EL PERIODISMO CARAPINTADA

por Marcos Ghio

Centros de Estudios Evoliano  -   www.geocities.com/Athens/Troy/1856/

 

Herederos de la mentalidad derrotista del 14 de junio de 1982, la que luego repitieron en sucesivas rendiciones al régimen imperante, algunos exponentes del movimiento carapintada, que fuera creado por los tristemente célebres y sucesivamente rendidos Rico y Seineldin,  hoy excluidos definitivamente de las lides militares, se han dedicado a profesiones menos riesgosas como la política y el periodismo con algunos resultados que no han sido más exitosos que los de sus rebeliones  militares.

 

El ex teniente coronel carapintada Santiago Alonso, en el periódico Patria Argentina que actualmente dirige, tiempo atrás realizó una interpretación muy curiosa de los hechos acontecidos el 11-9. Según él, además de otras circunstancias que le habían llamado la atención, le resultaba sumamente sospechoso del mismo que los “suicidas” que lo ejecutaron pertenecieran a un nivel social elevado, en contacto permanente con los logros tecnológicos y consumistas de la sociedad norteamericana, lo que según él hacía poco probable que hubiesen decidido realizar una acción semejante al estar viviendo en un mundo que satisfacía la totalidad de sus necesidades de consumo. Recuerdo que en tal circunstancia nosotros le replicamos al aludido ex militar que estaba efectuando una interpretación economicista de los hechos. La cual por otra parte continúa sosteniendo pues en números recientes nos acaba de decir que ratifica todo lo que manifestó en esa oportunidad corrigiendo tan sólo el título de esa nota: “Los dejaron hacer” por el más categórico de “Lo hicieron ellos”, es decir los norteamericanos, sin aclararnos por lo demás como éstos consiguieron que hubiese personas que resolvieran “suicidarse” por su causa o si en cambio nadie se "suicidó" y todo fue manejado por computadoras tal como sostienen algunos aun más delirantes admiradores ocultos de esta era cibernética y de videojuegos

Le hicimos notar en ese entonces al aludido ex militar convertido ahora en periodista que su interpretación de los acontecimientos era de corte determinista y moderna, no muy diferente de la que podrían haber hecho Carlos Marx y Lenin para los cuales el ser humano era producido por su medio y en el mismo era la circunstancia económica, representada por la mayor o menor posesión de bienes, el factor determinante principal de las acciones. Pero que hasta nos parecía todavía más extrema que la de aquellos pues éstos, a pesar de su adhesión a tal fatalismo, hacían aun un distingo entre la pertenencia a una determinada clase y la conciencia respecto de la misma, por lo cual les resultaba factible considerar que en vía excepcional un burgués por una situación de convicciones pudiese en algún momento entrar en conflicto con los intereses de la clase a la que pertenecía y entonces invalidar así en su caso la interpretación de un determinismo extremo en la toma de decisiones, el que en cambio Alonso asumía en manera por demás dogmática y categórica negando cualquier mínima libertad en el hombre. Fue risueña la respuesta que nos diera el aludido en una nota posterior de su periódico, la que ya sólo por su título resume su espíritu limitado y que recomendamos leer si la consiguen para todos aquellos que quieran encontrar una explicación respecto del por qué ese medio amenaza con cerrar por razones económicas. La misma se titulaba “A propósito de un mal bicho”(Marzo de 2002), el que éramos por supuesto nosotros en tanto que nos habíamos atrevido a debatir con él o al menos a invitarlo a hacer tal cosa que él podía realizar plenamente en tanto tenía y aun tiene a su alcance un medio gráfico. Su actitud de entonces quizás podía interpretarse como un recuerdo tardío de su vida de cuartel, pasándole como si se topara con un subordinado irreverente que le discutía una orden.

Pero lamentablemente lo sucedido en ese entonces es lo habitual en el medio que se define a sí mismo como nacionalista en la República Argentina para el cual, especialmente si ello acontece en el contexto  de militares, aunque no sólo en tal caso siempre, el debate es una cosa totalmente excluida y las personas que osan discutir ciertas “verdades” indubitables se hacen pasibles de los anatemas más categóricos, siendo el de Alonso apenas uno de los más leves que hemos recibido de parte de tal sector cada vez que nos atrevimos a objetar sus puntos de vista. Y quizás sea esto especialmente lo que nos permita explicar alguna de las causas de su estrepitoso fracaso en la Argentina.

