LECCIONES DE LA ELECCIÓN FRANCESA

por José Luis Ontiveros

     Se presenta al lector hispánico esta magistral estudio de Alain de Benoist sobre “La elección presidencial de 2007”, donde el prestigiado escritor y pensador francés, revisa a los principales actores políticos y su falta de compromiso ideológico, siendo todos, derivaciones de la matriz liberal, aún el populismo de derecha en declive de Le Pen (ver al respecto el libro “Las claves del fenómeno Le Pen” de Hervé Blanchart, editorial Producciones y representaciones Editoriales, Barcelona, España, 2002), con las reservas que presentan los actuales resultados electorales en que Le Pen cayó a la cuarta posición, cuando en el 2002, el Front Nacional, se convertía en el segundo partido de Francia y disputaba la segunda vuelta de las elecciones presidenciales con Jacques Chirac, y en el 2007 apenas alcanzó un 11 por ciento de la votación, lo que explica entre otros hechos Benoist con su precisión característica tan distante de la grandilocuencia y los oráculos que prodigan ciertos escribanos.

       Hay diversos puntos de sumo interés en este ensayo que se sobrepone a la circunstancia para trazar un mapa de ruta de una verdadera alternativa política y doctrinaria. Entre los más destacados está la bipolaridad entre un liberalismo “socialista” representado por Ségoléne Royal y una derecha bonapartista-autoritaria que es la que se impuso con el apoyo tanto de la gran burguesía como de una franja de comerciantes, artesanos y desclasados que solían votar por Le Pen, así Benoist confronta el tríptico masculino de Nicolás Sarkozy, el nuevo presidente francés: trabajo-autoridad-mérito, y el tríptico matriarcal de la presunta socialista burguesa, Ségoléne Royal, basado en: justicia, compasión, respeto. Ambos producto del humanitarismo de la Revolución francesa y en su ámbito horizontal, negador de todo principio superior.

       Cabe igualmente señalar que ante la falta de verdadero debate de ideas, Sarkozy logró la explotación mercadotécnica de lugares comunes del liberalismo anglosajón como es el trabajo y la meritocracia productiva, apelando al orden del Estado policía, la peor aberración para Georges Sorel. Sarkozy como ministro del interior dispuso de una vasta represión contra los marginados de los suburbios de París, principalmente inmigrantes árabes a los que llamó esa “canalla”, en este sentido, el voto francés por Sarkozy, Benoist lo considera un tipo subrogado de elección por Bush y los neoconservadores del podrido condominio yanqui-sionista.

       Hay otras lecciones en este texto, la ambigüedad del discurso de la derecha populista fundado en el orden y la autoridad, lo mismo en el Partido Popular en España y su usufructo del terrorismo etarra, que en su sucursal mexicana, el Partido Acción Nacional, actualmente en el poder, luego de unas muy cuestionada y fraudulenta elección de Estado, así como el uso indiscriminado de las fuerzas armadas en un desgastante enfrentamiento con el narcotráfico, que desvirtúa la verdadera esencia del Ejército mexicano que es por su origen popular y revolucionario, y cuya misión es preservar la soberanía de las abiertas presiones neocolonialistas plasmados en la Alianza para la Seguridad y Protección de América del Norte (Aspan).

       El aparato dialéctico de Le Pen fue expropiado por Sarkozy, sin que el político del Front Nacional se percatara de este despojo, sobre el que reaccionó tardía y erráticamente, asimismo, el tono xenofóbico e islamofóbico que caracteriza a la ultraderecha európida, que es todo menos fascista, fue aminorado por Le Pen, sin que ello conllevara un cambio programático en el Front Nacional o una condena a los actos vandálicos de la brutalidad policiaca al servicio de Sarkozy y los intereses burgueses. Le Pen muestra el agotamiento del populismo de derecha que ha tratado de seguir cierta línea etnocéntrica en España y en Iberoamérica, Benoist comenta que sí hubo “alternancia pero no alternativa” y describe las virtudes de la democracia, en cuanto evitar la confrontación abierta y la guerra, en una nueva conflictualidad, que no erradica la omnipresente violencia social, pero la sublima y ritualiza, lo que hay que considerar en todos aquellos que partimos de un orden de ideas radicalmente antidemocrático.

       El ensayo termina mostrando que no hubo discusión sobre geopolítica ni geoestrategia ni la invasión yanqui-sionista de Irak, el nuevo Vietnam que termina con la nefasta era de la americanósfera -ni menos referencia a las amenazas de Israel y Estados Unidos contra Irán-, y brilló por su ausencia, la ocupación de Afganistán y el multilateralismo. La elección fue un simulacro de las variantes agónicas del liberalismo en sus distintos matices, y como advierte, Alain de Benoist, el peor error sería considerar que el desengaño producirá mecánicamente acontecimientos previstos, y Sarkozy,  bien puede ser el enterrador de la política de independencia exterior francesa mantenida por De Gaulle.