4 DE JUNIO - LA OTRA CARA DE "LA VUELTA DE OBLIGADO"

4 DE JUNIO DE 1846 - Victoria Argentina de El Quebracho

 

El General Mansilla, en la inexpugnable altura de El Quebracho, a legua y media al norte del convento de San Lorenzo espera a la ya maltrecha escuadra anglo-francesa que venía bajando el Paraná, repitiéndose en cada recodo, desde la  vuelta de Obligado, en noviembre, el implacable castigo de un pueblo altivo.

Habían esperado casi un mes el viento norte que les permitiese pasar rápido ante los temidos gauchos.  -Viva la soberana independencia nacional-  fue el grito de Mansilla para iniciar el cañoneo.

Dos mercantes se hundieron, otros cuatro se debieron incendiar para que no caigan en manos argentinas, los Vapores de guerra Harpy y Gorgon seriamente dañados. Los bajas enemigas, que solo contaron los militares, fueron 60 muertos, un solo muerto argentino, y dos heridos. (Uno de ellos, nuevamente, el bravo Thorne, el sordo de Obligado).

Corría el año 1846, hacía algo más de seis meses que la escuadra anglofrancesa había pasado por la Vuelta de Obligado.  La expedición, cuya rentabilidad se daba por segura, había fracasado. Corrientes, empobrecida por tantos años de guerra,  no había resultado un buen mercado. Tampoco Paraguay, ya que su líder, Carlos Antonio López, no se dejaba engañar con  promesas de libre comercio y exigía, antes de cualquier acuerdo comercial, el reconocimiento de la independencia  paraguaya por parte de los interventores. Nada se consiguió entonces, gran parte de los buques mercantes que remontaron el Paraná, protegidos por varios de guerra, volvían tan llenos como habían salido de Montevideo hacía ya varios meses. A la realidad del total fracaso comercial se unía la oscura perspectiva del regreso. La ida había sido dura, acechada la flota en todo lugar oportuno (Acevedo, San Lorenzo, Tonelero, etc.) por la artillería volante, primero al mando de Thorne, luego, una vez restablecido de las heridas de Obligado, Mansilla ocupó su lugar de jefe de la defensa del río. Por lo tanto, la vuelta del convoy no se presentaba como una travesía agradable.

El día 4 de junio de 1846, alrededor de medio año después de la Vuelta de Obligado, en la angostura o punta del Quebracho,
esperaba Mansilla a la flota intrusa. Contaba con 17 cañones, defendidos por 600 infantes, 150 carabineros, además de algunos hombres de Patricios. En el centro, se instalaron dos baterías y algunas fuerzas de infantería, al mando se hallaba Thorne. Mientras, en el otro extremo se ubico el batallón Santa Coloma, al mando de este jefe.

Cuando los buques de guerra estuvieron a tiro, Mansilla dio la orden de fuego, antes gritó: ¡Viva la soberana independencia argentina!. Los cañones patrios se mostraron inaccesibles para la artillería enemiga dada la altura a la que estaban emplazados. El caos se apoderó de las embarcaciones, en su tentativa de huir algunas vararon y sufrieron duramente el fuego criollo. El capitán inglés Hotham confesará al informar sobre las bajas del Quebracho: -Los buques han sufrido mucho-. Escapar con la mayor velocidad posible se convirtió en el único objetivo de las escuadras combinadas de las dos mayores potencias de la época.

Visto desde hoy hechos como los del Quebracho nos llenan de orgullo, refuerzan nuestro honor de ser argentinos. En el Quebracho, como en Obligado, como en Malvinas, es donde los argentinos demostraron que el acta firmada en Tucumán en 1816 fue verdaderamente el acta de la Independencia. Acciones como estas son simplemente INDEPENDENCIA EN ACCIÓN. Eso es ciertamente la lucha por la SOBERANÍA NACIONAL.

 

Distribuído por el Ing. Fernando M. Fluguerto Martí