JOSÉ ANTONIO Y SU FUSILAMIENTO MEDIÁTICO

por Luis María Bandieri

 

Se pide la remoción como camarista de mi viejo amigo Eduardo Vocos Conesa porque, en un aviso fúnebre (Ver artículo: "AVISOS FÚNEBRES EN EL DIARIO LA NACIÓN") dedicado a Mohamed Alí Seineldín, citó algunas frases de discursos de José Antonio Primo de Rivera: "el laconismo militar de nuestro estilo" y "Dios le dé el descanso eterno y a nosotros nos lo niegue", etc. etc. Resulta opinable desde todo punto de vista, incluido el estético, cuál debe ser el estilo de una esquela mortuoria. No es el tema de esta entrega, y dejo este asunto al juicio lapidario del lector. Me interesa otra cosa: ¿es necesariamente antidemocrático citar a José Antonio? He visto y oído la retahíla periodística armada a los apurones sobre un vistazo a Wikipedia: ese José Antonio, un antidemocrático dictador español (a estas alturas de Internet, todavía lo confunden con su padre, don Miguel, dictador apañado por el rey Alfonso XIII, abuelo del monarca actual, desde 1923 a 1930); ese José Antonio, que estaba contra el voto de la mujer; ese José Antonio, admirador de Hitler y Mussolini; ese José Antonio, fundador de Falange Española, que sumió a España en la noche de la guerra civil, etc. No voy a confeccionar aquí una contrabiografía –hace unos años, Vicente Massot escribió muy acertadamente sobre su pensamiento- porque el avisado lector tiene, justamente, a mano Wikipedia, debiendo tomarse, eso sí, algún tiempito para metabolizarla y separar sus distintas y a veces contradictorias capas de información. En cambio, voy a transmitir algunos juicios de españoles, no falangistas ni fascistas ni nada de eso, sobre José Antonio, que me parecen muy ilustrativos.

Comienzo con Rosa Chacel (1898-1994), gran novelista –pongo por caso “La Sinrazón”- exiliada en Brasil durante la guerra civil y el franquismo. Visitaba frecuentemente Buenos Aires, donde Guillermo de Torre, el cuñado de Borges, la introdujo en el grupo “Sur” y un día...dejemos que lo cuente:

“Ayer, al pasar por los puestos de libros del Cabildo, vi unos cuantos libros españoles, de la España actual… ¡Lagarto, lagarto!... Sin embargo, me compré nada menos que las Obras Completas de José Antonio. Hacía mucho tiempo que quería leerlas y....... llegué a casa y me leí de un golpe trescientas páginas. Es increíble. Dos cosas son increíbles; una que todo eso haya podido pasarme inadvertido a mí, en España, y otra que España y el mundo hayan logrado ocultarlo tan bien. Porque no me extraña que llegaran a matarle: estaba hecho para eso, para que después de muerto se haya hecho el silencio sobre su caso… Era difícil y expuesto por la gran confusión en torno......  Fenómeno español por los cuatro costados […]. Despertad, sacudid a uno de esos ciegos y será capaz de mayor abnegación, pero mientras viva ofuscado por su propio brillo, activado por su propia hambre, no esperéis que dialogue con el prójimo, conformaos con poder evitar que lo devore. Hay que estudiar esto en Unamuno, en Ortega, en José Antonio, su reflejo o espectro. En lo que quedó de ellos, en quienes les fueron afectos y en quienes les execraron sin comprenderlos o, lo que es peor, comprendiéndolos y temiendo –por pereza, por miedo o por inepcia– lo que ellos exigían.”

Y ahora recordaré a un  político visceral de la II República, Indalecio Prieto (1883-1962), socialista muy personal por cierto. Ya en el exilio, tuvo ocasión de hacer un mea culpa por haberse contado entre los organizadores de la “Revolución de Octubre” de 1934 en Asturias, y también en Madrid y Barcelona, contra el gobierno donde participaban ministros de la coalición de derechas que había triunfado en las elecciones legislativas de noviembre de 1933. El 5 de octubre de 1934 puede considerarse el punto de partida de la guerra civil que habrá de durar hasta 1939. Y Prieto, que reconocía a José Antonio, como éste a él, decía :

“Cuantos me reprochaban las defensas de ese joven impetuoso y bien intencionado, conocen mi respuesta. Es que también le debía la vida, porque él y su gente me custodiaron hasta mi domicilio, una noche en que algunos, que se decían correligionarios míos, habían acordado ‘abolirme’. Ya conoce V.E., por escrito, el episodio. Son páginas personales que dicen muchas cosas”. “Data de muchísimo tiempo la afirmación de que en todas las ideas hay algo de verdad. Me viene esto a la memoria a cuenta de los manuscritos que José Antonio Primo de Rivera dejó en la cárcel de Alicante. Acaso en España no hemos confrontado con serenidad las respectivas ideologías para descubrir las coincidencias, que quizá fueran fundamentales, y medir las divergencias, probablemente secundarias, a fin de apreciar si éstas valían la pena de ventilar en el campo de batalla. La confrontación de ideologías, que no se hizo entonces, debe hacerse ahora. Porque es necesario un esfuerzo generoso en busca de puntos de concordia que hagan posible la convivencia, tratándonos como hermanos y no peleando como hienas”

