BREVE ANÁLISIS METAPOLÍTICO DE LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL

por Karl Gottman

 

Primera parte

Mucho se habla de la IIGM, prácticamente todos los días la maquinaría propagandística del sistema Mundial nos adoctrina sobre la malignidad de los “nazis”. La visión de los medios masivos de comunicación se traslada a la muchedumbre que acepta ciegamente toda sugerencia sin reflexionar. Se mantiene oculta sin embargo, una perspectiva prácticamente desconocida. No hablo aquí solamente de la visión de los vencidos, sino una aún más profunda. Me refiero a la visión metapolítica de la elite de Iniciados del Tercer Reich.

Tal como se hacía en la antigüedad Tradicional, Hitler creó por un lado una cosmovisión exotérica –pública- dirigida a la muchedumbre, y por el otro una visión esotérica -oculta- dirigida a la elite de Iniciados; Ambas visiones no eran contrapuestas, sino que la visión oculta abarcaba una perspectiva y un espectro mucho más elevado y amplio de las cuestiones del mundo.

De esta manera la visión política era la expresión secular de una cosmovisión netamente trascendente del mundo, donde se comprendía el destino de los hombres desde un plano espiritual y metapolítico.

Para el hombre moderno, le es extraño comprender siquiera la visión exotérica del nacionalsocialismo, pues suele censurarse -en plena democracia librepensadora- todo material contrario al sistema demo-capitalista dominante. Sin embargo más allá de la censura existe la posibilidad de acceder a dicho material si uno esta dispuesto a encontrarlo. Bajo una lectura revisionista de los principales textos doctrinarios, puede uno comprender la visión censurada de los vencidos para luego así, podes establecer un nuevo criterio real del asunto, bajo la ampliación de las perspectivas, en virtud a lograr un mayor grado de objetividad. El verdadero librepensador no temerá leer cualquier tipo de texto, aunque más no fuera como curiosidad histórica. Tendrá la visión exotérica leyendo a A. Hitler, A. Rosenberg, W. Darre, H. Himmler, G. Feder, etc. En todos ellos existe un ímpetu por oponerse al mundo decadente de la modernidad socio-económico-cultural. Algunos autores son más profundos que otros, y dejan desprender en sus escritos la esencia que vincula dicha doctrina con la esotérica.

Esto no es causalidad, muchos de los jerarcas fueron Iniciados en la Sociedad Thule. Mucha desinformación existe también al respecto. No es para menos. Se oculta en la tradición ariosófica la visión genuinamente Tradicional del mundo.

Antes de la llegada del nacionalsocialismo, Alemania se había convertido en un hervidero de logias secretas, seguidoras del pensamiento místico Tradicional de Guido von List, y otros autores como Gorsleben, Haeckel y Lanz von Liebenfels quienes proyectaron una gran revolución aria que sacudiría los cimientos espirituales el mundo. Wagner y Nietzsche tuvieron su brillante aporte en la nueva revolución que traería el hombre blanco al mundo. Las corrientes de este pensamiento elevado pretendían una revolución brutal pero progresiva que duraría mil años.

Los impulsos renovadores que anhelaban una nueva Edad Dorada para el hombre blanco hicieron surgir numerosas logias y organizaciones secretas de corte iniciático, entre ellas la Comunidad Armanista, el Círculo de la Esvástica, la Sociedad Edda, La Orden de los Nuevos Templarios (ONT), la Germanenorden y su rama Bávara la Sociedad Thule. Es aquí donde se encuentra el nexo con la visión esotérica nacionalsocialista.

Guido von List, un autor Tradicionalista, netamente censurado hasta el día de hoy por el sionismo militante, apelaba a la Herencia Ancestral, a la creación de un Imperio milenario fundado en el principio de la Sangre y la Raza, y gobernado por una casta de Sacerdotes Iniciados.

