MITRE: HOMBRE FUNESTO PARA TRES REPUBLICAS

por La Gazeta  -  www.lagazeta.com.ar



19 DE ENERO DE 1906 - FALLECIMIENTO DEL TENIENTE GENERAL BARTOLOMÉ MITRE.

Si Mitre hubiera muerto sesenta años antes, nos hubiera ahorrado muchas vidas y sacrificios…y la historia sería otra.

“Bajo ningún gobierno sudamericano corrió más sangre que bajo el suyo: de orientales, de paraguayos, de brasileros, de porteños, de provincianos.” (Luis Alberto Herrera, Buenos Aires, Urquiza y el Uruguay.p.116)(A.G.Mellid.o.cit.p340)

El hombre que se inventó a si mismo.

“Solo Mitre, no reelecto, y derrotado en sus nuevas tentativas de rebelión, fue superior a todos los fracasos. Excluido de la política, politiqueó con la historia, exigiendo un anticipo de gloria para hacerle coacción a la posteridad. Es el caso más notable que se conoce de voluntad perseverante para la propia glorificación. Napoleón falsificando la historia en Santa Elena, es un infeliz comparado con Mitre. Napoleón disponía de una epopeya y de un Memorial. Mitre se inventó a si mismo. Toda su vida política, militar y literaria es la sugestión imperiosa de un megalómano”. (Carlos Pereira. Francisco Solano López. nota al pie p.118 / AGM.t.I.p.72)


BARTOLOMÉ MITRE (El farsante general)

Mitre era Argentino de casualidad. Hijo de modesta familia Uruguaya nació accidentalmente en Buenos Aires.

Como militar se destacó porque aún contando con fuerzas superiores, nunca ganó una batalla. Como político, su ascenso fue paralelo con el que hizo en la masonería. Como historiador contó y ocultó lo que le convino.

A los 14 años Bartolomé comienza a trabajar en una de las estancias de Rosas, "El rincón de López", regenteada por Gervasio Rosas, hermano del restaurador. El joven Mitre no logra adaptarse a la férrea disciplina de la estancia y es devuelto por Rosas a su padre con estas palabras: "Dígale a Don Ambrosio que aquí le devuelvo a este caballerito, que no sirve ni servirá para nada, porque cuando encuentra una sombrilla se baja del caballo y se pone a leer."

Durante la época de Rosas se dedicó a la literatura periodística defendiendo los argumentos unitarios, desde Montevideo, sin cruzar el charco. Participó durante la batalla de Obligado, pero no como soldado sino como observador. Tampoco lo hizo desde las baterías de Obligado ni de tierra firme, sino desde los buques ingleses que violaban la soberanía nacional. (”El grumete” lo apoda Carlos Saavedra Lamas)

“Los que cometieron aquel delito de leso americanismo (apoyar la invasión francesa), los que se echaron en brazos de la Francia para salvar la civilización europea, sus instituciones, sus hábitos e ideas en las orillas del Plata, fueron los jóvenes, en una palabra, ¡fuimos nosotros! ... Somos traidores a la causa americana, española, absolutista, bárbara... De eso se trata, de ser o no ser salvajes” (Sarmiento)

Apareció en Buenos Aires después de
Caseros henchido de ideas liberales y patrioterismo. Su pluma hábil y sus discursos, su pálida figura flaca y alta, (“El Tísico” lo apoda Urquiza) su traje de gabardina inglesa, su barba y melena larga le dieron cierto renombre de joven romántico, una especie de Don Quijote adaptado al Buenos Aires de la época, que provocó la adhesión y admiración de los jóvenes románticos que festejaban sus discursos ampulosos y lo acompañaban hasta su casa vitoreándolo, creyéndolo además un glorioso militar, sin su debida oportunidad hasta el momento. La búsqueda de gestas heroicas como pedestal para su política de charlatanes lo llevo buscar glorias que nunca obtuvo, y a perder a mano de un minúsculo grupo de indios mal armados, que con la tercera parte de las fuerzas en Sierra Chica le comieron hasta los caballos.

Coronel artillero y amante de las culturas foráneas, estudiaba las tácticas y estrategias de guerra científicas que se aplicaban en Europa, pero no daban resultados en estas pampas salvajes. Iluso, se veía a si mismo como una especie de genial estratega al estilo de Napoleón o Carlomagno.

Incapaz en el campo de batalla (“a Mitre no se le ocurre nada en el campo de batalla” diría D`Amico, oficial porteño.) pero dotado de un optimismo enfermizo lo hacia avanzar en el campo de batalla “hacia ningún lado”, como cuando las tropas enemigas se le habían esfumado en Cepeda y su terquedad no le dejaba ver que estaba totalmente derrotado, casi solo, de noche en le medio del campo y totalmente rodeado por el enemigo que le daba la oportunidad de escabullirse.

Escarmentado en todas las batallas que participó y más predispuesto a salvar el pellejo que a arriesgarlo lo llevaba a disparar antes de tiempo, como en Pavón cuando Urquiza le “regalaba” el campo de batalla y la victoria. “No dispare general, que ha ganado” diría el parte que lo alcanzaba en su huida furtiva, para enterarlo de la realidad.

Incapaz de matar una gallina con un cañón, era capaz de cazar dos leones con la charla, hacerlos pelear entre si hasta quedar extenuados y convencer al ganador que se sometiese manso, a sus concejos. Vencido en los campos de batalla era capas de transformar las derrotas en triunfos o en “heroicas retiradas”, buscar chivos expiatorios (Alsina) y volverse sobre el vencedor (Urquiza) y halagarlo hasta someterlo enredado en su política y su palabrerío. (a Urquiza, lo llamará el “Washington de la América del Sur”, para sobrealimentar su ego)

Falsificación de la historia

Como historiador engañó a generaciones enteras: Mitre había escrito la historia de Belgrano. (bastante criticada por Vicente Fidel López, en esa época) y Adolfo Saldías (Liberal, discípulo y admirador de Mitre), le propuso a Mitre (y éste lo alentó) continuar con la historia de la “tiranía” de Rosas y la “liberación” de Mitre Saldías se tomó las cosas en serio y revolvió todos los documentos de la época, y hasta el propio archivo de Rosas en Inglaterra, facilitado por Manuelita Rosas. Cuando terminó su Historia de Rozas, luego Historia de la Confederación Argentina, (basada en un estricto estudio de la documentación), le mandó orgulloso un ejemplar a Mitre para pedirle opinión sobre su investigación histórica; Mitre le mandó a Saldías una carta con una serie de gansadas y reprochándole entre otras cosas que no había mantenido los “nobles odios que todo liberal debe mantener a toda tiranía” ;o sea que para Mitre, la historia no se hace en base a “documentos”, sino a “nobles odios”. El loco Sarmiento fue más sincero: “Jovencito, no tome como oro de buena ley todo lo que hemos escrito contra Rosas. Nosotros éramos sus enemigos políticos” (JMR tVVII.p.187)

“Los federalistas no solo quieren que Buenos Aires no sea la capital sino que como perteneciente a todos los demás pueblos divida con ellos el armamento los derechos de aduana y demás rentas generales; en un palabra que se establezca una igualdad física entre Buenos Aires y las demás provincias, corrigiendo la naturaleza que nos ha dado un puerto, unos campos, un clima y otras circunstancias que le han hecho físicamente superior a otros pueblos, y a la que por las leyes inmutables del orden del universo está afecta cierta importancia moral de un cierto rango” (La Gazeta de Bs.As. 15-12-1819) (AGM.p.103) ¿Cuales eran las leyes inmutables del universo que condenaban a las provincias a pagar derechos de aduana para su comercio? ¿Por qué se adjudicaba Buenos Aires las rentas de un puerto y negaba el comercio a través de cualquier otro?

“...siendo Buenos Aires la única base posible de un gobierno general, el único centro de donde podría partir un impulso vigoroso y una inmensa masa de recursos puestos al servicio de la comunidad...” (Mitre. Historia de Belgrano II cap.XXVII.p.364) ¿A que “inmensa masa de recursos” se refería Mitre? La inmensa masa de recursos de la oligarquía porteña, eran precisamente los recursos de la aduana del puerto, cuyo beneficio debería haber pertenecido al interior. ¿al “servicio de que comunidad” se referiría Mitre? ¿a “su” comunidad? ¿a la comunidad británica? ¿a la comunidad masónica?

“Aquí en Buenos Aires se juega con los pueblos y se les ata como mansas bestias al carro de la fortuna de cuatro docenas de hombres…” (Gorriti. Papeles y Memoria, public.of. Jujuy 1936) A estos hombres Rosas los llamó “los quebrados y agiotistas que forman esa aristocracia mercantil” (Rosas a Estanislao López. Hacienda de Rodríguez, 12 dic. de 1828) “…los que han querido mantener en sus manos el monopolio del comercio exterior y en su cofre el producto de las rentas que le produce. El puerto único habilitado por las Leyes de Indias para el comercio exterior ha pugnado por mantener sus caducos privilegios. Esta es la verdad histórica. Este es el punto de partida de nuestra revoluciones.” (Benigno T. Martínez. Historia de Entre Ríos)

Hay que aclarar sin embargo que nos referimos “cuatro docenas de hombres” y no al pueblo de Buenos Aires o de la campaña, que tal vez fue la primer victima de la oligarquía porteña, también explotada y despreciada por la gente “ilustrada”. Vicente Fidel López, historiador liberal unitario, se refiere en estos términos despectivos hacia el pueblo; “En la provincia de Buenos Aires, excitada por el partido de oposición (Federal)...las muchedumbres de la campaña y la hez de los suburbios, repletos todavía de plebe desmoralizada…se contagiaban por instantes con el ejemplo de las provincias, y era de temer que de un momento a otro hiciesen explosión, en el seno profundo y sombrío de las masas, aquellos instintos vagos y bárbaros que se desatan….cuando esta clase de perturbaciones aflojan los vínculos de orden social…”(V.F.López. Hist.de la Rep.Arg, t.X.p.230)

No toda la oligarquía porteña fue “nativa del puerto”. También formó parte de esa oligarquía gente del interior, como el sanjuanino Sarmiento, los cordobeses Paz y Vélez Sarsfield, los tucumanos Avellaneda y Roca, los orientales Paunero y Flores, etc.

