La hija se convierte en la tercera víctima en una familia de Cisjordania dedicada a la ‘resistencia no violenta’ contra el Muro israelí. La familia de Jawaher Abu Rahme, de 35 años, dice que murió después de haber inhalado cantidades masivas de gas lacrimógeno disparado por fuerzas israelíes.

UNA MADRE PALESTINA CUENTA LA TRAGEDIA FAMILIAR DURANTE LA PROTESTA CONTRA EL MURO DEL APARTHEID

 

Sentada sobre una cama en el hogar familiar, rodeada por carteles que conmemoran la muerte de su hijo, Subhaia Musa Abu Rahme lamenta su última pérdida. Jawaher, su hija de 35 años, murió la víspera de Año Nuevo después de sufrir un colapso en su pueblo natal de Bil’in durante una manifestación contra el Muro de Apartheid israelí. A pesar de aseveraciones en contra por parte del ejército israelí, su familia insiste en que ella murió después de inhalar cantidades masivas de gas lacrimógeno.

"¿Cómo creen que me siento? dice Abu Rahme suavemente, con un pañuelo blanco cubriéndole la cabeza y una mirada casi ausente en sus ojos. Ella casi no puede comprender lo que le ha ocurrido a su familia o los horrores repetidos que les han sido infligidos. La familia se ha convertido en un símbolo de la lucha palestina contra la ocupación de Cisjordania.

El año pasado, el hijo de Abu Rahme, Bassam – un miembro carismático de los comités que organizan la “resistencia noviolenta” contra el muro – murió después de que le alcanzara un bote de gas en una manifestación. Otro hijo, Ashraf, ha quedado cojo después de que un soldado israelí le disparara a corta distancia balas de acero forradas de goma. Y ahora, Jawaher.

"Ella era la chica más agradable de Bil'in. Aquí, todo el mundo la quería. El muro confiscó nuestras tierras, y ahora mis hijos se han ido. No me queda nada”, dice Abu Rahme, una viuda de 55 años de edad.

"Pero cada vez que perdemos a alguien que queremos, ganamos fuerza para luchar contra la ocupación,” añade. Esta es nuestra tierra y vamos a defenderla. No pararemos hasta que derribemos el muro.”

Fuera de la casa, en el patio, un grupo de hombres lloran a Jawaher. Comen dátiles, beben café con especias y fuman – pero apenas hablan. En la puerta siguiente, las mujeres se reúnen en una habitación separada, como manda la tradición. Delegaciones políticas, amigos, parientes y escolares pasan para expresar su condolencia por la joven de buen corazón que había trabajado como cuidadora de dos niños discapacitados en la cercana Ramallah.

Desde la vecindad de Abu Rahme, el Muro que separa los Territorios Palestinos de Israel– y que separan a la familia de sus huertos de olivos – es claramente visible. Durante más de cinco años, ellos han participado con sus vecinos en la lucha contra la construcción. Pero para ellos, más que para cualquier otra familia del pueblo, la batalla les ha traído tragedia. Y la semana pasada, la muerte de Jawaher les devolvió a los titulares.

Su familia se mantiene firme en que ella murió después de haber inhalado gas lacrimógeno disparado por los soldados israelíes durante la manifestación de Bil'in. El ejército cuestiona la fiabilidad de los informes palestinos, inclusive los documentos hospitalarios y se ha quejado en una declaración de “falta de cooperación con los palestinos”. También dice que aunque la investigación del ejército todavía no se ha completado, “se han planteado una serie de hipótesis, entre las cuales la posibilidad de que la muerte de Abu Rahme fue del todo ajena a la manifestación del pasado viernes.”

Para la visiblemente exhausta Subhaia Musa Abu Rahme, no existe tal duda.

"Yo estaba con mi hija, un poco más lejos de donde estaban teniendo lugar los enfrentamientos, cuando los soldados empezaron a disparar gas”, ella recuerda. “El viento traía el gas. Quedamos muy afectadas. Yo me sentía mal cuando mi hija me dijo que no podía soportarlo más y empezó a vomitar.” Otro de los hermanos de Jawaher, Samir Ibrahim de 34 años, recuerda que llamó a una ambulancia para que llevara a su hermana al hospital en la que ella murió posteriormente.

"Ella estaba en muy malas condiciones," dice él. "La llevaron a una casa y ella vomitaba espuma por la boca. En cuatro o cinco minutos, llegó una ambulancia. Ellos (los doctores)  nos dijeron que tenía falta de oxígeno debido al gas."

Cada viernes, Samir asiste a la manifestación contra el Muro de Apartheid israelí, edificada en el periodo posterior a la segunda Intifada.

Los enfrentamientos durante las manifestaciones son corrientes, con algunos palestinos lanzando piedras y el ejército disparando gases lacrimógenos, un líquido fétido conocido como mofeta y utilizando otras armas para disolver multitudes. Una densa nube de humo llena el aire y se esparce por el pueblo en segundos. No es raro que la gente vomite en la calle, con los ojos ardiendo por el gas lacrimógeno. Pero aún así, Samir, su familia y sus amigos siguen desafiantes.

"Vamos para mostrar nuestro sufrimiento," dice él. "Es nuestro modo de denunciar que están violando nuestras tierras." Cuando se le pregunta si las penalidades que su familia ha sufrido les hace especiales, dice que no. “Somos como los demás. Esto es solo una prueba de Dios."

Bil'in, a unas dos millas de la frontera del armisticio de 1967, o Línea Verde, siempre ha sido un pueblo agrícola. Pero los campesinos, según Michael Sfard, el abogado israelí que les representa, ahora no pueden acceder a un 50% de su tierra de cultivo a causa de la barrera. Los empobrecidos Abu Rahme están entre los que perdieron su tierra.

Como el resto, ellos pueden, en principio, entrar a sus huertos a través de una puerta que el ejército está obligado a abrir unas cuantas horas al día. Sin embargo, según Sfard, el ejército no siempre cumple.

De vuelta a la casa familiar, Ashraf, el hermano al que dispararon hace dos años, escucha atentamente a su madre y a Samir, con un pañuelo palestino rojo y blanco anudado alrededor de su cuello. Su disparo fue filmado por un grupo israelí de derechos humanos y las imágenes dieron la vuelta al mundo. El se considera a sí mismo como afortunado, no solamente porque pudo librarse con heridas relativamente poco graves, sino porque el teniente coronel que ordenó que dispararan está ahora siendo juzgado por un tribunal militar. Pero la semana pasada no había motivos para estar animados, “Nuestra familia está destrozada,” dice “Siempre habrá pena en nuestra familia.