Estos proyectos no fueron desechados, sino que fueron agendados y canalizados por diferentes organizaciones más o menos ocultas y revolucionarias. El DAP surge de la Sociedad Thule y del DAP surge el NSDAP, el partido de Hitler.
El problema es que no fue un simple partido político, allí se encuentra su secreto más profundo. Ni siquiera fue algo exclusivamente alemán como sostienen ciertos ignorantes. Fue una revolución dirigida primero a los alemanes, pero que por su esencia doctrinal, abarcaba a toda la indoeuropeidad en el sentido biológico del término. Alemania era el primer paso de esta Gran Revolución aria, el lugar donde nacería la Luz que permitiría la esperada Renovación, que finalmente desembocaría en una Nueva Edad Dorada, donde los germanos serían los primeros estandartes.

Hitler concebía el derecho de primogenitura de los arios, la revolución crearía un Nuevo Hombre, un Superhombre, dotado de poderes espirituales en total sintonía con las fuerzas de la naturaleza. En la visión ocultista, la Raza Blanca era el verdadero Pueblo Elegido de Dios. No había espacio para el pueblo judío.

El antisemitismo o antijudaísmo no era una excusa política, ni un chivo emisario para poder cumplir la agenda esotérica ariosófica.

La nueva revolución traería una visión Tradicional naturalista del mundo, en la cual los aspectos sensibles o materiales del mundo constituirían un reflejo de fuerzas invisibles e imperceptibles. Las fuerzas del mal y del bien operarían en este plano a través de los hombres. La Raza Blanca era la manifestación suprema de Dios en la tierra, aquella fuerza Creadora y civilizadora. Mientras que el pueblo judío era la manifestación suprema del mal, aquella fuerza destructora de todo lo bello y tradicional, aquella fuerza disolvente que todo lo corrompe y subvierte.

Hitler creyó siempre en el carácter maléfico de los judíos, ya desde su temprana edad nos cuenta en su libro “Mi Lucha” que quiso se sacerdote, y bajo las enseñanzas cristianas pudo advertir la malignidad deicida de ese pueblo. Pero su antijudaísmo transmutó en una visión meta-cristiana, adoptando un antijudaísmo biológico-místico en sintonía con las ideas más profundas que se barajaban en los círculos ocultistas ariosóficos.

Uno de los Iniciados, que luego traicionaría al partido por no comprender la lógica despiadada de la visión esotérica, fue Hermann Rauschning y sobre este punto diría de Hitler, en su libro “Hitler me dijo”: “su doctrina esotérica le hace una obligación de profesar acerca del judío un odio metafísico. Israel, el pueblo elegido por Dios, debía fatalmente ser representado como enemigo mortal del nuevo pueblo elegido ario, del pueblo arrodillado ante la naturaleza divinizada”... “Un díos echó al otro. Tras el antisemitismo de Hitler se desenvuelve verdaderamente una guerra de dioses”. Mediante la lucha contra el judaísmo, Hitler pretendía restaurar mediante una revolución, el orden tradicional -entendiendo esto como una primordial escala de valores- que existía en un período anterior a las repetidas subversiones introducidas en Europa por el judaísmo, ya desde antes del establecimiento del cristianismo.

En su tiempo Hitler fue visto como un Mesías, un Avatar, las muchedumbres le adoraban y lo consideraban un Salvador. El hecho de haberse salvado más de 5 veces de la muerte y la sucesiva cantidad de éxitos en la política, permitían a Hitler creer en su propia predestinación para cumplir con una Misión divina. Algunos cristianos vieron en Hitler el regreso mismo de Jesús que venía para ajustar cuentas con el pueblo deicida, los neopaganos lo veían como el Avatar que venía a salvar la Raza para llevarla a la plenitud de su estado espiritual y Gloria.

Pocos pensadores han advertido este carácter secreto de la revolución “nazi”, pues no han conocido estos aspectos ocultos de la historia. Hubo quienes sencillamente tildaron al nacionalsocialismo como el “último zarpazo de la modernidad”, cuando en realidad existía una visión esotérica que jamás conocieron. O que si conocieron y pretendieron ocultar con oscuros fines.