Traeré en este punto el testimonio de Jordi Pujol, nacionalista catalán nacido en 1930 y que fuera presidente de la Generalitat Catalana:

“Mire, sé que la cita es un riesgo, pero uno de los que entendió mejor, y en circunstancias muy difíciles, el catalanismo, fue José Antonio Primo de Rivera”

Aporto ahora un notable anarquista que mucho anduvo en nuestra tierra, Diego Abad de Santillán (1897-1983), autor de la “Gran Enciclopedia Argentina”.  Abad de Santillán, militante e historiador del anarcosindicalismo, conocía muy bien  cómo operaban los comisarios políticos stalinistas y su instrumentos, las “checas” parapoliciales durante la guerra civil española, y cuántos de sus camaradas habían sido torturados y sacrificados por ellos. Escribió, a propósito, un formidable alegato en “Por qué perdimos la guerra”.  Hubo contactos, entre 1935 y 1936, entre dirigentes del anarquismo y la Falange. Cuenta Abad de Santillán (que, para quien dude también está en Wikipedia): 

"A pesar de la diferencia que nos separaba, veíamos algo de ese parentesco espiritual con José Antonio Primo de Rivera, hombre combativo, patriota, en busca de soluciones para el porvenir del país. Hizo antes de julio de 1936 diversas tentativas para entrevistarse con nosotros. Mientras toda la Policía de la República no había descubierto cuál era nuestra función en la FAI, lo supo Primo de Rivera..... españoles de esa talla, patriotas como él, no son peligrosos ni siquiera en las filas enemigas. Pertenecen a los que reivindican a España y sostienen lo español, aun desde los campos opuestos, elegidos equivocadamente como los más adecuados a sus aspiraciones generosas. ¡Cuánto hubiera cambiado el destino de España si un acuerdo entre nosotros hubiese sido tácitamente posible, según los deseos de Primo de Rivera!”

Buenaventura Durruti, el mítico jefe de columna epónima, muerto el 19 de noviembre de 1936 de una bala comunista o trotskista, esto es un día antes de la ejecución de José Antonio en Alicante, dejó asentada esta profecía: “con la muerte de José Antonio, si llega a consumarse, morirá también toda esperanza de conciliar a los españoles antes de muchas décadas”

 

Podría seguir, e incluso referirme a la amistad entre José Antonio y Federico García Lorca, casi desconocida. Dejo aquí. José Antonio, como tantos otros sacrificados en aquellos años terribles del siglo pasado, debe ser defendido tanto de sus antiguos panegiristas como de los que le pegan puñaladas a un muerto. Incluso, hoy, de la  videoignorancia nacional.  Sí, un día de octubre de 1933 se entrevistó con Benito Mussolini,  a quien admiró. No voy a señalar quiénes lo elogiaban por entonces, como Winston Churchill y el Mahatma Gandhi, aunque por muy distintas razones. Don Amadeo Sabatini, en 1935, dio su anillo de oro de casado, como muchos de un lado y del otro del charco atlántico, cuando Italia fue sancionada por Inglaterra y Francia, potencias coloniales, a causa de la invasión de Etiopía. Y, en 1938, un político argentino llamado Lisandro de la Torre, en una conferencia titulada “Grandeza y Decadencia del Fascismo”, afirmó:

 

“El fascismo, teoría reaccionaria en el orden político es, en materia social, por los hechos que ejecuta y por la doctrina misma, un teoría no sólo progresiva sino revolucionaria, y en los fascismos de imitación no lo tienen en cuenta, salvo, en todo caso, algunos, y con propósitos no muy precisos, que difundía el infortunado José Antonio Primo de Rivera para el uso de su Falange Española”.  

Ese año 1938, Juan Domingo Perón enviudó de Aurelia Tizón y, al año siguiente, estaría en Italia. Ya se sabe el resto.

En fin, lo importante de esta referencia histórica a José Antonio es que un hombre en la cárcel, a quien se juzgó por el supuesto delito de haber preparado desde su celda un alzamiento, sobre cuya cabeza planeaba ya la muerte, incluso por amenaza de irrupción de turba y “paseo”, quiso, hasta su último día, hallar una fórmula de concordia para su patria. Ese es su último y más alto ejemplo. Paz, entonces, a lo que, en sus palabras respecto de su padre, resulta una “justa memoria”

¿Y la democracia? Todo es más complicado de lo que parece. La democracia, decía Pierre Rosanvallon, no es una solución sino un problema. El problema que manifiesta actualmente es que se le ha perdido el pueblo y no se sabe donde está. Conocemos una clase política fragmentada, autorreferente y casi incestuosa, por un lado, y una masa de compatriotas reducidos a servidumbre de clientela eleccionaria por exclusión, del otro. Ahí, en autoaislamiento de quienes dicen dirigir y huyen hacia adelante, y en el  silencio que explota en violencia de los marginados, es donde hay que pensar y actuar, y no en el hurgoneo en las despedidas mortuorias.  

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Para leer:

José Antonio Primo de Rivera en Metapedia