Al respecto y como una extensión de tal estilo, ya no estrictamente periodístico, sino volcado especialmente a la actividad política recuerdo que en otra circunstancia al también ex capitán carapintada Gustavo Breide Obeid le eché en cara que me parecía al menos inoportuno de su parte que se presentara como candidato a presidente en el 2003 tras haber fracasado como militar luego de haberse rendido de una manera por demás humillante en 1990 después de que unas horas antes hubiese tomado por asalto el edificio del Libertador y me preguntaba también si su tan intempestiva rendición de entonces no era coherente con su otra rendición actual de presentarse a elecciones, tal como hiciera años antes otro compañero suyo rendido fundador de su movimiento, el ex coronel Aldo Rico. En los dos casos el "nacionalismo" se rendía a la partidocracia de la cual participaba.

Fue risueña y del mismo estilo de Alonso la respuesta personal que me dirigiera por mail el ex capitán. Allí me decía casi textualmente que si en el edificio del Libertador quienes lo reprimieron hubieran sido el suscripto “acompañado de otros izquierdistas” con seguridad que no se hubiera rendido. Lo cual por sentido contrario significaba, más allá de su tono provocativo, el reconocimiento de que los militares contra los cuales él se enfrentaba y que defendían entonces al gobierno de Menem no eran sus enemigos y que por lo tanto decidió no hacerles frente, aunque queda siempre el interrogante de saber entonces para qué se sublevó, en tanto que sabía anticipadamente que no íbamos a estar allí los “izquierdistas” para atacarlo y si entonces ello no fue acaso, tal como muchos sospecharon con fundamento, una acción efectuada para consolidar a ese mismo gobierno contra el cual se decía combatir.

Pero estos hechos relatados relativos a unas experiencias personales considero que cuadran perfectamente y son coherentes con la totalidad del espíritu de tal movimiento cuyo origen hay que rastrear en lo que fuera nuestra gesta de Malvinas y sus dos fechas esenciales y contradictorias, el 2 de abril de 1982 y el 14 de junio del mismo año. En una nota anterior hemos hecho notar lo antagónico de ambos acontecimientos pues, mientras que en el primero se resaltaba el heroísmo y la disposición a luchar hasta el final en contra de Gran Bretaña, en el segundo, sucedido luego del lavado de cerebro ocasionado tras la visita papal en donde se privilegiaba en cambio la vida, se manifestaba que, en tanto se había descubierto que las armas que tenían los ingleses eran superiores a las que se pensaba, pues habían sido provistas por los norteamericanos, era conveniente rendirse cuanto antes y no arriesgar inútilmente el pellejo que al parecer era el bien más preciado que se tenía.

Tales cambios abruptos de situación que expresaron una cierta dosis de ciclotimia y contradicción en la toma de decisiones se vivirían luego con las sucesivas rebeliones carapintadas que tuviera el país entre los años 1987 y 1990 en las cuales sus dos líderes, Rico y Seineldín, luego de haber lanzado movimientos militares que despertaron varias expectativas en importantes sectores de la población, en especial los de este último, en todos los casos sucumbieron a las pocas horas de haberse iniciado acudiendo a rendiciones de lo más humillantes e inexplicables.

Pero lo más indignante de todo fue cuando tales exponentes, luego de haber efectuado dichas acciones, se lanzaron abiertamente a la arena política. El primero de ellos fue cuando constituyó un partido en cuya plataforma exaltaba un pretendido “nacionalismo de amparo” que “interactuara en el mundo Uno”, es decir en el mundo que hoy dirigen los Estados Unidos e Inglaterra, los mismos poderes contra los cuales se luchó el 2 de abril. En esto Rico manifestaba una diferencia interesante con Seineldín pues mientras que éste llamaba a votarlo a Menem en tanto que lo consideraba “un argentino que piensa patrióticamente”*, Rico en cambio desdeñaba de sus “relaciones carnales” con el poder norteamericano y sugería, tal como Chávez hace ahora, la “interacción” con el mismo para hacerse respetar como un igual. Esto es lo que explica también que varios carapintadas en sus primeros momentos tuvieron un apoyo explícito hacia la figura de Chávez, como el caso del ex prefecto Sagastizábal y también algunos intelectuales afines como el del ya finado ex montonero Ceresole quien en algún momento fue asesor directo del venezolano. Esta diversidad de táctica fue lo que explicó las diferencias entre los movimientos de Rico y Seineldín, pero las mismas eran meramente secundarias y no hacían a lo esencial de querer formar parte del poder moderno. Los dos en el fondo querían “interactuar en el mundo Uno”, pero discrepaban respecto de la manera como hacerlo. La suerte de ambos fue también dispar. Mientras que Rico, quizás desencantado con la política que se había propuesto, o más bien muy encantado con la misma, rifó su movimiento a cambio de un dinero que le entregó el rival peronista de Menem, Duhalde, Seineldín no logró que el primero lo ascendiera a general y comandante en jefe, posiblemente porque aquel ya no lo necesitaba más y entonces se sublevó con los resultados por todos conocidos. El ostracismo al que se condenó luego, tras todos los fracasos padecidos y tras habérselo solicitado especialmente el suscripto en una carta abierta como un último acto de dignidad a fin de no seguir despertando falsas expectativas en los ilusos de siempre, es el mejor aporte que le puede haber hecho al país. Lamentablemente su segundo, el aludido Breide Obeid, no siguió enseguida con su ejemplo y se lanzó a la palestra política con los resultados imaginables, aunque no sin haber colaborado él también con la consolidación del sistema democrático si bien con aportes verdaderamente insignificantes debido a las profundas diferencias existentes entre su figura y la de su líder hoy afortunadamente retirado.