Por obra de Buenos Aires no somos los Estados Unidos del Sur, tan potentes y grandes como los del Norte; a la oligarquía portuaria y a los ideólogos del unitarismo se lo debemos. (García Mellid, Procesos a los Falsificadores de la historia del Paraguay-t.I.p.94.100)


Mitre y la corrupción y el fraude.

Después de Caseros,
Urquiza se instaló en la casa de Rosas en Palermo. Como Lavalle, para asegurarse el apoyo político repartió dineros públicos entre un numeroso grupo de oficiales y allegados. El reparto fue mayor que en 1829; también lo era el tesoro en 1852. Las órdenes de pago más modestas eran por veinte mil pesos. Don Vicente López y Planes cobró 200 mil pesos y aceptó asumir como gobernador de Buenos Aires.

He aquí una pequeña parte de la lista de los que recibieron los "incentivos de Urquiza", claro que con dineros públicos:

- Tte. Cnel. Hilario Ascasubi, 10 mil
- Cnel. Manuel Escalada, 100 mil
- Gral. Gregorio Aráoz de La Madrid, 50 mil
- ...
- Cnel. Bartolomé Mitre, 16 mil

Con el correr del tiempo y el fraude sería gobernador de Buenos Aires, “Encargado del Ejecutivo Nacional”, y más tarde Presidente. Adolfo Alsina le reprochará luego haber sido “presidente de hecho con facultades completamente dictatoriales”

"Consta de la administración del Gral. Mitre que nunca propuso, ni sus partidarios apoyaron, ningún proyecto de ley que tendiese a evitar, corregir y castigar los fraudes ni las violencias en las elecciones. Consta igualmente que durante esta administración fueron destituidos empleados superiores por no participar de la opinión del gobierno en una elección popular." (D.F. Sarmiento, "La Tribuna", 9 de octubre de 1874.)

"Después de la caída de Rosas, Buenos Aires fue educada en la practicas de la libertad por demagogos. El fraude, la falsificación de las urnas electorales vienen de 1852 por los comicios organizados por Mitre. Después de veinte años de este sistema Mitre se ha quedado solo en la República con sus paniaguados. En Buenos aires hay tal libertad de sufragios que ni a palos harán que el pueblo concurra a elecciones". (Sarmiento, siendo Presidente. Año 1872 ).

"Nuestra base de operaciones ha consistido en la audacia y el terror que, empleados hábilmente han dado este resultado admirable e inesperado. Establecimos en varios puntos depósitos de armas y encarcelamos como unos veinte extranjeros complicados en una supuesta conspiración; algunas bandas de soldados armados recorrían de noche las calles de la ciudad, acuchillando y persiguiendo a los mazorqueros; en fin: fue tal el terror que sembramos entre toda esta gente con estos y otros medios, que el día 29 triunfamos sin oposición." (Sarmiento, carta a Domingo de Oro, 17 de junio de 1857, en Peña, Milcíades, "La era de Mitre", Bs. As., Fichas, 1973.

“Como encargado del Ejecutivo Nacional”, en 1862 regresa a Buenos Aires al frente de la guardia nacional, declarando “¡Pueblo de Buenos Aires! ¡Os devuelvo por segunda vez intactas las legiones que me confiasteis en el momento de peligro!”. (por ser “guardia nacional” no había participado ni de una refriega), y le escribe a Gelly y Obes “La guardia nacional ha sido magníficamente recibida. Buenos Aires no recuerdan triunfo igual (¿?) .Menos fastuosos que los de la antigua República Romana, tal vez.”

Como presidente adopta una política liberalista de entrega al capital inglés. Entrega también los ferrocarriles, incluidos los ya construidos con capital nacional, como el “Oeste”, y al inaugurar la estación del “Sud” (1862) dirá en su discurso: “¿Quien impulsa este progreso? Señores: es el capital ingles” (Ver Los ferrocarriles )

“… (Argentina) hace veinticinco años que sigue rodando en la pendiente y en vez de contenerse, cada día aumenta la rapidez de su caída (...) Así, cada crisis es dominada aumentando las causas que la produjeron: el empréstito; la concesión de grandes negocios a capitales extranjeros; la hipoteca de todas las tierra públicas y de las particulares; la venta en Europa de las tierras nacionales y el aumento de los gastos de la Nación”· (Carlos D´Damico. exgobernador de Buenos Aires-1890).

Siendo ministro de Avellaneda, hablando de candidaturas, Roca le escribía a Juárez Célman, en julio de 1978: “Resumiendo: tenemos a Sarmiento, que no es una solución de paz para la República y que ya está bastante viejo. A Rocha, Irigoyen y a mí, que no podemos ser candidatos con probabilidades de triunfo y que seríamos muy combatidos. Yo también soy del mismo parecer: Mitre sería la ruina para el país. Su partido es una especie de casta o de secta que cree tener derechos divinos para gobernar la República. Tejedor, si no es jefe de partido y tiene el mal sentido de elegir palabras (…….), es hombre recto, honrado, y no tan terco ni indócil como lo condenan las exterioridades. Sobre todo creo que es la única carta que podríamos jugar con éxito (…..)”

Poco tiempo después, Roca cambia de opinión y en mayo de 1980, le dice a Juárez Célman: “El Congreso, avasallado como está por las Turbas a sueldo de Tejedor, no tenemos seguramente mayoría (...) Para vengarme de todo esto, no se me ocurre otra cosa que Sarmiento; y también, como asegurar las situaciones y fortunas políticas de nuestros amigos. El Loco se nos entregará de cuerpo y alma y nos dará todo lo que pidamos, (...) porque está poseído de la ambición más desenfrenada. Creo que con él, no evitaremos una guerra civil, pero no la haremos en mi nombre y así sería más seguro que los elementos militares de la Nación cayeran en nuestras manos; quitando así la sombra de complicidad conmigo (...) Aunque lo de Sarmiento no sea una resolución, conviene ir preparando hábilmente el terreno. Cuando nos veamos arrinconados, le clavaremos este agudo arpón en el medio del lomo a los señores mitristas, autores de todo esto, y seguiremos preparándonos en silencio y con disimulo para pasar el Rubicón en mejor oportunidad” (“Juárez Célman”. Agustín Rivera Astengo) (Extraído de “Los heterodoxos del 80” de J. Sulé)...la verdad que no tiene desperdicio



El desierto inconquistable - Sierra Chica, 31 de mayo de 1855

Durante la época de Rosas, prácticamente se habían terminado los malones, o se reducían a pillajes sin importancia, por los tratos que Rosas había hecho con los indios en 1833, entregándole mercaderías, yerba y caballos. Después de Caseros no se mantuvieron los acuerdos, y los indios reanudaron los malones, amenazando Bahía Blanca, 25 de Mayo, etc. Entre los caciques estaba Catriel y Payne, comandados por Calfucurá.

“Juan Manuel es mi amigo. Nunca me ha engañado. Yo y todos mis indios moriremos por él. Si no hubiera sido por Juan Manuel no viviríamos como vivimos en fraternidad con los cristianos y entre ellos. Mientras viva Juan Manuel todos seremos felices y pasaremos una vida tranquila al lado de nuestras esposas e hijos. Todos los que están aquí pueden atestiguar que lo que Juan Manuel nos ha dicho y aconsejado ha salido bien...” Discurso del cacique pampa CATRIEL en Tapalqué celebrando la llegada de Rosas al poder en su segundo gobierno. Extraído del libro “Partes detallados de la expedición al desierto de Juan Manuel de Rosas en 1833. Recopilado por Adolfo Garretón. Edit. EUDEBA. Bs. As. 1975.

“Nuestro hermano Juan Manuel indio rubio y gigante que vino al desierto pasando a nado el Samborombón y el Salado y que jineteaba y boleaba como los indios y se loncoteaba con los indios y que nos regaló vacas, yeguas, caña y prendas de plata, mientras él fue Cacique General nunca los indios malones invadimos, por la amistad que teníamos por Juan Manuel. Y cuando los cristianos lo echaron y lo desterraron, invadimos todos juntos”. Expresiones del Cacique Catriel, extraídas del libro “Roca y Tejedor” de Julio A. Costa.

(Ver
la vacuna antivariólica durante la época de Rosas )

¿Quien mejor que Mitre para darle un escarmiento a esos indios ignorantes que andaban maloneando en la campaña de Buenos Aires? ¿acaso no había ido Rosas en 1833 hasta Choele Choel y Neuquén?

En Buenos Aires la juventud liberal lo despide con un banquete,(como corresponde), donde Mitre promete “exterminar a los bárbaros”. Allá va entonces Mitre al frente de más de 900 hombres de infantería, caballería y dos piezas de artillería, pero al llegar a las proximidades de Sierra Chica, se topa con Catriel y Calfucurá al frente de 500 indios, que le aniquilan la infantería, le toman la artillería y le desbandan la caballería. El Tisico y el resto de la tropa que le quedaba, apenas pudo salvar el pellejo trepando a la Sierra Chica, inaccesible para la caballería. Los salvó la policía de Tandil que los socorrió y les abrió una vía de escape. (Se volvieron de a pie) Es curiosa la táctica de Mitre, que sale de Buenos Aires como “caballería” pero regresa como “infantería”.

