BUSH SÓLO OBEDECE ÓRDENES DE ISRAEL Y EL VERDADERO PRESIDENTE DE EEUU ES OLMERT

EL LOBBY JUDÍO OMNIPRESENTE

Fuente: www.iarnoticias.com

Si nos atenemos estrictamente a lo que formula el pensador de Izquierda, James Petras, hasta ahora los estadounidenses votaron por la persona equivocada y vivieron bajo la bandera equivocada: Bush no es Bush, es Olmert, la bandera de EEUU no es la de 50 estrellas sino la bandera con la estrella de David, y las decisiones del Imperio capitalista norteamericano no se toman en Washington sino en Tel Aviv.

En uno de sus últimos artículos, traducido por el periódico Rebelión, titulado "El grupo de Baker frente al lobby judío" , Petras señala que "Las posibilidades de un cambio en la dirección de la política de Estados Unidos en Oriente Próximo son extremadamente improbables. La razón es el creciente poder del lobby judío en el Congreso, la masiva campaña de propaganda sionista en todos los medios de comunicación, el hecho de que Olmert lleve a Bush ‘agarrado por la nariz, como un buey’ y una gran cantidad de actividades relacionadas con ello".

Refiriéndose a la política de Medio Oriente, Petras señala que "Olmert manejó a su antojo, con éxito, al presidente Bush – como una vez se vanaglorió el ex primer ministro Sharon. Tras el encuentro con Olmert, Bush se hizo eco de la voz de su amo y pidió al mundo que se uniera para aislar a Irán hasta que “abandonara sus ambiciones nucleares"…
En conclusión, afirma Petras, "El resultado final es que el Congreso no retirará o reducirá las tropas estadounidenses ni el fondo de guerra para la guerra de Iraq. Con la ayuda de McCain y Clinton, Liebermann, Reid y Hoyer, Bush presionará para que le concedan más tropas en busca de un baño total de sangre en Bagdad".

"El Grupo de Estudio de Iraq de Baker, sitiado por sioncons y sionlibs, será incapaz de saber qué hacer con el problema de la violencia israelí contra los palestinos o de entablar un diálogo con Siria e Irán sobre cualquier tema más que en los términos más limitados y poco prometedores", señala.
Petras (uno de los poquísimos que hablan de un lobby judío de derecha y un lobby de izquierda) afirma que "Ehud Olmert, primer ministro de Israel, impuso firmemente la línea de partido para la Conferencia de Presidentes de las Principales Organizaciones Judías Estadounidenses (CPMAJO, en sus siglas en inglés) y los grupos pro Israel afines durante su visita a Washington el 13 de noviembre en la que expresó su apoyo categórico a la política de la guerra de Iraq de Bush y su estrategia de confrontación con Irán".

"Olmert consiguió que Bush se comprometiera a adoptar una postura incompatible con las propuestas de Baker de reunirse con Irán: una estrategia de aislamiento, sanciones y amenazas militares es claramente incompatible con cualquier diálogo abierto y significativo, para qué hablar de una cooperación de Irán y Siria para estabilizar Iraq. Sin embargo, como Olmert afirma explícitamente, sigue la línea de los ‘intereses estratégicos’ de Israel de extender su poder y dominación en Oriente Próximo debilitando o destruyendo a sus adversarios, dice Petras.

Luego el analista señala la complicidad simulada de los demócratas con el lobby diciendo que "Nada expresa mejor el poder del lobby judío sobre la política estadounidense que el cobarde silencio de destacados demócratas ante esta flagrante intervención de un dirigente extranjero en la política interna estadounidense: el congresista demócrata Pelosi se tragó el sapo en silencio. Los únicos críticos de los congresistas se quejaron del ‘partidismo’ de Olmert -tomando partido por Bush, aceptando táccitamente que Olmert estaba vulnerando la soberanía estadounidense, un principio ampliamente aceptado por los cincuenta senadores y congresistas judíos y sus numerosos seguidores gentiles del ámbito prosionista".
"Lo que enoja a los demócratas es que Olmert pusiera en evidencia su servilismo respecto a Israel. Aunque echaban sapos y culebras de la política belicista de Bush, no se atrevieron siquiera a convocar una rueda de prensa para criticar a Olmert, por temor a distanciarse de los millonarios pro Israel que suministran el 65% de los fondos del Partido Demócrata", agrega.

"El hecho de que Olmert interviniera tan abiertamente en la política estadounidense y Bush siguiera tan dócilmente no debería sorprender a los observadores de las relaciones entre Estados Unidos e Israel. Además, que los demócratas expresen ‘sorpresa’ o disgusto es el colmo de la hipocresía, ya que saben por experiencia propia que el Estado israelí, a través de su lobby que lo representa, interviene a diario en cualquier política que tenga que ver con Oriente Próximo. El AIPAC [3] se jacta incluso de escribir la legislación y de obtener amplias mayorías de congresistas y de su estrecha ‘coordinación’ (léase subordinación) con el régimen israelí para sincronizar sus operaciones políticas", afirma Petras.

Según el analista, "La postura de Olmert a favor de la guerra en Iraq, Irán y Siria fue precedida de una nunca vista campaña de propaganda en todos los principales medios de comunicación por parte de todos los principales ideólogos sioncon/sionlib: artículos, textos de opinión y editoriales invadieron las páginas de Wall Street Journal, Foreign Policy, Washington Post, New York Times, New Yorker y Christian Science Monitor (hay que aclarar que los medios que cita Petras, en realidad están embarcados en la campaña para el retiro de Irak, ya que son propagandistas de los demócratas en la guerra interna por el control del a Casa Blanca que mantienen con Bush).