La revolución aria pretendía expandirse por el mundo, intentando llegar allí donde el hombre Blanco viviese. El enemigo debía ser al mismo tiempo mundial… Así el hombre blanco se debatiría por la supremacía mundial contra el judaísmo y su plan mesiánico. Los protocolos de Sion estipulan la esclavitud y el exterminio del hombre blanco mediante la subversión del orden, la mezcla de las razas, el fomento de la baja natalidad y medidas socio-económicas para lograr este fin y la supremacía judía.

En contraposición, los sabios místicos ariosóficos plantearon una revolución milenaria para evitar el exterminio de la Raza Blanca oponiendo una lucha a muerte contra el judaísmo, concebido primero, como un pueblo o antirraza, segundo como una fuerza espiritualmente decadente y destructiva.

Hitler dice en su libro “Si el judío…”, “…llegase a conquistar las naciones del mundo, su diadema seria entonces la corona fúnebre de la humanidad y nuestro planeta volvería a rodar desierto en el éter como hace millones de siglos. La naturaleza eterna venga inexorablemente la trasgresión de sus preceptos. Por eso creo ahora que al defenderme del judío lucho por la obra del Supremo Creador."

En un plano político se combatía la subversión internacional judía efectuada bajo la mascara del marxismo. En un plano metapolítco, se pretendía evitar el exterminio del hombre blanco que se realizaría por diversas fuerzas culturales, religiosas, económicas de carácter disolventes encabezadas por el judaísmo talmúdico-sionista-cabalista. Se pretendía no solo evitar el exterminio del hombre indoeuropeo, sino también se aspiraba a garantizar la gloria y supremacía mediante el establecimiento de un orden natural y tradicional. Uno de los medios para lograrlo era la difusión de la cosmovisión nacionalsocialista que combatía las diferentes fuerzas de la decadencia y serviría para “despertar” a los hombres en su ceguera burguesa.

Detrás de todas las ideas, existen dos razas enfrentadas a muerte que aspiraban a forjar un mundo acorde a sus respectivas aspiraciones mesiánicas. Detrás de cada raza, dos fuerzas metafísicas que dan vida a la historia. El triunfo de una u otra determinará el mundo cultural, económico, político en el que vivimos.

Hitler pretendía secretamente expandir el Imperio ariosófico a otros países. La propaganda antijudía, donde se denunciaba las verdaderas fechorías sionistas, serviría para difundir al mismo tiempo la doctrina racial biológica, despertando la conciencia racial, la que serviría como base para la instauración de un orden tradicional. En solo 12 años se logró dejar plasmado en la Historia el ejemplo de un Orden genuino de Soberanía racial, libre de influencia judaica, un modelo nunca antes visto que funcionó perfectamente, excluyendo la debacle de la guerra, cuya responsabilidad no es –como se nos quiere hacer creer- 100% de Hitler y los alemanes. Quedó mucho por hacer, la revolución cultural recién comenzaba y fue truncada por la llegada prematura de la guerra.

Hitler diría refiriéndose a los judíos: “Que lucha se da entre ellos y nosotros, simplemente esta en juego el destino del mundo”.

Desde 1933 hasta 1945 la Raza Blanca fue por primera vez Soberana y libre de toda influencia judía, alcanzando una Gloria jamás antes vista. Luego de 1945 triunfaron los aliados, es decir aquellos países liderados por EEUU que aún no habían sido liberados de la garra judía y permanecían esclavos a la agenda sionista. Es decir, luego de 1945 triunfó en última instancia, el judaísmo y su Orden Mundial. Este es el Sistema que hoy sufre el mundo, sin saber quien es el que mueve los hilos de la subversión mundial. No es casualidad que hoy día se haya demonizado a grado irracional el nacionalsocialismo. Bien saben los líderes actuales de la agenda global, cuanto podrían perder si se produce el retorno de aquella fuerza aún latente.