No obstante esta derrota vergonzosa, Mitre llega a Buenos Aires donde es agasajado por Sarmiento en un banquete, (como corresponde), donde Mitre dice otra de sus frases célebres (como corresponde) “El desierto es inconquistable”

Mitre disimuló públicamente esta derrota vergonzosa, aunque en los partes no pudo disimular, (porque siempre hay algunos testigos batilanas) y el 12 de junio le informa a Obligado: “Para ocultar la vergüenza de nuestra armas (la vergüenza de Mitre será) he debido decir que la fuerza de Calfucurá ascendía a 600, aun cuando toda ella no alcanzase a 500; así como he dicho que la División del Centro no pasaba de 600, aun cuando tuviese más de 900, dos piezas de artillería y 30 infantes el día que tuvo lugar su encuentro en el que Calfucurá debió quedar destruido...He dicho también que por falta de caballos, pero debo declarar a usted confidencialmente que ese día los tenia regulares…Hasta ahora sabíamos que era un buen partido un cristiano contra dos indios, pero he aquí que ha habido quien haya encontrado desventajoso entre dos cristianos contra un indio.” (Scobie. La lucha.p.132 / JMR.t.VI.p.151)

Leyendo cuidadosamente las palabras del parte, y tomadas como de quien vienen, podemos deducir que los indios eran 250, las tropas 1800, la infantería 60 y las piezas de artillería cuatro. Y con jefes como ese, un buen partido era por lo menos cuatro contra uno. Respecto a los caballos, efectivamente ese día los tenia regulares ...¡cuando los tenia faltantes era al día siguiente!

Ver también: "Sierra Chica - Triunfo Grande" (versión del Pueblo MapuChe).


1859 Cepeda II o “La manera más insólita de perder una batalla”

Si no fuera por la sangre derramada por los pobres gauchos que entregaban su vida tal vez sin saber los motivos, los próximos episodios de la lucha de federales y porteños, en lugar de capítulos de la historia, bien podrían formar parte de una especie de miniserie tragicómica, apta para todo público.

Hacia tiempo que ambos bandos, divididos, se miraban con ganas, pero ante la falta de apoyo externo, ninguno de los dos se animaban.

Urquiza mientras tanto negociaba con Solano López, de Paraguay, para que le facilitara algunos vapores que le permitieran cruzar el Paraná, a cambio de reconocerle la soberanía paraguaya sobre el Chaco, pero el desconfiado Supremo quería primero “el reconocimiento” y después “los vapores”. Para cuando Urquiza le mandó a Luis José Peña con autorización para el reconocimiento, los porteños ya lo habían sitiado a Urquiza en Paraná y López le negó los vapores: “Urquiza está perdido. Se ha dejado sitiar en su propia capital y es imposible que reaccione. Todos sus planes han fracasado. Yo no he tratado con semejante gobierno. Los vapores que había ofrecido son ya inútiles, no los entrego” le hace saber López a Peña.

Urquiza, enfurecido, quiso tomarse la revancha con López, y de paso ganarse el apoyo inglés. López descubrió el complot de James Canstatt (Oriental de origen inglés) para asesinar a Solano López, y lo mandó preso. El cónsul Henderson de Asunción salió en defensa de “la libertad del súbdito ingles” pero López, que no era de arriar con el poncho, le contestó que “el ciudadano oriental Santiago Constatt estaba sometido como todo habitante, a las leyes del país”.

Como Henderson le retrucara “por la injusticia notoria”, López le mandó los pasaportes como para que baje el tonito de voz.

Más tarde Thornton se presentaría ante López para pedir explicaciones pero Don Carlos lo recibe “sentado y con el sombrero puesto” porque la Reina Victoria había recibido al representante paraguayo en el trono con la corona puesta, y él no era menos que la reina ni Inglaterra era más que Paraguay.

Urquiza vio entonces la oportunidad de vengarse de Solano López (su compadre) y de paso agarrarse de alguna tabla para seguir flotando, y le ofreció todo el apoyo a los ingleses: “si a consecuencia de la ofensiva conducta del gobierno del Paraguay, el gobierno ingles cree necesario enviar una expedición a la capital de esa república (Paraguay), Su Excelencia (Urquiza) no solo consideraría favorablemente tal procedimiento, sino que ofrecería todas las facilidades que estuviesen en su poder, tal como abastecer las fuerzas con carne y provisiones (¿un negocito?), permitir depósitos de carbón, etc. y hasta proporcionaría hombres y caballos si fuera necesario”, (los ingleses libras esterlinas y nosotros la sangre de los gauchos) agregando “que haría un gran servicio a la causa de la civilización obligando al presidente López a cambiar su política exclusivista por una más liberal (...)” (¡Flor de compadre tenía López!) Es de hacer notar que Urquiza ofrecía fácilmente “hombres y caballos” pero nunca un peso de su incalculable fortuna personal. Como los ingleses “ni le contestaron”, Urquiza se quedó en Paraná, encerrado en su casa, como loco malo, y sin atender a nadie.

La Confederación estaba construyendo una flotilla en Montevideo, financiada con fondos del barón de Mauá (el brasilero financista de Caseros, testaferro de Rothschild y virtual dueño de Uruguay). Por su parte Bs.As., que había artillado Martín García para cortarles el paso a la Confederación, les mandó dos naves a bloquearles el puerto de Paraná para que Urquiza no pudiera cruzar el río con su ejército, acantonado en Paraná. Con los federales encerrados en Entre Ríos la guerra estaba ganada sin pelear, y bastaba que Bs.As. mandara los bomberos a Santa Fe y dejarlo a Urquiza que se entendiera en su Mesopotamia.

El jefe militar natural de Bs.As., bien podría haber sido el experimentado general Hornos, pero los mitristas preferían darle a Mitre la oportunidad de una gloria militar (que nunca tuvo) que le sirviera de pedestal para sus ambiciones políticas. El argumento era que había que remplazar los militares “intuitivos” por militares “científicos” , en este caso el coronel artillero Mitre, que se había leído todos los libros de estrategia francesa. Al conocer estos argumentos para darle el mando a Mitre, el general Hornos, al mejor estilo de los geniales monólogos de Tato Bores, comentaría irónicamente: “Si el general en jefe quiere ganarle a Urquiza a la europea, acabaremos disparando a la criolla”. (Cárcano, JMR.t.VI. p. 267) Los hechos, bien pronto le darían la razón Hornos.

Encerrado entonces Urquiza en Paraná sin medios para cruzar el río, el ejercito porteño al mando del militar científico Mitre, con la orden del ministro de guerra (Obligado) avanzó “a la mayor brevedad posible” hasta San Nicolás, donde estableció su base. Era tal la euforia y confianza porteña, que Vélez Sársfield le encargó a Mitre “el caballo en que entre triunfante en Rosario para usarlo yo en esta primavera y verano”

Mitre se demoró inexplicablemente en San Nicolás, (tal vez armando su escritorio para redactar los partes de la próxima victoria, o repasando sus tácticas de guerra francesas) hasta que un hecho inesperado vino a cambiar la situación; en el vapor Pinto, una de las dos naves que bloqueaban Paraná, se produjo el levantamiento de un sargento y un cabo que entregó a los federales la nave con toda la oficialidad. El otro vapor escapó a Bs.As. tiroteado desde las batería de Rosario. Urquiza entonces rebautizó el vapor “9 de julio” y lo incorporó a la flotilla que desde Montevideo logró forzar a duras penas el paso de Martín García y remontar el Guazú. Tenía entonces Urquiza los medios para cruzar el río.

En el interín aparecería también como actor de reparto el representante norteamericano Yancey, que en agradecimiento de la mano que le dio anteriormente Urquiza en su entredicho con Paraguay, se ofrece como mediador. Hace varios viajes entre Rosario y Bs.As. sin conseguir nada de los porteños que se sentían fuertes con Urquiza del otro lado del Paraná y un militar “científico” en la orilla opuesta.

Con la flotilla, Urquiza pasa el río con 10.000 hombres, con el cintillo punzó de Rosas, aunque levemente cambiado el texto por “Defendemos la ley federal jurada. Son traidores quienes la combaten” que sonaba un poco más “civilizada” que aquella de “Viva la Santa Federación. Mueran los Salvajes Unitarios”

Mitre, que buscaba un escenario digno de sus futuras glorias, se traslada bordeando el arroyo del Medio hasta el campo de Cepeda, con un ejercito que, si bien con menos caballería, doblaba al de Urquiza en infantería, cañones y armamento. (El mayor ejército, descartando el de Caseros) Se establece entonces en Cepeda, donde Ramírez y López vencieron a Rondeau en 1820, que le pareció adecuado a su trayectoria histórica futura “Aquí fue la cuna del caudillaje, aquí será su tumba” diría Mitre pomposamente..

Mientras repasaba sus lecciones de estrategia francesas, mandó a la caballería que “vichara” el ejército enemigo, aunque sin dar batalla. Allá fueron Hornos y Flores con 4.000 jinetes, pero al encontrarse sorpresivamente con el ejército federal se desbandaron inmediatamente a los cuatro vientos. La caballería porteña “despareció como el humo. Sin combatir” dirá el parte de batalla en palabras del propio Mitre. Se cumplía entonces la profecía de Hornos: “Si el general en jefe quiere ganarle a Urquiza a la europea, acabaremos disparando a la criolla”

Mientras tanto Mitre, que ya se había decidido por la táctica francesa del “orden oblicuo”, formó sus tropas en el campo de Cepeda en esa formación defensiva: “ya verán esos gauchos ignorantes – habrá pensado el tísico – lo que es enfrentarse con una técnica “científica”. Atrás suyo puso la caballería que Hornos había alcanzado a salvar “disparando a la criolla”.

