿No les parece?