LEALTAD

DARWIN PASSAPONTI

  Mi sueño voló cerquita  
  sólo un brote...un embrión  
  mi niñez fue con Evita  
  de la mano con Perón.  
  k    

     El 4 de junio de 1943, el ejército decidió poner fin a la denominada Década Infame. Pero los dos años siguientes constituyeron un tenaz forcejeo por el poder entre la oligarquía y los militares del GOU, conducidos por el joven y lúcido coronel Juan Domingo Perón.

     La Revolución Nacional buscaba superar sus propias contradicciones -no todos sus actores entendieron la necesidad de un cambio en profundidad- a la vez que enfrentaba el ataque cada vez más intenso de los sectores partidocráticos y liberales, urgidos por acabar con lo que para ellos resultaba una insoportable experiencia corporativa que amenazaba con dejarlos sin clientela electoral.

     La realidad mundial, mientras tanto, fue modificandose. En junio del 43 los aliados se hallaban más que ocupados en tratar de quebrar el Eje ítalo-germano-nipón. Los dueños del Rio de la Plata estaban suficientemente distraídos como para que la aventura del 4 de junio tuviera condiciones para darse. Pero despues todo fue variando.

El Eje de los nacionalismos europeos comenzó a retroceder militarmente y los éxitos aliados llenaron de esperanzas y de ínfulas a sus sirvientes locales. La oligarquía agroexportadora, toda la burguesía de la metrópoli, los partidos demoliberales -desde conservadores a comunistas- y el activismo universitario de los chicos de FUBA y FUA se lanzaron a una bien combinada ofensiva para desalojar del poder a los militares del 4 de junio. La prensa amarilla le dio sustento intelectual y los dólares del embajador norteamericano Spruille Braden constituyeron el "oxígeno" indispensable.

     Los éxitos aliados terminaron por lanzar a las calles de Buenos Aires a radicales, comunistas y socialistas, que agitando banderas rusas, inglesas, francesas y yanquis, pedian la cabeza del "nazi Perón" y gritaban "Muera la dictadura". Se paseaban con muñecos simbolizando a Perón colgado de una horca a los que despues quemaban.

     Pero la reacción no se hacía esperar. Otras manifestaciones, espontáneas replicaban con "Viva la bandera argentina y nada más!", "Perón Presidente" o "abajo los pitucos de la FUBA". Pero la presión exterior inclinó a muchos a aflojar. En el gobierno surgieron algunos dispuestos a sacrificar a Perón y emprender la retirada de la revolución para entregar el poder a los democráticos. Mientras tanto varios argentinos firmaban una nota protestando ante las Naciones Unidas por haber admitido en la conferencia de San Francisco a la representación del país. Entre esas personas figuraban Florencio Escardó, Ernesto Sábato, Gregorio Berman, Juan Carlos Castagnino, Dardo Cuneo, Enrique Dickman, Maria Rosa Oliver, Ulises Petit de Murat, Bernando Serebrinsky y muchos más.

     La traición cayó por fin sobre Perón pero no tuvo en cuenta lo que iba a desatar. No tuvieron la visión para entender que eso daría lugar al hecho más importante de la historia política de la Argentina moderna. Pensaron que el pueblo no existía o sería desagradecido. Les faltó olfato y vivencia.

     Con Perón cautivo, el Pueblo no esperó más. Empujado por el fervor de Evita, que se gastó los puños golpeando puertas de amigos y compañeros para sacarlos a la calle, comenzó la gesta más grande y heróica.

     Levantaron los puentes pero no sirvió. Cruzaron el riachuelo en botecitos o aun nadando. Pasaron de cualquier manera pero pasaron y llegaron a la Plaza para hacerla histórica. El almirante Vernengo Lima pretendió desalojarla. Menos mal que no lo intentó. Prevalecieron otros, más sensatos. El pueblo estaba allí y sólo se iría si Perón volvía.

     En medio de aquella pueblada imparable, Eduardo Colom tomó el micrófono de la Casa de Gobierno y prometió a la gente que iría a buscar a Perón al Hospital militar, pero también les dijo el director de "La Epoca" y luego legislador peronista, que se quedaran allí y que no se fueran. Porque bien sabía que sólo esa presencia popular era garantía suficiente contra la traición. Y allí se quedaron. Perón volvió. Recién a las 23.10 pudo verlo su pueblo en el balcón y comenzó allí una singular relación política entre representante y representados que superó todos los moldes conocidos.

*

     Al fin de aquella gesta, cuando sus protagonistas volvían agotados pero felices a sus hogares, Darwin Passaponti, que marchaba junto a sus compañeros de la Alianza Libertadora Nacionalista y a miles de trabajadores, sufrió la agresión a balazos de los marxistas que ocupaban el diario "Crítica" en la Avenida de Mayo.

     Allí quedó, tendido en la avenida, mirando a las estrellas y a ese cielo que se merecía el niño mártir del 17 de octubre, el primer caído del Movimiento Nacional Justicialista, Darwin Passaponti. Hubo más de cuatro docenas de heridos producidos por los disparos de los marxistas -muchos de ellos milicianos españoles derrotados por Franco- de los cuales, dos de ellos fallecieron también poco despues: Francisco Ramos y Benito Currá que integran esa lista de venerados para todo auténtico peronista.

     Passaponti, el joven militante de 17 años de la UNES, Unión Nacionalista de Estudiantes Secundarios era poeta. Meses antes de su trágico final había escrito en el periódico "Amanecer" lo siguiente:

     "Quise cruzar la vida con la luz del rayo, que el espacio alumbra, seguro de no vivir más que un instante, seguro de no morir debilitado. Así como el rayo: corto, breve, soberano..."

     Y como lo previó...fue.

  k

  Y solito quedé cerquita  
  más allá de la ilusión  
  en mi alma estaba Evita  
  y también estaba Perón.