Urquiza, que había avanzado apresuradamente sin esperar el parque de municiones atrasado, se encontró de pronto frente al “orden oblicuo” del ejercito porteño, sin poder atacarlo sin municiones. Se quedaron todo el día mirándose, desorientado tal vez Urquiza (como había previsto Mitre) ante la nueva táctica porteña, sin entender porque no aprovechaba el momento el ejercito porteño. Es que Mitre, no podía atacar sin romper “el orden oblicuo” ...“a Mitre no se le ocurre nada en el campo de batalla” diría D`Amico, oficial porteño.

Cuando a media tarde llegó el parque federal, Urquiza avanzó su ejercito, pero en vez de hacerlo de frente, (tal vez en un gesto de caballerosidad, por no romperle las filas a Mitre) lo hizo por ambos flancos, rodeando al ejercito porteño. Mitre, que vio el Campo despejado, desenvainó su espada y al grito de “¡Victoria, Victoria!” avanzó hacia donde suponía estaba el ejército federal. Pero no tenía en frente ni el ejército federal y ni siquiera molinos de viento con quien pelear, de manera que al llegar la noche, decidió acampar. Estaba completamente rodeado por los federales.

Mitre no tenia idea de lo que había pasado: “recorriendo la línea la saludé vencedora en el campo de batalla” dirá, y entre vivas a Bs.As cantaron el Himno Nacional. Mientras tanto Urquiza, instalado en la propia carpa que Mitre dejó en Cepeda, y tal vez desorientado todavía por el “orden oblicuo”, se preguntaba que había hecho “el farsante general en jefe, cuya impericia se había puesto de manifiesto desde el primer momento” (Urquiza)

Conesa y Adolfo Alsina, mostrándole al "tísico" los fogones federales, apenas logran convencerlo que estaban vencidos y completamente rodeados por una fuerza sumamente superior.

En consejo de oficiales lograron convencerlo a Mitre de que al menos dejara escabullirse en la noche a Conesa con 2.000 infantes, que recorrieron las 16 leguas que los separaba de San Nicolás en solo 15 horas, menos de la mitad de las 36 horas que empleara Rondeau en su disparada de 1820.

Mitre con su verborragia habitual la llamaría “la heroica retirada”. Algo de razón tenía: recorrer esa distancia a pie, de noche y a campo traviesa, vadeando arroyos y lodazales, arrastrando 10 cañones, y a un promedio de 5,3 km./h., era una verdadera proeza, digna de laureles en otro tipo de competencias.

Mitre, que todavía no se convencía de la derrota, o no quería convencerse, pidió "la lapicera de escribir partes de victoria" y le comunicó a Obligado, en San Nicolás, que a pesar de la “cobarde dispersión de la caballería" había “aniquilado al enemigo” y se retiraba “con la infantería y artillería en completo orden” (por supuesto no le decía nada de todo lo que había dejado atrás: todo el parque casi completo en el campo de Cepeda, incluido 5 cañones al vadear el arroyo del Medio)

El siguiente desorientado fue Obligado, que totalmente confundido con los victoriosos partes adelantados por Mitre, lo esperaba como triunfador en San Nicolás con las fanfarrias, pero al ver llegar las maltratadas tropas y enterarse un poco más, se quedó “como pollo que lo cambian de patio”.

Decidieron entonces embarcar las tropas a Bs.As. y Mitre, aun no vuelto a la realidad, redactaba otro parte de batalla “No había conseguido un triunfo completo” pero lograba “salvar en el Campo de batalla el honor de nuestras armas y las legiones que el pueblo me confió en el día del peligro devolviendo a Buenos Aires todos sus hijos cubiertos de gloria” Nunca se supo a que honor ni a que gloria se refería. Como para confiarle “los hijos en los días de peligro” !!!

Lo que tampoco nunca se supo, es porque Urquiza no aprovechó la fácil ocasión de coparle totalmente todo el ejercito, incluido a Mitre, y lo dejó escapar. Tal vez prefería que sigan los mitristas en Bs.As. antes que surja un federal que le hiciera sombra, o tal vez, prefería dejarlo escapar para vencer fácilmente en la próxima batalla al “farsante general en jefe” (soldado que huye sirve para otra batalla)

Los dispersos de la caballería de Cepeda llegaban a Bs.As. esa misma noche con la noticia del desastre, y en la confusión hasta daban por muerto a Mitre, desparecido a Hornos y suicidado a Conesa. Pero Mitre, acostumbrado a las derrotas militares en el campo de batalla y a las victorias militares en el campo literario, se encargaría de levantarle el ánimo a los decaídos porteños.

El 25, tras 32 horas de remo por el Paraná, llega Dardo Rocha a Bs.As. “fatigado pero lleno de patriotismo como el guerrero de Maratón” (No faltaban entre los mitristas las comparaciones heroicas con Carlomagno, Napoleón o “el guerrero de Maratón”) Como Rocha encontró la casa de gobierno vacía, se fue hasta el domicilio de Alsina, que estaba con visitas tratando de tragarse el sapo de la derrota. Como escuchara que traían un parte del “general en jefe” pidió lámparas para leer el parte, y levantado el ánimo imprevistamente, dio la noticia de la victoria a la prensa, y comenzó la euforia de los festejos, equivocados por cierto.

Luego llegaría el segundo parte de Mitre: “Si la fortuna o la composición o número de los elementos puestos bajo mis órdenes no me han permitido obtener un triunfo completo, tengo la satisfacción de haberme batido uno contra cuatro, y de haber salvado casi intactas las legiones que el pueblo me confió en el día del peligro” Lo que no le había permitido a Mitre “obtener un triunfo completo”, no era por deficiencias en “la composición o número de elementos puestos bajos sus ordenes” sino más bien otras cosas que siempre le faltaron. Considerando que el número de hombres en lucha era similar, lo que nunca se supo es si Mitre dijo “haberme batido uno contra cuatro” por agrandar una victoria (de la que estaba convencido equivocadamente), por disimular la completa derrota o porque en el susto de la noche había visto tres fantasmas que se agregaban al ejercito enemigo. Era tal el triunfalismo de Mitre, que hasta dio a publicidad una carta a su esposa, donde le decía que a pesar de verse reducido sus efectivos por la “deserción” de la caballería, le bastaron los dos tercios restantes para “quedar dueño del campo”. No se sabe quien sería el “dueño del campo” de Cepeda, pero la derrota de Mitre fue completa, y su desempeño lamentable y ridículo.

Pero la literatura de Mitre en sus “partes de batalla” habían trasformado para los porteños la derrota en “un triunfo Romano” y sin reparar en el estado de las tropas ni en su reducido número, vivaban al nuevo héroe y su “gloriosa retirada” y hasta se acuñaron medallas conmemorativas con la leyenda “Vencedor de Cepeda – 23 de octubre de 1859” A la hora de diseñar el cuño, seguramente el acuñador debe haber dudado si poner la figura de Mitre o la de Urquiza.

Sin embargo las noticias traídas por los oficiales de la escuadrilla no eran tan alentadoras, y hablaban de un completo desastre militar. Las tropas de Urquiza estaban a las puertas de Bs.As. y de un momento a otro vendría Urquiza a clavar el asador frente al fuerte de Bs.As. sin ninguna dificultad. Así y todo el optimismo liberal no disminuía, y “Tribuna” decía que, sin infantería, “el gaucho entrerriano podría solamente robar vacas, su ocupación favorita” Mientras tanto en Bs.As. circulaban los partes de Urquiza, que modestamente atribuía su triunfo a la “impericia del farsante general”, que le dejan veinte piezas de artillería, dos mil prisioneros, todo el parque, municiones, bagajes y hasta la propia carpa de Mitre. Mariano Varela reclamaba: “que se termine con la farsa, y se diga si Urquiza se viene o no se viene”

Pero el reverso de Mitre, (que lo que perdía en la batalla lo ganaba en la literatura), era Urquiza, que lo ganado en el campo de batalla lo perdía en los tratados y negociaciones posteriores, (que no se cumplirían) mareado ante los argumentos de los doctores. Así es que, con indulgencia, dice que “Ofrecí la paz antes de combatir y de triunfar. Dos mil prisioneros tratados como hermanos, son la prueba que os ofrezco de la sinceridad de mis buenos sentimientos y de mis leales promesas” y tal vez tratando de ganarse el agradecimiento del pueblo porteño (que siempre lo rechazó) agrega que “No vengo a someteros bajo el dominio arbitrario de un hombre. Vengo a arrebatar de vuestros mandones el poder con que os conducen por una senda extraviada. (…..) desde el campo de batalla os saludo con el abrazo de hermano. Integridad nacional, libertad, fusión, son mis propósitos”. De nada le servirían esas palabras grandilocuentes tiradas al vacío, porque los porteños comenzarían a cavar trincheras, no se sabe si para defenderse o “desaparecer”.

Alsina pretende remplazar a Mitre por Conesa para la defensa, pero Mitre, a excepción de las cargas de caballería, resiste cualquier cosa, y la prensa ataca a Alsina y su “gobierno infatuado y ciego” que no había facilitado a Mitre una “composición o número de elementos” suficientes para “completar la victoria.”