 

Segunda parte

Como vimos en la primera parte de este artículo, a diferencia de lo que piensan las mayorías, los aspectos que estuvieron ocultamente en juego durante la Segunda Guerra Mundial, fueron muchos más profundos de lo que se cree.

En aquel momento histórico se definiría el estilo y la cosmovisión que regiría por un buen tiempo los destinos de Occidente y gran parte del Mundo. Imperaría o el modelo judío o el modelo ario. La judería utilizó el poder de las naciones blancas “aliadas” para su propio beneficio, logrando con ello el triunfo sobre el Tercer Reich. El resultado fue la ascensión de sion y la decadencia de las demás naciones del mundo. Fue la implantación del reinado del materialismo, el capitalismo feroz, el consumismo, el hedonismo, el crimen, el mestizaje, la droga en la juventud, la degeneración sexual, la corrupción en los parlamentos democráticos, la contaminación, el aumento en índices de suicidio, el hambre, la muerte y la destrucción de todas las Identidades y tradiciones. Ese es el mundo actual que heredamos, producto de la victoria aliada en 1945. Este es el llamado “mundo libre”. La propaganda aliada nos informa que el mundo realmente opresivo y despreciable quedó sepultado bajo los escombros de la puerta de Brandeburgo. No debemos sino agradecer ciegamente a los aliados, por habernos liberado del peligroso demonio nazi. 

Para que nadie intente poner en duda la verosimilitud de la propaganda aliada, se intenta satanizar el nazismo y el racismo, evitando su cabal comprensión, y cualquier tipo de identificación con su causa. Mediante mitos y sofismas se logra este objetivo. Se apunta a inhibir el razonamiento frío.   

El primer mito que debemos desterrar, es el que afirma que el Nacionalsocialismo se trató de un asunto meramente alemán. Es decir, un asunto meramente “nacional” y “político”. Tal visión haría inexplicable la existencia de neonazis en el mundo entero.

Se equivoca quien cree, que Hitler y el nacionalsocialismo se dirigieron únicamente al hombre blanco Alemán.

El nacionalista burgués, suele rechazar estas ideas como “foráneas” sin siquiera saber que pensaba Hitler sobre “lo alemán”. Desconocen que Hitler tenía una visión metapolítica respecto a las fronteras políticas que definen las “patrias”, o “los países”. Veámosla, él dijo: “La Naturaleza no conoce fronteras políticas: sitúa nuevos seres sobre el globo terrestre y contempla el libre juego de las fuerzas que obran sobre ellos. Al que entonces se sobrepone por su esfuerzo y carácter, le concede el supremo derecho a la existencia”. Desconocen también que esta es una enseñanza del esoterismo ariosófico.

El modelo de Hitler debía ser suprimido, pues había emprendido una lucha jamás antes vista en todos los frentes del pensamiento y el Conocimiento, contra el modelo judaico que venía siendo forjado desde hacía siglos. En solo 12 años un solo hombre, seguido por un pueblo determinado a liberarse del yugo internacionalista, casi logra vencer un enemigo milenario. Hitler logró erigir un Sistema totalmente nuevo y a su vez vinculado a las raíces espirituales de Europa antigua.

Otro mito a superar, que solo es comprensible en clave metapolítica, es que no fue la debilidad de la weltanschauung nacionalsocialista lo que provocó la derrota en la IIGM, sino la aplastante fuerza material de un gran número de potencias mundiales que seguían la agenda globalista de sion. Sin embargo, a pesar de la gran diferencia material, el espíritu heroico de los alemanes y aquellas fuerzas europeas de la WAFFEN SS, sumadas a la tecnología de última que poseían y (las que debían de llegar) estuvieron a punto de lograr una resistencia victoriosa.