Pero si bien la política carapintada ha ya desaparecido con los últimos estertores antes mentados, no ha pasado todavía lo mismo con su periodismo el cual continúa aun, aunque afortunadamente con recursos sumamente limitados, a resaltarnos el mismo espíritu que produjeran el 14 de junio el que, tal como hiciéramos notar, expresa una admiración casi mística hacia el poder de fuego del enemigo anglo-norteamericano, cuyas armas y capacidad bélica serían tan poderosas e invencibles que lo único que podemos hacer a su respecto es describirlo y ni locos pretender hacerle frente cometiendo quizás una nueva “locura” como en el fondo tendría que pensarse que fue el 2 de abril.

El periódico de Alonso, como también un libro de otro ex vicecomodoro carapintada, Horacio Ricciardelli, editado hace unos cuatro años, se encargan de describirnos con lujo de detalles las grandes capacidades de tal poder. Resulta ser que por supuesto sería inconcebible y ofendería el honor de las armas argentinas que se rindieron ante un enemigo de incalculables recursos que hubiese podido aparecer alguien que nos mostrara que se trata en cambio de un tigre de papel al que con cuchillitos de plástico se le puedan destruir objetivos tan esenciales como las Torres de Manhattan, el Pentágono y por poco también la Casa Blanca. La explicación que nos suelen dar, amparados en varios best sellers promovidos por importantes editoriales del primer mundo, es que todo tiene que haber sido un “montaje” especialmente pergeñado por éstos para encontrar justificativos a fin de dominar al mundo entero, incluso la Argentina respecto de la cual al parecer a tal poder no le habría sido suficiente contar con tal dirigencia genuflexa en un sentido u otro, sino que además ha tenido necesidad de producirle los atentados de la Embajada de Israel y de la AMIA. En este último caso, salvo la intrascendente condena a unos ex gobernantes del régimen de Irán que hoy no están más en el poder por haber perdido las elecciones, lo único que se habría logrado es que la Argentina no envíe más tropas al Medio Oriente, ni siquiera a Afganistán, una nación en la cual hay 37 países en “misión pacificadora”. A la vista de los hechos objetivos, si éste ha sido el resultado principal obtenido, habría que explicar también por qué tal poder buscó no hacernos entrar más en tales contiendas. Así como debería explicarnos también por qué se produjo en Madrid un atentado que hizo salir de Irak a uno de los pocos aliados en tal guerra, etc. etc. Pero lo más insólito resulta comprobar que Alonso, lo mismo que Ricciarelli en su libro, aunque no sabemos si ahora sigue opinando igual, continúe diciéndonos que el movimiento talibán y Al Qaeda que combaten heroicamente en Irak, Afganistán y otros países en contra de Norteamérica, es decir el fundamentalismo islámico, incluyendo también a Khomeini, Hezbollah y Hamas, serían un producto de los mismos EEUU o de Inglaterra, los cuales evidentemente a la luz de los últimos acontecimientos querrían el resultado que están padeciendo en tales países, quizás por un extraño masoquismo o por una curiosa dialéctica que hace escribir la historia con renglones torcidos. Al respecto no podemos dejar de recordar una famosa interpretación de un carapintada luego de haberse rendido en su última sublevación. “Perdimos, pero cumplimos con la voluntad de Dios que quería la victoria de nuestro adversario. Pero en el fondo la nuestra ha sido la victoria verdadera consistente en haberla comprendido; en cambio ellos son los que verdaderamente han perdido porque no llegado a conocerla nunca”. Aquí es exactamente el mismo razonamiento. Si los talibanes y Al Qaeda son una creación de los norteamericanos y a éstos les está yendo mal en Afganistán e Irak, entonces ellos quieren perder la guerra o también quieren ganarla perdiéndola, tal como en la paradoja del carapintada rendido.

