CARTA A LOS MEDIOS: LA MENTIRA SIGUE DANDO DE SÍ

por la Falange Española de las JONS

 

La mentira sigue dando de sí: Javier Bardem, el juez Baltasar Garzón y los falangistas. En las declaraciones del actor Javier Bardem al periodista Carlos Prieto y publicadas ayer por el diario «Público», volvemos, por enésima vez, a escuchar —leer, en este caso— la misma letanía de los últimos meses que, no nos cansaremos de repetir, no se ajusta, ni por casualidad, a la realidad. El hecho de que una mentira sea repetida mil, un millón de veces, no la convierte en verdad.

El ambiente kafkiano que se respira, desde el principio, en el «asunto Garzón» ha servido —está sirviendo— de magnífico termómetro, empero, para pulsar la hemiplejía intelectual —y moral— de esa casta de millonarios, buena parte de ellos amorrados a las ubres del Estado, que conocemos como «progres» y cuyo papel no es otro que limpiar, fijar y dar esplendor a un puñado de leyendas como la que la «izquierda» es el imprescindible fanal para que un «pueblo», una «clase», puedan alcanzar un día su «liberación».

Las declaraciones del actor al rotativo de Jaume Roures no pueden estar más cargadas de estulticia, aunque, eso sí, no estamos ante las palabras de un infeliz, sino que están permeadas de una buena dosis de perversidad y depravación propias de quien actúa como aquellos intelectuales orgánicos que, en el pasado siglo, trataban de hacer pasar por democráticas, humanitarias y «avanzadas» las atrocidades del estalinismo o el maoísmo.

«Las dos Españas existen —afirma Bardem—, lo vemos todos los días. Lo que quiere hacer Garzón es limpiar esas heridas para que no se vuelvan a abrir. Intentar impedir que se reabra este tema [investigar los crímenes del franquismo] tiene una motivación puramente política», y continúa: «Creo que mi postura es de sentido común. Que Falange Española lleve al banquillo a un juez por investigar los crímenes del franquismo es algo terrible y retrógrado. Es de sentido común defender el derecho a la información y al bienestar de las familias de las víctimas. Con este asunto hemos dado un paso atrás importante. Gran parte del legado del franquismo sobrevive todavía en ciertos tribunales».

1ª mentira.— ¿Las dos Españas existen? Afortunadamente, no y forman parte ya de la historia. La actual recreación —gracias, fundamentalmente, a la llamada «ley de memoria histórica»— es una gigantesca farsa, un escenario virtual destinado a atenuar el descalabro ideológico del socialismo postmarxista y, en concreto, de su ausencia real en el marco de la lucha contra la dictadura franquista.

2ª mentira.— Garzón Real no quiere «limpiar heridas», sino reabrirlas ciñéndose de esta manera a una estrategia de «fijación de voto», ante el rotundo fracaso del socialismo como praxis política, de la que, sin necesidad de remontarnos a la andanzas del PSOE durante la II República y la guerra civil de 1936-1939, tenemos la cercanía de los fiascos sociales provocados tanto por el felipismo como por la actual descomposición zapaterista. Desempolvando el pasado, la izquierda trata de distraer de los acuciantes problemas que atenazan la vida de la nación.

3ª mentira.— Las «motivaciones políticas» a las que alude Bardem y que parecen haber sido la razón última de la caída en desgracia de Garzón Real, ¿acaso no podrían ser de la misma índole, del mismo rango, que las que en su día impidieron —gracias a la abracadabrante y selectiva «justicia universal» que parece nutrir el discurso y el modus operandi del propio Garzón Real— que el que fuera secretario general del PCE, Carrillo Solares, pudiera ser procesado por los genocidos de Paracuellos del Jarama y Torrejón de Ardoz [Madrid] en el invierno de 1936? ¿Tanto poder e influencia atribuye Bardem a una agrupación política extraparlamentaria como es Falange Española de las JONS?

4ª mentira.— A la dirección de FE de las JONS no le molesta lo más mínimo que se entierre dignamente a personas que murieron violentamente bajo la dictadura franquista, e incluso que se rehabilite a personas que, injustamente, fueron perseguidas, maltratadas o les fue arrebatada la vida. Las razones de la querella de nuestro partido contra Garzón Real son otras y distintas. Para conocerlas basta con haber seguido las declaraciones de algunos de nuestros dirigentes o, mejor aún, haberse leído la querella, cosa que el actor es bastante probable que no haya hecho, porque sabido es que a la demagogia le repugna cualquier brizna de imparcialidad.

5ª mentira.— ¿Por qué es «retrógrado» y «terrible» que los falangistas pidamos justicia cuando se nos ha tratado de pisotear y humillar? ¿Tenemos los falangistas derecho a pedir justicia o, en los esquemas mentales de Bardem, nuestro espacio social y político debe quedar reducido a las chekas o a la morgue?

6ª mentira.— Con este «asunto» no se ha dado un paso atrás, sino que se ha impedido —al menos en este caso concreto— que la justicia española siguiera revolcándose en el lodazal. La querella de FE de las JONS es, sin embargo, una acción que no va a paralizar, desgraciadamente, la caída en picado de un poder que, por culpa directa de los grandes partidos, ha dejado de ser independiente, si es que alguna vez lo ha sido desde hace un buen puñado de décadas, por no decir siglos.

7ª mentira.— «Gran parte del legado del franquismo sobrevive todavía en ciertos tribunales», afirma categórico Bardem. Esta, en realidad, no es una mentira, sino algo mucho peor: una media verdad. Efectivamente, el franquismo sobrevive en muchas instituciones del Estado, incluida la justicia. Y en el PP y el PSOE, en cuyas filas figuran y destacan no pocos vástagos de quienes detentaron el poder político y económico durante la dictadura de Franco Bahamonde. El listado es conocido y de fácil acceso a través de internet. No seremos nosotros quienes niegen esa herencia, porque, ¿acaso la actual deriva española no es, en cierta medida, la consecuencia lógica del traspaso de poderes entre el dictador Franco Bahamonde y el actual jefe del Estado? ¿Acaso la «transición» no sirvió para, como decíamos los falangistas durante aquella época, que la burguesía se sucediera a sí misma? ¿Acaso la Audiencia Nacional, de la que formaba parte Garzón Real, no es un calco del Tribunal de Orden !

Público que, para información del señor Bardem, muchos falangistas también tuvieron la desagradable experiencia de sufrir en sus carnes?

Y, para terminar, dos cuestiones hasta cierto punto colaterales:

¿Tiene conocimiento Bardem de los miles y miles vejaciones, robos, violaciones, mutilaciones, asesinatos y masacres cometidos por el impropiamente llamado «bando republicano», bando del que fueron columna vertebral tanto el PSOE como el PCE durante la guerra civil de 1936-1939?

¿Es consciente el actor de que en España, sic et nunc, aparte del «asunto Garzón» hay más de cuatro millones y medio de desempleados; cientos de miles de hogares españoles en los que todos sus miembros están en el paro y no entra ingreso alguno, y de muchas personas no tienen otra forma de sobrevivir que acudir a los bancos de alimentos y a los comedores de la organización católica Cáritas?

Jueves, 4 de Mayo 2010

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