Interesante texto de origen judío sionista que critica a la ultraderecha israelí representada por Liberman

LADRÓN DE CARRETILLAS

 

¿Recuerdan el cuento acerca de aquel obrero de la ex Unión Soviética que al terminar sus jornadas laborales salía de la fábrica con una carretilla vacía y cuando los policías lo revisaban nunca le encontraban nada, y al final resultó que lo que hacía durante años era robar carretillas? Bueno, eso es justamente lo que le hace Avigdor Liberman a la sociedad israelí.

Avigdor nunca pierde la oportunidad de correr con una carretilla vacía e insitar contra los ciudadanos árabes de Israel. Apenas comenzaron las conversaciones tartamudas con los palestinos, todavía no pasó nada, y el gran Yvette ya saltó con su mantra de que hay que echar a los árabes de Israel por no ser leales al Estado.

Como era de esperar, los politicos árabes arremetieron duramente conta él: "¡Nosotros estamos aquí mucho antes que Liberman", "¡Él es un opresor y un olé jadash (nuevo inmigrante)!", "¡Somos nosotros quienes solventamos la llegaba de los rusos!", etc. Liberman ya consiguió lo que se proponía: los árabes se expresan de forma efusiva y extremista, los judíos entran en pánico, las negociaciones con los palestinos pasan a segundo plano, y Avigdor, que en un tiempo no muy lejano formaba parte de la ultraderecha xenófoba, se va acercando cada vez más al centro del raciocinio legítimo.

Pero lo que verdaderamente le interesa a Liberman no son los árabes, sino la sociedad judía en Israel a la cual aspira cambiar radicalmente. Imaginemos que vamos detrás suyo hasta el final: deportamos algunos líderes árabes a Gaza y varios más a Arabia Saudita para que entiendan allí, de una buena vez, lo que significa libertad de expresión, y que en Israel nos quedemos únicamente con aquellos árabes que juegan en la selección nacional de fútbol, que cantan el Hatikva a viva voz y que le cuentan a todos sus parientes y amigos el maravilloso milagro sionista que les sucedió en 1948.

Por fin vamos a tener entonces un Estado judío íntegro, perfecto y puro. Mientras tanto, el ministro de Interior, Eli Yishai, terminará de echar a todos los extranjeros y el Rabinato convertirá al judaísmo a todos los "goim". Entonces dispondremos de todo el tiempo libre y necesario para dedicarnos a lo verdaderamente importante.

Quien quiera imaginarse de qué realmente se trata, que eche una mirada a la Rusia de Putin y entienda de donde recibe Liberman su inspiración. Árabes tal vez no quedarán, pero el slogan "Sin lealtad no hay ciudadanía" sólo se fortalecerá, y la "lealtad", así como el "nacionalismo", la "infidelidad" y la "traición", serán determinadas únicamente por Liberman y sus seguidores.

Los árabes son apenas la astuta excusa de Liberman para llevar a cabo su verdadero plan. Y nosotros nos despertaremos un buen día y nos daremos cuenta que, así como en el cuento del obrero soviético, nos robaron la "empresa" en plena luz del día con nuestra total aceptación, y que ella quedó totalmente vacía.