Apareció entonces el milagro que necesitaba Bs.As. para que Urquiza no paseara su caballería hasta el centro de la ciudad: Solano López, que ofrecía sus oficios de mediador. Los porteños, viendo de cerca a “la montonera”, aceptaron en principio la mediación, aunque seguía el aire triunfalista en la prensa, que pensaba resistir con los 2000 hombres vapuleados en Cepeda, los 16.000 que Urquiza había puesto a las puertas de Bs.As. Alsina pidió a la legislatura “los medios necesarios para una resistencia heroica”, pero la legislatura, en vez de “los medios necesarios” le mando “una comisión que le exigía la renuncia”, cosa que Alsina presentó en el acto.

La cosa no fue tan fácil en el bando federal; Urquiza, que en principio aceptaba la mediación, no quería detener su marcha mientras los porteños cavaban trincheras apresuradamente. La discusión fue tan agria que Urquiza y López casi se van a las manos. “Se cruzaron palabras inspiradas en hondo descontento – relata Guido – que hubo de degenerar en una seria desavenencia. El Doctor Delfín Huergo, que presenciaba la escena, salió a buscarme y me halló cerca; me pidió encarecidamente que entrase a cortar, si era posible, el progreso de aquel disgusto…y tuve la fortuna de que, aclarados los puntos de disidencia, los ánimos se calmaran.”. Por fin López convenció a Urquiza para que dejase a los liberales en Bs.As. Caro le costaíra a Solano López su gesto, sufriendo luego la por los mismos actores la
guerra del Paraguay .

Solano López recibió agradecimientos y agasajos por la mediación lograda; Urquiza le regala la espada de Cepeda y Mitre le hace un álbum en su honor. Pero no necesitaría López esperar hasta 1865, (con motivo de la guerra de la triple alianza ) para comprobar la ingratitud porteña. Le bastarían unos pocos días, cuando terminada la mediación, se embarca en el Tacuarí para regresar a Paraguay, y es cañoneado por un buque ingles en la misma rada del puerto de Bs.As. tomándose la revancha por el asunto de Canstatt. López presentó un nota de protesta: “Hollados lo principios del derecho internacional y marítimo, pido a V.E. se sirva aclarar si responde de la inviolabilidad de su rada”. Tejedor contestaría despectivamente que “sus gestiones con la escuadra inglesa no habían tenido resultado” y que el gobierno “no conocía de las relaciones entre la república del Paraguay y el reino de Inglaterra” Probablemente en esta respuesta se inspirarán las generaciones futuras para acuñar la conocida frase popular del “Yo, Argentino” López, después de salvar a los porteños, se volvería a Paraguay por tierra.

Finalmente se llegaría al pacto del 11 de noviembre de 1859, que los porteños no cumplirían, fieles a su tradición de que lo prometido ayer, y firmado hoy, no debía ser necesariamente cumplido mañana.

El pacto de 11 de noviembre, en resumen establece tres cosas principales: 1) la reincorporación de Bs.As a la Confederación 2) cedía la aduana a Bs.As. a la Nación 3 ) se retiraría de la provincia de Bs.As. el ejército de la Confederación 4) elegiría representantes para examinar la constitución. Retirado el ejército de la Confederación, Bs.As. no cumpliría con las otras.

En los quince días convenidos Urquiza embarca su ejército para Entre Ríos con un manifiesto de despedida y disculpa a los federales porteños que dejaba en la estacada. Hablando de “transacción honorable” y que deben dejarse de lado “aspiraciones individuales (...) por interés del país, por los altos principios que han armado la nación” “ por la civilización y la humanidad” , aclarando que la guerra había sido “para borrar las calumnias que se han lanzado contra mi nombre” como si la guerra debiera hacerse para limpiar las calumnias del nombre de Urquiza. Como veremos, no solo no se limpió ningún nombre, sino que luego se ensuciaría más, y no solo de calumnias.

Mitre diría entonces al día siguiente que “Los sucesos han hecho del general Urquiza el hombre más expectable de la República Argentina...” y más tarde lo llamará “El Washington de Sudamérica” (ya lo empezó a envolver alimentando su incorregible vanidad ) Sin embargo dirá también que “...nadie puede jactarse de habernos impuesto la ley…” y algunos porteños inmediatamente disgustados con “quienes transigieron con el vandalaje” querían seguir la guerra contra el “tirano” . No pararían hasta no salirse con la suya imponiendo al resto del país “sus hombres y sus leyes.”


DE CEPEDA A PAVÓN

Quedaría así formado un triángulo que seria fatal para el país: Urquiza, que se había tomado en serio lo de "Washington Sudamericano", Mitre que intrigaría de cualquier modo para dominar “los trece ranchos” y el presidente Derqui, haciendo equilibrio entre ambos, no sabría por quién jugarse, y desatada la lucha terminaría aplastado entre los dos bandos. En realidad sobre este triangulo hay otro personaje: el ingles.

Mitre invita a Urquiza y Derqui a Bs.As. a presenciar el desfile de las tropas en la ciudad. Urquiza concurre creído de si mismo. Compra propiedades en Bs.As. y se dispone a disfrutar del título de "Washington". Thornton informa que Urquiza “desea retirarse de la vida pública y asegurar su posición y sus bienes contra cualquier contingencia futura”

El 21 de julio la masonería le confiere a Mitre y Sarmiento el grado 33 y en la tenida del 27 el mismo grado a Urquiza y Derqui que abrazándose (quien lo hubiera creído) juraron “obligación por todos los medios posibles a la pronta y pacífica constitución de la unidad nacional” Sin embargo se extrañaría Guido en correspondencia a su esposa: “Quién diría que el general Urquiza y el presidente Derqui se sentarían juntos con el general Mitre y con Sarmiento como íntimos amigos? ¡Mucho he visto y muy raro en cincuenta años de revolución, pero nada ha sido tan inopinado!”

Poco duraría la efusión de estos abrazos. Los protocolos cedían a Derqui las mejores ubicaciones en banquetes y recepciones y “Durante la permanencia en Buenos Aires los celos del general Urquiza con el presidente Derqui aumentaron considerablemente. Un presentimiento y una sospecha constante agitaban al general Urquiza: el temor de que Derqui y Mitre se pusiesen de acuerdo para destruir el prestigio y su influencia” (Juan Coronado, secretario de Urquiza) “El general Urquiza que posee el prestigio de una inmensa fortuna y el prestigio militar y el poder…no se convence que ya no es el presidente de la Confederación y se necesitará mucho tacto del señor Derqui para prevenir que no se convierta en una brecha en cuyo caso Urquiza buscará el apoyo de Buenos Aires” (informe de Thornton a Londres) Pero la brecha ya se había producido, y tal vez siempre existió.

Alberdi no acepta el ministerio de hacienda y Derqui le da la cartera a Norberto de la Riestra (empleado inglés) Los liberales, dueños de la aduana, quedaban ahora también el frente de las finanzas de la Confederación.

Urquiza después de Caseros, pese a todo, era el jefe de los federales apoyado por los gobernadores de “los trece ranchos” sobre todo por fuertes caudillos como Brizuela, Juan Pablo López y el Chacho Peñaloza. Pero ahora se sentía por encima de eso, y quería asumir el papel que creía le habían otorgado, “el padre de la patria”, “el Washington de Sudamérica” “he protestado no pertenecer a partido alguno y quiero mantener mi resolución” (carta a Mitre agosto de 1860) “yo no pertenezco a partido alguno”(5-1-1861) Creía estar por encima de todo sin advertir que no descansarían hasta verlo fuera del juego. Decoró su palacio con frescos de sus batallas donde Carril alimentaba su vanidad comparando el genio militar de Urquiza con el de Napoleón.

Mitre era una rara mezcla de poeta, periodista, historiador, romántico y amante de las culturas extranjeras, estudioso de la tácticas militares europeas pero incapaz de ganar una batalla, y de discursos grandilocuentes, capas de trasformar sus derrotas militares en “heroicas retiradas” se había ganado al admiración de los liberales que lo llevaron a la gobernación de Buenos Aires (aunque con métodos nada democráticos) y que lo transformaron en juez y parte de la sorda lucha con Urquiza y Derqui. Intrigante adulaba al primero para mantenerlo bajo su influencia y manejaba al segundo, (ex-unitario-liberal) para ponerlo de su lado.

Urquiza, que había jugado de visitante en Buenos Aires el 9 de julio, quiso jugar de local, invitando a Mitre y Derqui al Palacio de San José. Los periódicos hablaban de “La trinidad gubernativa” pero cada uno llevaba agua para su molino. Mitre le obsequiaba el bastón de gobernador de Bs.As. a Urquiza y este lo quería convencer a Mitre que gobernaran prescindiendo de Derqui; Derqui, haraganeaba en su cama y recibía a Mitre en reuniones misteriosas.

Coronado, secretario de Urquiza, relata que: “En la mañana del 14 de Noviembre el General Urquiza entró en la secretaría cuando dormían todos los huéspedes de San José, y no encontrándolos allí nos mandó a llamar. El general se encontraba sofocado por la rabia y necesitaba hablar para desahogarse. Ocurrimos a su llamado. Después de preguntarle cómo había pasado la noche nos dijo: Mal. No he dormido sino una hora, o más; tengo la cabeza preocupada con tanta picardía. Esperando una explicación sobre el sentido de esas palabras, guardamos silencio. Después de un pequeño intervalo, el general continuó: ¿No se ha fijado usted en el manejo de estos pícaros? Hace cuatro días que están en mi casa, y hasta ahora ni uno ni otro me han hablado una palabra de política, ellos creen que no me fijo, pero se engañan. Dos veces he entrado en el cuarto del Doctor Derqui y lo he encontrado hablando con Mitre. Cuando me han visto han cambiado de conversación. Y he estado tentado de hacerles saber que no soy lo que piensan. (Coronado, Misterios de San José).