Refiriéndose a uno de los voceros periodísticos mas calificados del lobby sionista de derecha, Petras dice que "El Wall Street Journal atacó de forma contundente en un editorial al grupo de Baker, antes incluso de que éste publicara ningún reportaje, y respaldó la postura de Israel respecto a la guerra contra Irán, su apoyo a continuar la guerra en Iraq y la generalizada limpieza étnica de palestinos".

Para Petras, "Los israelíes tienen conocimiento interno de la Casa Blanca y acceso a ella, y han logrado imponer a la presidencia sus políticas de confrontación. Además, han animado al presidente a “continuar y perseverar” en su política de guerra, aún cuando la mayoría del electorado estadounidense, de los pueblos y naciones del mundo, e incluso algunos de sus consejeros estén en contra de ‘su trayectoria’. Los israelíes les han consentido a los fundamentalistas cristianos de Bush la creencia de que ‘al final la gente acabará siguiéndolo’ en sus engaños mesiánicos, aún cuando todas las pruebas sean de lo contrario".

"El inquebrantable poder del lobby judío expresado en el apoyo de la Casa Blanca a un ataque sorpresa israelí a Irán es tal que Bush no sólo ignora los consejos de la secretaria de Estado Rice, sino que descarta las fatídicas consecuencias: una contundente respuesta militar iraní contra las fuerzas de ocupación estadounidenses en Iraq que tendría como resultado miles de muertos, trastornos petrolíferos y políticos generalizados en todo Oriente Próximo, la desestabilización de los Estados del Golfo y un aumento del precio del petróleo", agrega.

Citando ejemplos, Petras describe que "El director ejecutivo sioncon del Instituto Judío para los Asuntos de Seguridad Nacional (israelíes) (JINSA, en sus siglas en inglés), Thomas Neumann, sintetizó el sin precedentes control sionista sobre la Casa Blanca: “El gobierno era hoy más fuerte en relación a Israel que ningún otro gobierno [del que yo haya sido testigo] en mi vida”, (JTA, 14 de noviembre de 2006)".

"El lobby judío ha erigido una ‘barrera de fuego’ ante cualquier acercamiento de Estados Unidos a Irán, en particular, cualquier iniciativa en la dirección de las del Grupo de Estudio de Iraq de Baker", señala Petras. Y agrega: junto con el apoyo de la Casa blanca, Israel ha conseguido movilizar su aparato político (el lobby judío) en Estados Unidos para dirigir la financiación de la campaña política hacia la elección de defensores incondicionales de Israel. Los directores de finanzas de la campaña demócrata, el congresista israeloestadounidense Rahm Emmanuel y el defensor del ‘Primero Israel’ el senador Charles Schumer, fueron respaldados por un multimillonario fondo para sobornos de Wall Street (como informaban el Time, Newsweek y el Wall Street Journal)".

Ampliando su concepto de "quien manda" en el Imperio, Petras afirma que "En noviembre de este año (2006), tras una visita a Oriente Próximo el primer ministro británico Blair hizo una declaración política llamando al diálogo y las negociaciones para un acuerdo de paz total en Oriente Próximo que incluyera a todas las partes interesadas, especialmente Siria e Irán. El régimen israelí rechazó inmediatamente la propuesta. ‘El lobby’ se hizo eco de la política de sus patronos y posteriormente la Casa Blanca y el Congreso siguieron su ejemplo".

Para Petras, "El lobby estadounidense judío, a las órdenes y al mando del Estado israelí a la vez, viene dirigiendo una campaña intensiva, a gran escala y parcialmente exitosa, de demonización de Irán y Siria, para que Estados Unidos obtenga de la ONU el voto de sanciones económicas".
"John Bolton, el clonado embajador en la ONU, fue el que más empujó al ataque militar sobre Irán. Para la agenda de AIPAC, una guerra contra Irán es una prioridad absoluta. Llevan tres años todos sus órganos exhortando a financiar y respaldar a los candidatos partidarios de la “solución militar” israelí al programa iraní de enriquecimiento del uranio; véanse al respecto los comunicados de prensa de los presidentes de las mayores organizaciones judías estadounidenses, los PMAJO", sostiene el pensador.

En definitiva, concluye Petras, "El grupo de Baker, a pesar de la situación internacional ventajosa y el apoyo interior muy amplio, se enfrenta con el enorme poder y la oposición del lobby judío, en su tentativa para abrir nuevas perspectivas en la política medio oriental de Estados Unidos. Cada detalle tendrá que pasar por el escrutinio de un ejército de lobbistas decididos a favor de “Primero Israel”, los miembros dóciles de los que dispone en el Congreso y en su buró director, y tendrá que encarar la hostilidad de miembros del ejecutivo, entre los cuales el propio George W. Bush, alineados junto al Estado judío".

"El Grupo de Estudio de Iraq de Baker propone una vía alternativa para defender y extender el imperio estadounidense. Más específicamente, el grupo busca “estabilizar” a Iraq para abrir Oriente Próximo a los inversores financieros estadounidenses y a las compañías petroleras. Esta estrategia tiene sus límites en el bloque formidable que dirige el lobby judío con influencia de largo alcance en los medios, el Congreso, el Senado, y los dirigentes de las comisiones, especialmente en el partido demócrata", afirma Petras.