A
propósito del Día de la Hispanidad se constata que los ibéricos
están ausentes de nuestro imaginario colectivo. A Pedro de Valdivia
-el auténtico Padre de la Patria- se le visualiza como "extranjero"
e "invasor". El aplauso es para Lautaro. No se
capta que somos un pueblo engendrado por la mixtura de
conquistadores -jóvenes y exogámicos- con muchachas aborígenes.
Se evita usar el término "mestizo" por juzgarlo
peyorativo.
El fenómeno origina negarse a asumir, como sábana fundacional de
la chilenidad, la amalgana. Esquiva la convicción que somos, "hijos
de la mezcla". Ello supone la ignorancia respecto a nuestros
ancestros peninsulares que son lapidados por la leyenda negra
fundada por el P. Bartolomé de las Casas. La ausencia de orgullo
por ese abolengo genera la autoestima deficitaria cristalizada en la
frase "La raza es la mala" y en la idolatría por
lo foráneo.
Centro de Estudios Chilenos CEDECH -- Tercera Linea