A nada bueno podría llegarse con estos personajes.

“En resumen la conferencia que tanto ha llamado la atención se ha reducido a comer pasear y bailar. El presidente dormilón ha dormido en efecto…el general Mitre ha tomado Campo. Si desaliento había antes de la conferencia, si todos temían por la situación, esos temores han aumentado considerablemente” (de la Peña a J.M. Gutierrez) “La conferencia de San José no nos ha dejado contentos. Parece que el general ha tenido serias y muy desagradables palabras con el presidente. No han quedado mejor entendidos que antes, al contrario, Se ha reconocido por el ámbito Mitre y por el presidente que el triunvirato con el Capitán General no puede durarles” (Lucero a Pujol)


NO DISPARE GENERAL, QUE HEMOS GANADO - (PAVÓN) (17 de Septiembre de 1861)

Chocan cerca de la estancia de Palacios, junto al arroyo Pavón en la provincia de Santa Fe, los ejércitos de Urquiza y Mitre. A Urquiza, a pesar de Caseros, lo rodea el pueblo entero; Mitre representa la oligarquía porteña. Aquél es un militar de experiencia, éste ha sido derrotado hasta por los indios en Sierra Chica. El resultado no parece dudoso, y todos suponen que pasará como en Cepeda, en octubre de 1859, cuando el ejército federal derrotó a los libertadores.

Parece que va a ser así. La caballería de Mitre se desbanda. Ceden su izquierda y su derecha ante las cargas federales. Apenas si el centro mantiene una débil resistencia que no puede prolongarse, y Mitre como Aramburu en Curuzú Cuatiá, emprende la fuga. Hasta qué le llega un parte famoso: "¡No dispare, general, que ha ganado!". Y Mitre vuelve a recoger los laureles de su primera – y única – victoria militar.

(Ver
Batalla de Pavón )


El genio invisible

¿Que ha pasado? .. Inexplicablemente Urquiza cedió la victoria. Lentamente, al tranco de sus caballos para que nadie dude que la retirada es voluntaria, ha hecho retroceder a los invictos jinetes entrerrianos. Inútilmente los generales Virasoro y López Jordán, en partes que fechan "en el campo de la victoria" le demuestran el triunfo obtenido. Creen en una equivocación de Urquiza. ¡si nunca ha habido triunfo más completo! Pero Urquiza sigue su retirada, se embarca en Rosario para Diamante, y ya no volverá de Entre Ríos.

¿Qué pasó en Pavón?.. Un misterioso norteamericano de apellido Yateman fue y vino entre uno y otro campamento la noche anterior a la batalla concertando un arreglo. Urquiza quedó montado en su caballo, “clavado como una estaca” en un bajo, hasta que estuvo definida la batalla a su favor, para tocar luego retirada y volverse al tranco a Entre Ríos, en una actitud que sus generales no podían entender.

Nada tiene que ver lo que dice Urquiza en el parte de batalla, que abandonó la lucha "enfermo y disgustado al extremo por el encarnizado combate“. El parte de Urquiza no nombra a Yateman y un arreglo previo, pero sin embargo confiesa: “V.E. puede apreciar en la sinceridad de esta relación las causas independientes de mi voluntad que han obligado mi retirada y mi presencia en Entre Ríos, que no será inútil para asegurar le éxito de la campaña y el afianzamiento de nuestras instituciones.”

El misterio de Pavón finalmente quedará develado el 29 de septiembre de 1868 por boca del propio Mitre, cuando en un banquete de la masonería, recordando la tenida del 21 de julio de 1860 (anterior a Pavón) dirá en su discurso “Cuando nos alejamos de las puertas del templo, nuestras espadas salieron de la vaina para cruzarse en los campos de batalla, pero aún sobre esa desgracia y esa matanza, el genio invisible batió de nuevo sus alas…". Fue el mismo “genio invisible” que dirigió la matanza del gauchaje federal de las provincias y el mismo “genio invisible” que armó el genocidio del Paraguay.

Cabe recordar que la tenida secreta del Supremo Consejo de Masónica del 21 de julio de 1860, es la que otorga el Grado 33 a Mitre, Urquiza, Sarmiento y Juan Gelly y Obes; El Gran Comendador era José Roque Pérez. Nótese la actuación directa que tuvieron en la guerra del Paraguay todos ellos, incluido Roque Pérez que representó a Sarmiento en la ceremonia de instalación del gobierno títere en Asunción, luego de la guerra. (JMR.Hist.Arg. / A.G.Mellid. Proceso a los falsificadores de la Historia. t.I.p.335 y A.Lapas. La masonería en la Argentina”.)

“Esta vez también el general Urquiza supo dar la victoria a las armas de la Confederación, en los campos de Pavón. Pero no obstante eso, el general victorioso, en magnifico gesto de autosacrificio y renunciamiento se retiró a Entre Ríos dejando el campo de batalla a las fuerzas opuestas comandadas por Mitre, convencido que esa era la única manera de terminar con las disidencias y obtener la meta ideal de la pacificación definitiva” (A.Lappas. La Masonería Argentina.p.384) “Magnifico gesto” el de Urquiza para obtener la “pacificación” con la sangre de los gauchos.


TERRORISMO DE ESTADO

El gobierno centralista de Buenos Aires no se contentó con reemplazar y aplastar los gobiernos provinciales sino que se dedicó a exterminar sistemáticamente a opositores políticos, sospechosos y hasta a los pobres gauchos.

Sarmiento fue un terrosita de estado, y Mitre uso el odio de Sarmiento: "Hemos jurado con Sarmiento que ni uno solo ha de quedar vivo" (Mitre en 1852).

En 1856, en los campos de Villamayor, Mitre hae fusilar al ilustre general el ejército Jerónimo Costa y todo su estado mayor, oficiales y suboficiales en número de 126, que se habían rendido. Y después dice representar la “civilización”

"Tengo odio a la barbarie popular... La chusma y el pueblo gaucho nos es hostil... Mientras haya un chiripá no habrá ciudadanos, ¿son acaso las masas la única fuente de poder y legitimidad?. El poncho, el chiripá y el rancho son de origen salvaje y forman una división entre la ciudad culta y el pueblo, haciendo que los cristianos se degraden... Usted tendrá la gloria de establecer en toda la República el poder de la clase culta aniquilando el levantamiento de las masas". (En Buenos Aires, 1853; Carta a Mitre del 24 de Septiembre 1861)


La guerra de policía

El interior en general se revela contra el gobierno nacional, y quieren romper la alianza con Brasil. Se levanta entre otros el
Chacho Peñaloza y Felipe Varela . Solamente Urquiza se mantiene en San José, haciendo sus “negocios con la guerra”. Se reúne el congreso y declara una “guerra de policía”

“Todos los individuos que tomaran las armas o hayan tomado parte en la ejecución de atentados cometidos por los revolucionarios de Mendoza…y todos los que en cualquier punto del territorio sujeto a la jurisdicción nacional contribuyan con actos deliberados a estimular, fomentar o mantener aquel estado de anarquía, serán considerados como rebeldes y traidores a la patria, y sometidos por la fuerza a la justicia nacional para ser juzgados como tales con toda severidad de las leyes” (19-01-1867)

Pero Mitre ni siquiera se conforma con esta ley, y lejos de cumplirla, nombra a Sarmiento director de la guerra y le dice: “quiero hacer una guerra de policía. La Rioja es una cueva de ladrones que amenaza a todos los vecinos y donde no hay gobierno que haga la policía. Declarando ladrones a los montoneros sin hacerles el honor de considerarlos como partidarios políticos ni elevar sus depredaciones al rango de reacciones, lo que hay quehacer es muy sencillo” . Tal vez para no comprometerse, no se lo dice directamente, se lo insinúa, pero el loco Sarmiento, que además de buen entendedor, resentido y racista como es, siente un odio visceral hacia el gauchaje, no necesita mucho para embalarse, comienza una masacre salvaje contra el gauchaje de las provincias.

Siendo Sarmiento director de la guerra y gobernador de San Juan declara la intervención de las provincias vecinas. Como no tenía atribuciones para eso, recibe la queja del ministro Rawson y Sarmiento le contesta a Mitre (presidente) “Todo lo que nos divide es que yo he sido siempre hombre de gobierno y usted no. Ni quiere, ni acaso pueda serlo”

Sarmiento declara el estado de sitio en las provincias vecinas y se dedica a confiscar bienes y exterminar opositores y a los que supone cómplices de los federales. Como Mitre trata de pararlo Sarmiento dice: “Yo mande a ejecutar Baouna (estanciero de tradición federal), el gobernador de Mendoza por mi orden ha hecho ejecutar la sentencia a un Fonsalida (también estanciero), Sandes (uruguayo al servicio del ejercito de línea) ejecutó a Minuel (un paisano) en las Lagunas”; Amparado en el estado de sitio manda a matar por abigeato a un pobre paisano “a la pena ordinaria de muerte que se ejecutará a tiro de fusil en la plaza principal de la ciudad, debiendo ser descuartizado su cadáver y puesta su cabeza y cuartos en los diversos caminos públicos” (J. Victorica) y se jacta ante Mitre “Es de admirar la pasión con que la chusma ha entrado en el movimiento, fusilaré media docena de pícaros”

Irrazábal (del ejercito de línea) toma a siete paisanos partidarios del Chacho Peñaloza (retirado de la lucha) “y acto seguido se les tomó declaración” en el “cepo colombiano”, (que consiste en poner al hombre en cuclillas y con un fusil al hombro atarlo con cuero mojado hasta que muere descoyuntado). Seis mueren en el tormento y el séptimo revela el paradero del Chacho, retirado de la lucha en casa de una familia. La partida de Vera lo sorprende desayunando con la familia: “¿Quien es el bandido del Chacho?” preguntan. “Yo soy el general Peñaloza, pero no soy un bandido” y entrega su cuchillo. (Peñaloza tenía el grado de general otorgado por Urquiza) Sin mediar palabra Irrazával toma una lanza y la clava en el vientre del Chacho que se entregaba desarmado, en presencia de la familia y la hijastra menor. Le saca una oreja y se la manda de regalo a Natal Luna (de La Rioja) y le corta la cabeza y la pone en una pica en la plaza de Olta. Sarmiento premia a Irrazával y Vera con un ascenso.