Aunque dudamos seriamente de que sea Bush como EEUU, o el gobierno británico compartan tales puntos de vista y desarrollen el mismo espíritu de resignación de nuestros periodistas carapintadas que trasladan a la prensa la frustración ocasionada por sus sucesivas rendiciones gestadas a partir de un infausto 14 de junio.

Pero los montajes que nos descubre Alonso son realmente sorprendentes e interminables. Resulta ser que EEUU habría gestado también la rebelión de Khomeini en contra del Sha de Irán, lo cual rompe indudablemente con todos los esquemas así como con el más elemental sentido común. También habría querido terminar con Nasser, a pesar de que éste fuera el “enemigo” adecuado para Israel con sus inofensivas guerras de seis días. Quizás la clave para comprender la historia sea según Alonso considerar que toda vez que en la misma haya un movimiento exitoso entonces éste sería obra de los EEUU o del “poder mundial”, el que se convertiría en una especie de Jehová que todo lo puede y mueve hasta a sus aparentes adversarios como Satanás, que es un diablo malo pero a su servicio, así como lo sería Al Qaeda para Bush. Nada de lo que pasa, ni aun el más insignificante de los hechos escaparía de sus designios. Así pues nos acaba de relatar también que el rompehielos Irízar en realidad no se accidentó, sino que fue víctima de un atentado, del mismo modo que habría sido también un agente encubierto el capitán Tarapow quien habría pretendido “suicidarse” para distraer la atención respecto de la realidad del hecho, pero que al final habría renunciado a hacerlo una vez que fracasara la acción al no hundirse el barco. Y la remata en forma casi amenazante: “¡Que a nadie se le ocurra convertirlo en un héroe!”. Claro,  porque escapa del espíritu asumido el 14 de junio y anticipado justamente por un capitán de barco hundido, el crucero General Belgrano, quien ‘patrióticamente’ salvó su pellejo.

Pero tenemos entendido que Alonso acaba de tener un severo inconveniente en tanto que ha recibido un telegrama de protesta y simultáneo agradecimiento de parte del ministro ruso Putin y de su par chino Hin Tiao. El mismo dice aproximadamente lo siguiente: “Agradecemos no habernos incluido en la lista de montajes efectuados por el poder mundial, pero protestamos por haberle adjudicado a Bush y a sus amigos la invención del fundamentalismo islámico. Hemos sido nosotros los que lo hemos hecho. Gracias a que ellos nos hicieron atentados en Chechenia y en la provincia de Uighur en China, nosotros hemos podido producir la Convergencia de Shangai y unir así nuestras fuerzas con esa excusa para hacer frente a la OTAN y a los EEUU. Sin el fundamentalismo jamás hubiéramos encontrado una razón justificativa para aliarnos. Por favor efectúe esta necesaria corrección en su periódico a fin de que por la no difusión de tal verdad no se vea obligado a cerrar en lo sucesivo por falta de lectores”.

Nos preguntamos, más allá de tal advertencia. ¿No habrá llegado la hora de que también se llame a silencio el periodismo carapintada?

 

* Esta admiración de Seineldín por Menem, motorizada a su vez por varios sectores de la Iglesia católica, se vincula a la admiración secreta o no tanto que el primero manifestó siempre hacia los EEUU, a uno de cuyos promotores ideológicos, Lyndon Larrouche él siempre ha promovido en la Argentina. Recordemos que este político del partido demócrata norteamericano, tal como hemos hecho notar en otra oportunidad, es un propulsor abierto de la democracia y de la Constitución norteamericana, así como de la modernidad, repudiando en cambio la influencia inglesa, a la que llega a acusar de fascista. A Chávez, justamente por haberse planteado confrontar con Norteamérica en el seno del mundo uno para compartir un liderazgo, lo ha acusado de agente británico. Estas son pues las diferencias de “principios” existentes en el seno del movimiento carapintada entre sus pregoneros Rico y Seineldín.