Muchas veces se le reprocha a Hitler haber provocado en vano la sangría del pueblo germano y europeo. Sugiriendo con ello, que el resultado final, en vez de beneficiar la Raza, contribuyó a destruirla. Quienes así opinan, demuestran desconocer absolutamente que es el espíritu heroico, y desconocen mucho más, cual fue el pensamiento íntimo de Hitler respecto a la Guerra. Claramente, las ideas del Führer tuvieron como base un pensamiento metapolítico, que los no iniciados pueden no entender.

En su libro secreto, Hitler dice: “..las naciones no se han extinguido en los campos de batalla; antes bien, las batallas perdidas las han privado de los medios necesarios para la conservación de la vida, o, mejor expresado, han dado origen a tal privación o no han podido impedirla.

En realidad, las pérdidas que surgen directamente de una guerra no están en modo alguno en proporción con las pérdidas que se derivan de una vida mala y poco saludable de un pueblo como tal. El  hambre silenciosa y los malos vicios matan en diez años muchas más gente que la guerra podría matar en mil. Pero la guerra más cruel es precisamente aquella que parece ser la más pacífica a los ojos de la humanidad actual, esto es, la pacífica guerra económica. En sus últimas consecuencias, esta misma guerra conduce a tales sacrificios que en comparación con ellos, incluso los de la guerra mundial se reducen a nada. Porque esta guerra económica afecta no solamente a los vivos, sino que alcanza con su zarpazo a todos aquellos que están a punto de nacer. Mientras que la guerra lo más que hace es matar un fragmento del presente, la guerra económica asesina el futuro. Un solo año de control de nacimientos en Europa mata a más gente que todas las que cayeron en campos de batalla, desde los tiempos de la Revolución Francesa hasta nuestro días, en todas las guerras de Europa, incluyendo la guerra mundial”.

Hitler buscaba crear mucho más que un pueblo “belicoso” como pretende la propaganda aliada. La guerra era considerada solo un medio, y no un fin en si mismo. La política no era concebida como en la actualidad, como “administración de la cosa publica”, sino el medio para conservar la Vida de un pueblo. La guerra entonces, era la continuación de esta idea por otras vías. Hitler era totalmente conciente que en las guerras, tras una selección natural, los mejores elementos raciales acudían voluntariamente al sacrificio de la lucha heroica, y que en la guerra se perdía gran cantidad de sangre pura. Hitler dice “De esta forma, el porcentaje de los mejores que mueren en una nación se ve incrementado desproporcionadamente, mientras que, a la inversa, el porcentaje de los peores elementos puede preservarse hasta el más alto grado. Por encima de los hombres extremadamente idealistas que están dispuestos a sacrificar sus propias vidas por la comunidad del pueblo, se halla el número de los rematados y viles egoístas que consideran la conservación de su propia vida personal como la tarea más alta de este vivir humano. El héroe muere, el criminal sigue viviendo.” “El verdadero estadista debe considerar tal hecho con preocupación y tenerlo en cuenta. Pues lo que fácilmente puede tolerarse en una guerra, en cien guerras lleva al lento desangrarse de los elementos mejores y más valiosos de una nación. Con lo cual las victorias se habrían conseguido realmente, pero, al final, quedaría un pueblo que ya no sería digno de esa victoria…” “..Por lo tanto los prudentes conductores políticos de un pueblo, nunca verán en la guerra el objetivo de la vida de un pueblo, sino únicamente un medio para la conservación de esta vida..” “..Si es necesario, cuando la vida de un pueblo está en peligro, los gobernantes no deben abstenerse de decidirse a derramar sangre hasta el máximo, pero deben tener siempre en cuenta que la paz tendrá algún día que reponer aquella sangre.”  

Esta misma era la filosofía metapolítica de la SS. No se trataba de un heroísmo ciego e irresponsable. El objetivo no era el heroísmo por heroísmo individual, sino el heroísmo para lograr la Gloria y Salvación del pueblo y un Ideal supraindividual.

