LA DESIDENCIA EN TIEMPOS DE MANSEDUMBRE

por Arjun  -  http://libertadpedrovarela.over-blog.com/

 

Hay momentos particularmente ruines en la historia de las sociedades en que la dignidad, la decencia y el coraje que le faltan a la mayoría están concentrados en unos pocos. Pareciera que estos valores hubieran desertado de los hombres, pero están depositados como un tesoro precioso y escaso en un puñado de irreductibles asediados por la arrogancia de los poderosos y el cacareo de las ocas del cenagal.

Nada ofende tanto a los agachados y genuflexos de por vida cono el porte erguido de los insumisos. En la imposibilidad de elevarse por sus propios medios y méritos, el arrastrado declara solemnemente la inutilidad, la estupidez y la aberración de andar derecho, y trata de rebajar y envilecer con un empeño y un frenesí que desmienten esta pretensión y que expresa cabalmente lo profundo de su frustración y bajeza, todo lo que representa el menor atisbo de rectitud, y se empeña en denigrar con un afán imbécil toda actividad flageladora de la rastrera vulgaridad una época sin rigor.

Ninguno de los desafinado integrantes del berreante coro que atacan desde su hediondo lodazal toda manifestación de oposición al sistema o cuestionamiento de los dogmas que lo sostienen (policía, fiscales, jueces, políticos, intelectuales y prensa del régimen, ONGs de todo pelo, más una tropilla de saltimbanquis de difícil calificación en busca de algún papel que firmar para enriquecer su curriculum) es capaz de elevarse un centímetro de su despreciable condición de rameras del Poder y de mamporreros de Palacio. En un clima de ruindad espiritual, de prostitución ideológica, de deserción moral, de patética adhesión a idealismos de pacotillas, de infantilismo intelectual, donde se ha llegado a vender a precio vil los más nobles ideales a cambio de de 30 monedas de cobre o un plato de lentejas con gorgojo, cualquier actitud de independencia, cualquier idea a contracorriente, cualquier empresa justiciera, cualquier gesto de disidencia, cualquier acto de coraje y desafío, cualquier veleidad de inconformismo o de simpatías prohibidas, es atacado de la manera más artera e innoble. En virtud de esa doctrina, los modernos heréticos son marcados a fuego rojo: nazis, fascistas, ultras, racistas, xenófobos... "El odio de los malvados es el galardón delasbuenas obras, no hay premio más digno", decía Lucio Anneo Séneca.

La agresión es la expresión de la naturaleza del agresor. Este se retrata fielmente a través de aquella, se define sin error con su comportamiento. La agresión no nos dice nada, a priori, del agredido, en cambio lo dice casi todo de su agresor. En la bajeza de procederes y de contenidos de la campaña contra el pensamiento disidente y la libertad de expresión está dibujada la propia vileza moral de los componentes que la llevan a cabo y la corrupción del sistema que representan y que les paga, y la verdadera naturaleza de sus objetivos, que nos presentan bajo el ropaje tranquilizador, honorable y benéfico de democracia, libertad, derechos humanos, progreso, etc., cuando en realidad están pensando en la defensa de sus privilegios y granujerías y en la perpetuación de un orden malsano en su esencia y pervertido en sus métodos. Todo lo que sea susceptible de soliviantar la paz de la dócil manada debe ser eliminado, silenciado, desterrado. Estos canallas invocan la democracia como aquellos sinvergüenzas que glosan el amor cortesano y caballeroso y acostumbra en cambio a despertar en la cama de putones verbeneros.

La situación es ésta: ruptura con incompatibilidad entre los que aún quedan en pie y una sociedad que se agacha más y más, entregada al enfermizo abrazo de todo lo inferior. Seguiremos adelante pues "no es necesario esperar para emprender ni lograr para perseverar". Per aspera ad astra.