Es tan alevosa la muerte que en Buenos Aires se levanta una protesta por la forma, pero “el loco” Sarmiento, descontrolado, refiriéndose a la muerte del Chacho le escribe a Mitre: “he aplaudido la medida precisamente por su forma” ya que “es legal matar a lanza y cuchillo” y “sin cortarle la cabeza a aquel inveterado pícaro y ponerla a la expectación, no se habrían quietado las chusmas en seis meses” (Sarmiento. Carta a Mitre, 18.11.1862.) Doña Victorica Romero de Peñaloza es llevada encadenada a San Juan y obligada a barrer la plaza. Luego serian confiscados todos sus bienes.

"Necesitamos entrar por la fuerza en la nación, la guerra si es necesario" (año 1861). "Los sublevados serán todos ahorcados, oficiales y soldados, en cualquier numero que sean" (año 1868). "Es preciso emplear el terror para triunfar. Debe darse muerte a todos los prisioneros y a todos los enemigos. Todos los medios de obrar son buenos y deben emplearse sin vacilación alguna, imitando a los jacobinos de la época de Robespierre" "A los que no reconozcan a Paz debiera mandarlos ahorcar y no fusilar o degollar. Este es el medio de imponer en los ánimos mayor idea de la autoridad" (año 1865). “Sandes ha marchado a San Luis... Si va, déjelo ir. Si mata gente, cállense la boca. Son animales bípedos de tan perversa condición que no sé qué se obtenga con tratarlos mejor”. (Carta de Sarmiento a Mitre, marzo de 1862.)

El prestigioso caudillo sanjuanino Nazario Benavídez fue gobernador de San Juan. Por ley de 1855 no podía ser reelecto y apoyó la candidatura de Manuel José Gómez, respetado vecino quedando el con la comandancia del ejército. Su ministro liberal Saturnino Laspiur, apoyado de través de Sarmiento por los liberales de Buenos Aires derroca al gobernador Gómez y encarcela a Benavidez. “La Tribuna” y “El nacional” (redactado por Sarmiento) instigan la eliminación del “tirano” y simulando una fuga es asesinado en la cárcel. La crónica de Victorica da cuenta que “El general Benavidez medio muerto fue enseguida arrastrado con sus grillos y casi desnudo precipitado desde los altos del Cabildo a la balaustrada de la plaza donde algunos oficiales se complacieron en teñir sus espadas con su sangre atravesando repetidas veces el cadáver, profanándolo, hasta escupirle y pisotearlo”. Sarmiento dirá “es acción santa sobre un notorio malvado. !Dios sea loado" (El Nacional, 23/10/1858).

"Córteles la cabeza y déjelas de muestra en el camino" (Carta a Arredondo, 12/4/1873). "Si el coronel Sandes mata gente (en las provincias) cállense la boca. Son animales bípedos de tan perversa condición (esos provincianos que defienden sus autonomías) que no se que se obtenga nada con tratarlos mejor" (Informe a Mitre, 1863). El fusilamiento en masa de un batallón correntino: "brillante conducta". A los sublevados entrerrianos en 1868. "Proceda a diezmarlos, pasando por las armas a los que le toque en suerte". El degüello de Santa Coloma : "acto de que gusté" (año 1852). Asesinato del gobernador Virasoro que él instigó desde Buenos Aires: "San Juan tenia derecho a deshacerse de su tirano" (año 1860). Aprobó el asesinato en masa en Villamayor el 2/2/1856 y como presidente ofreció $100.000 por la cabeza de López Jordán y entre las cabezas valuadas a 1.000 patacones estaba la de José Hernández, que acababa de publicar el "Martín Fierro". (Ver el poema completo )

"Tengo odio a la barbarie popular... La chusma y el pueblo gaucho nos es hostil... Mientras haya un chiripá no habrá ciudadanos, ¿son acaso las masas la única fuente de poder y legitimidad?. El poncho, el chiripá y el rancho son de origen salvaje y forman una división entre la ciudad culta y el pueblo, haciendo que los cristianos se degraden... Usted tendrá la gloria de establecer en toda la República el poder de la clase culta aniquilando el levantamiento de las masas". (En Buenos Aires, 1853; Carta a Mitre del 24 de Septiembre 1861; en EEUU., 1865)


Expedición "pacificadora" del ejército de Buenos Aires

Mitre y Sarmiento utilizan en la matanza a un grupo de orientales: Sandes, Arredondo, Paunero, Rivas, Conesa y Venancio Flores, que ganó el mote de “degollador de Cañada de Gomez” donde hizo pasar por las armas a cuatrocientos vencidos, entre oficiales, suboficiales y soldados. Y esta matanza no era el producto del desborde o “excesos” de horda de delincuentes, sino parte de un plan dirigido a “uniformar el interior”, como lo demuestran los partes de batalla, como el de Sandes después de Aguaditas (11 de marzo de 1862) donde dice “Entre los prisioneros se encuentran el sargento Cicerón Quiroga, capitán don Policarpo Lucero, ayudante mayor don Carmelo Rojas, Tenientes don Ambrosio Medina, don Ignacio Bilbao, don Juan N. Vallejo y alféreces don Ramón Gutiérrez y don Juan de Dios Videla. Todos ellos han sido pasados por las armas, según orden de V.E.”

Tratando de disimular lo evidente, Mitre le dice a Urquiza: “Aunque yo ni ninguno de los míos haya promovido ni aprobado de antemano la revolución de San Juan…yo me hago un deber en proclamar justa y santa esa revolución” pero Sarmiento lo deschaba en el Senado de la Nación: “En el caso de Virasoro, y debo explicarlo con justicia a mis compatriotas, estaba mezclado todo el partido liberal” (Se refería al depuesto gobernador de San Juan, asesinado con su hijo en brazos.) El partido liberal eran los descendientes de
Rivadavia, “el partido de los principios, de las luces, de la Gente decente”

A esto llamó Mitre “Expedición pacificadora del ejército de Buenos Aires”, y declarará alborozado en la Legislatura “La mayoría de las provincias hermanas han uniformado su política con la de Buenos Aires”.

Elizalde. Ministro de R.E. de Mitre, opinara ante Lamas sobre “el degollador de Cañada de Gómez: ”El general Flores había prestado la República los servicios más distinguidos que le colocaban en la altura del más notable de sus conciudadanos (…) y rodearlo de las consideraciones que la República le debía y que el Gobierno se habría honrado en tributarle” (Elizalde a Lamas. 13 de mayo de 1863)(AGM.t1.p47o)


“Hombre funesto para tres Repúblicas”

José Hernández en 1874 compartía el editorial de “La Patria”con Soto desde donde anuncia:

"Redacción: La ausencia de nuestro amigo el Sr. Soto, nos coloca por algunos días al frente de la redacción de La Patria y los emplearemos en hacer fuego contra la sombría personalidad de Dn. Bartolomé Mitre, que en el delirio de sus ambiciones pretende todavía imponerse por medio de la fuerza y encadenar a su voluntad el porvenir de los pueblos argentinos. J. H."

Desde “La Patria”, Jose Hernández publica varios artículos referidos a Mitre: “De presidente a revolucionario, de revolucionario a pirata”; “Males sobre males”; “Los dos fundadores de la nacionalidad argentina”; “La administración Mitre”. En este último describe: "Ahogó en sangre las resistencias de la Patria, para prepararse el camino de la Alianza, que debía dar por resultado la devastación del Paraguay.

“En esta sección americana, Mitre ha sido un cometa de sangre, un flagelo devastador, un elemento de corrupción y de desquicio y dan testimonio de su existencia los huérfanos, las viudas y los inválidos."

(Ver
Los "voluntarios de la guerra del Paraguay y Polémica Mitre-Alberdi por la misma guerra.


Los negocios de a guerra

Si bien la guerra fue una calamidad económica para el Paraguay y los Aliados, muchos hicieron ”negocios” con la guerra, sobre todo argentinos y brasileros.

Urquiza vendió a buen precio treinta mil caballos al ejército brasilero, y se convirtió en proveedor del ejército. (Ver
Urquiza y La defección de Urquiza.) ...Pero no fue el único.

“Lanús, socio del Presidente Mitre, es proveedor general del ejercito” (Natalicio Talavera. “Crónica de la guerra”. Campamento de de Paso Pacú. 27-10.1866. El semanario N° 653. AGM.t.II.p.281)

Lanús Hnos, regenteada por Anacarsis Lanús, fueron unos de los que levantaron fortunas fabulosas con la guerra, bajo la protección de Mitre.

