GARCIA LINERAS, BACHELET Y BOLIVIA

por Pedro Godoy  P.  -  Centro de Estudios Chilenos CEDECh


El Vicepresidente de Bolivia -según se informa- afirmaría que un nuevo mandato presidencial de Bachelet pondría fin al encierro de su país. Desde la ribera izquierda del Mapocho lo invitamos a revisar ese enfoque. Los dos mandatarios "socialistas" que han pasado por La Moneda -la ya nombrada y Ricardo Lagos- han sido no sólo pronorteamericanos y adscritos al neoliberalismo, sino también adversos a negociaciones en lo relativo a otorgar a la patria de Andrés Santa Cruz y Germán Busch Becerra, un enclave portuario útil y con soberanía. Junto con esa negativa implementan un desorbitado armamentismo convirtiéndo al país en arsenal. Con ello comprometen nuestra seguridad externa al alterar el equilibrio de poder en el Cono Sur (*).

El apetito de insularidad de nuestra elite se manifiesta en la incompetencia para negociar con los vecinos inmediatos. En el régimen de Allende hubo quienes promovimos el acercamiento con el Perú de Velasco Alvarado y al iniciarse  1973, a título de urgencia, con la Argentina de Cámpora-Perón. En ese contexto se insistió en la urgencia de resolver el problema conosureño que implica el enclaustramiento de Bolivia. Ello, sosteniase, vigorizaría  la Presidencia del general Torres. Dicho marco geopolítico se visualiza como un cuadrilátero antimperialista. Hubo oídos sordos. Toda la esperanza, entonces, se deposita en el bloque soviético y en La Habana. El Vicepresidente, entonces,  debe comprender que, en Chile, la patriotería es transversal y contrasuramericana.

Nuestra oligarquía -eso no siempre se comprende- ha conseguido con éxito internalizar el excepcionalismo traducido en desdenes y recelos contra los vecinos. De tal tejido de prenociones, preconceptos y prejuicios no escapa ningún estrato de la sociedad. El virus inficiona las tiendas supuestamente "internacionalistas" . Allí el abogar por resolver las controversias con Bolivia, Perù y Argentina en un plano fraternal son campanas de palo. A la bandera chavista del bolivarismo le brindan aceptación sólo protocolar. El  "socialismo del siglo XXI" se concibe apenas como fórmula de administración de oxigeno de urgencia para un  marxismo-leninismo moribundo. Ni siquiera el movimiento estudiantil que suele posar de iconoclasta quiebra este esquema.

Como estadista Bachelet promociona el ALCA. Siendo titular de la cartera de Defensa hace Curso en el Pentágono. Al regresar propone una OTAN hemisférica. Profundiza, desde La Moneda, el armamentismo paranoico de Ricardo Lagos en que se mixtura el insularismo chilensis con turbios negocios. Profundiza la economía neoliberal. La salud y la educación agudizan la bulimia de lucro. Las privatizaciones continúan y  la famosa agenda chilenoboliviana queda atascada en lo atingente al enclave portuario que solicita La Paz para cerrar el capítulo de la Guerra Anglochilena del Guano y del Salitre que, como se sabe, implica a Bolivia la amputación de Antofagasta. En ese contexto la expectativa albergada, por García Lineras en una  Bachelet reelecta, carece de asidero. 

 

(*) Consultar  Godoy, P.: "FFAA, reflexiòn permanente"