La Orden Negra SS, llevaba en una facción una misteriosa calavera entre toda su simbología. La Calavera representaba esta idea, la capacidad para dar y recibir la muerte. “Puede morir en paz el que sabe que su clan y que todo lo que él y sus antepasados se han esforzado por alcanzar y han querido, encontrará su continuidad en sus hijos, (..) Lo que él ha recibido de la cadena de generaciones lo da a sus hijos y confiere así la vida eterna al pueblo y al Reich de los hombres luchadores y las mujeres fieles, guardianas de la especie y de la civilización.”
La calavera de la SS, simbolizaba la insignificancia de la muerte individual ante esa cadena eterna de hombres de ascendientes y descendientes que conforman la Raza, la vida estaba al servicio de la preservación de la raza blanca. La comprensión de este principio natural ario-pagano sobre la vida individual, permitía el dominio sobre la muerte.

De esta manera se comprende la idea metapolítica de la creación de los Lebernsborn (que significa: fuente de vida), aquellos centros reproductivos donde los soldados del frente, especialmente los SS, eran apartados brevemente del combate, para tener hijos de gran pureza racial aria, para así reponer, en la medida de lo posible, la sangre perdida en combate. Miles de arios nacieron de este modo.  

El anillo Totenkopf o Totenkopfring de la SS fue confeccionado a pedido de Himmler por Karl Wiligut conocido también como Weisthor (místico germano). Era un símbolo tangible de membresía en una orden que pedía completa obediencia y lealtad. El anillo estaba íntimamente relacionado a los rituales del Wewelsburg (el Castillo Iniciático de la SS). Himmler declaró que todos los anillos de todos los hombres y oficiales de los SS muertos o caídos en batalla debían ser devueltos para ser conservados en un arca en el castillo, como expresión simbólica de su comunidad y hermandad eterna. 

Luego de la Segunda Guerra Mundial, Alemania resurgió materialmente como ninguna otra nación en el mundo. En parte por razones externas (el plan Marshall), y en parte por razones internas, el pueblo alemán no había sido exterminado, su fuerza interior hizo posible en pocas décadas una Alemania Potencia mundial. Pero aquí está el detalle. Hitler no buscaba solo una raza materialmente rica y poderosa, sino también una raza espiritualmente rica y poderosa dotada de los valores tradicionales propios de un pueblo Orgulloso y Señorial. No se buscaba solo la creación de un superhombre biológico, sino también un superhombre con una escala de valores ascendentes, nobles y genuinamente europeos. De nada sirve la riqueza material, si el ambiente esta atestado de hedonismo, consumismo febril, mestizaje, individualismo y toda clase de degeneración como la que vemos actualmente en Occidente.

Hitler tenía una visión metapolítica, su idea era lograr con el nacionalsocialismo y su orden, una transmutación de todos los valores, aspirando a un mundo espiritualmente ascendente.

Por esta razón, el Tercer Reich pudo haber perdido materialmente la guerra, mas la Segunda Guerra Mundial, es para nosotros, los ariosóficos datahistas, la primera gran batalla victoriosa del Espíritu que logró manifestarse como nunca antes. El Espíritu nunca muere. Los poetas creadores, dejaron plasmado en el lienzo de la historia, la imagen imborrable, de un pueblo siguiendo un Avatar que luchó por un nuevo mundo. El Tercer Reich no se logró mantener materialmente, pero fue el primer intento. La esencia es invulnerable. La Idea continúa viva en el alma de todo guerrero espiritual. Aquella guerra no marcó el final, sino el comienzo de una Guerra Santa. Está todo por hacerse. Llegó la hora del Superhombre.

Despertamos esotéricamente en esta realidad, y nos hallamos rodeados de un orden alógeno que nos es ajeno. Tenemos dos caminos, o luchamos honrando la memoria y el esfuerzo de aquel Avatar y aquel pueblo heroico, o nos plegamos a esta esclavitud presente que nos impone Sion.