Carlos D´Amico, gobernador de Buenos Aires, publicó en 1890 en México un libro denunciando que durante la administración de Mitre “sus empleados han llevado el abuso hasta la más escandalosa exageración”...”se robaban hasta las cajas de cirugía del ejercito”, y aunque suponía que Mitre “no participaba en manera alguna de aquella arrebatiña”, admitió que la moral “empezó a bajar cuando los proveedores cuyas fortunas insolentes se habían hecho a la sombra de Mitre, le regalaron a éste la casa en que hoy está la opulenta imprenta del La Nación”.

La “donación” fue formalizada por escritura del 23 de enero de 1869 ante el escribano José Victoriano Cabral. En representación de los “donantes” actuó el Dr. Angel María Méndez y los señores Juan José Méndez y Mauricio Pennano, quienes adujeron como razón del homenaje, que la actuación de Mitre en el gobierno permitió “a los hombres industriosos dar impulso a sus trabajos y vuelo a sus operaciones” .

El “homenaje” por cierto, no se había demorado demasiado, pues se escrituró apenas tres meses después de que Mitre dejara el gobierno.

Su sucesor en el gobierno, el presidente Sarmiento, en carta privada a su corresponsal en Chile, Mariano E. de Sarratea, le decía:

“...su casa fue negociada por agentes y obtenida la suscripción de los proveedores que mediante despilfarro de la rentas han ganado millones, como Lezica, Lanús, Galván, que al fin costearon casi en su totalidad...” y agregaba: “Mitre sabe que con un poco de insistencia con amaños conocidos, con muchos hombres que le deben o la impunidad o la fortuna mal adquirida todo se puede conseguir...” (Sarmiento a Sarratea. Buenso Aires 17 de marzo de 1869. Archivo de la familia Sarratea Prats. Feliz nieeto del Río. “Como recordaba Sarmiento a Chile”. El Mercurio. Artículo en la edición especial del centenario. Valparaíso. 12 de septiembre de 1927. AGM.t-II.p.283)

Los brasileros acusaban a los argentinos por la prolongación de la guerra para proseguir con sus “negocios”.

Durante la interpelación al gobierno en la Cámara de Diputados de la Argentina, hecha en 1868, el diputado José Mármol expresó: “Desde el principio de la guerra una mala inteligencia a una debilidad de parte de nuestro gobierno ha hecho que el tratado de la Triple Alianza no se cumpla y que por eso no se concluya la guerra. Es que hay una política y una voluntad decidida por la prolongación de la guerra” (Sesión del 1° de junio de 1868)

El doctor Teodosio González lo dice mas clarito: “se levantaron durante la contienda las grandes fortunas argentinas…vendiendo a la proveeduría brasilera sus vacas, caballos, ovejas y harina, por cinco veces su valor...” (Teodosio Gonzáles. Infortunios del Paraguay.p.30. AGM.t.II.p.284)

Detrás de los ejércitos llegaron al Paraguay una serie de “comerciantes oportunistas”, (por llamarlos de alguna forma suave), entre los que se encontraba el ex ministro de Relaciones Exteriores de Mitre, y uno de los artífices del Tratado de la Triple Alianza: Rufino de Elizalde. Ya no ocupaba ningún cargo durante el gobierno de Sarmiento, y la razón de su traslado a Asunción se deduce de la correspondencia enviada a Mitre, y reproducida en el tomo V del Archivo del General Mitre:

“He tratado de mis asuntos y espero conseguir algo importante” le informaba el 7 de marzo al ex jefe de los ejércitos aliados; “Está arreglado el principal de los negocios a que vine” le informaba el día 11, y el 16 le indicaba “aún no he arreglado mis otros asuntos”. En las cartas del 24 y 31 de marzo repetía frases prometedoras: “Mis negocios van muy bien”. ((Elizalde a Mitre. Archivo Mitre, t.V.p.213-27. AGM.tII.285)

El escándalo de los negocios comenzó a levantar polvareda y fue muy comentado en Buenos Aires. El diario “La Época”, vocero del partido radical de Hipólito Irigoyen comentaba:

“Durante la guerra del Paraguay nuestros soldados morían de hambre en las esteros, mientras afortunados proveedores, gentes de altas influencias amasaban millones. Aquellos abusos llegaron a tan escandaloso grado, que un enérgico movimiento de opinión exigió se investigasen las turbias proveedurías. Pero un providencial incendio consumió los archivos de cuentas de la guerra del Paraguay. Las llamas cancelaron toda deuda y borraron los restos de todo delito. El incendio salvo muchos nombres y muchas reputaciones, purificando muchas biografías.”

Al mismo tiempo que la opinión pública condenaba a “las turbias proveedurías”, en Buenos Aires se constituía una Sociedad Anónima, integrada por el general Mitre y los señores Anacarsis Lanús, Cándido Galván, Ambrosio Lezica, Rufino de Elizalde y otros, para dedicarse a al actividad periodística.

La sociedad se hizo cargo de “La Nación Argentina”, que el antiguo secretario de Mitre José María Gutiérrez había fundado el 17 de septiembre de 1962 para preparar a la opinión pública para la guerra del Paraguay. La nueva sociedad le suprimió la palabra “Argentina”, por lo que quedó solamente el nombre de “La Nación”. En el Editorial, el propio mitre explicaba el cambio:

“El nombre de este diario es substitución del que lo ha precedido: “La Nación” reemplazando a “La Nación Argentina” basta para marcar una transición, cerrar una época y señalar los nuevos horizontes del futuro. “La Nación Argentina” era un puesto de combate; “La Nación” será una tribuna de doctrina...” (Editorial de La Nación. Año 1, n°1. Buenos Aires, 4 de enero de 1879) (AGM.t.II.p.286)

Con este cambio, y la quema de los archivos, no quedaba nada por esconder.



Los apodos de Mitre

“Don Bartolo”: “Militar, escritor, gobernante/ larga serie de triunfos evoca/ y por si esto no fuera bastante/ nos tradujo el poema de Dante/ y se puso de acuerdo con Roca”. (Caras y Cretas, 1900)

“Don Basilio”: farsa satírica “peregrinación de la Luz del Día” (de
Juan Bautista Alberdi ). “Don Basilio es poeta, historiador, y traduce libros italianos. Se ocupa de todas las libertades de este mundo, menos de las libertades del suyo. Es también un mazzinista, un garibaldino acérrimo, pero vive de negrero al servicio de los dos únicos países que mantienen la esclavitud en su territorio. Don Basilio se sirve del odio, de la mentira, del asesinato, del robo para hacer el bien y la felicidad de los demás; y en su boca la calumnia es calumnia de civilización y progreso” (Alberdi 1878)

“Don Buenaventura” (En la novela “La Gran Aldea”, de Lucio V. Mansilla) “Pocos hombres tienen más libros más que él, los versos no son su fuerte, pero sí los discursos, las proclamas; aquel discurso contra los ministros de Urquiza cuando les ofrecía echar las fuerzas de los ministerios a cañonazos” “Después de dos revoluciones chingadas, Don Buenaventura pontifica de lejos en el diario más grande de América”

“Grumete” (Carlos Saavedra Lamas)

“Hombre funesto para tres Repúblicas” Asi lo nombra José Hernández a Mitre cuando se dirige a Martínez Fontes. Curuzú Cuatiá 1868 El Diario de Paraná, 10 de noviembre de 1934. (AGM.t.I.p.371)

“Zonzo” Dalmacio Vélez Sársfield, al comentar la “Historia de Belgrano” como la Historia de un zonzo contada por otro zonzo.

“El farsante general”. Urquiza. “el farsante general en jefe, cuya impericia se había puesto de manifiesto desde el primer momento” (comentando la batalla de Cepeda)

“Tísico”. Urquiza, refiriéndose a Mitre: “Al Tísico le ha salido el tiro por la culata, y después del Pocito hasta lástima daba verlo tan pobre cosa” (Misterios de San José, Juan Coronado).

“Divus Bartolus”: Así aludido por el Ministro de Instrucción Pública de Roca, Osvaldo Magnasco, al cumplirse el “jubileo” de ochenta años: “Después de la ceremonia de su deificación tendremos que llamarlo como a los emperadores romanos “Divus Bartolus”. La humorada fue considerada una blasfemia por los mistristas y le costaría el puesto al ministro. (Osvaldo Magnasco al celebrar los 80 años de Mitre).


Bibliografía:

* (JMR) Rosa, José Maria : Historia Argentina.
* (AGM) García Mellid, Atilio . Proceso a los falsificadores de la historia del Paraguay. Teoría.
* (AGNA) Archivo general de la Nacion Argentina.
* (M.R.E.P.) Ministerio de Relaciones Exteriores del Paraguay.
* (ANA) Anchivo Nacional de Asunción.
* Julio Chiavenatto, José : “Genocidio Americano, A guerra do Paraguai.-Sao Paulo
* Saldías, Adolfo . Historia de la Confederación Argentina.
* D´Amico. Carlos . Bs.As., sus hombres su naturaleza, sus costumbres. México 1890
* Galasso, Norberto . De la banca Baring al FMI
* Sulé, Jorge: “Los heterodoxos del 80”
* Alcibíades Lappas: “La masonería Argentina a través de sus hombres”.(Bs.As.1966)


Otras fuentes:

* Revista del Museo Histórico Sarmiento
* Revista de la Biblioteca Nacional
* D.F. Sarmiento, "La Tribuna", El Nacional”
* Peña, Milcíades, "La era de Mitre".
* Pandá Cológeras, J. . “Formaçao histórica do Brasil.
* Rivera Astengo, Agustín : “Juarez Celman”.
* Coronado, Misterios de San José.
* Carlos Pereira. Francisco Solano López, y la guerra del Paraguay.



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