Estimado Romero: 

En tanto su página se ha convertido en un foro de opinión de pensamiento alternativo, quisiera continuar aquí con mi debate suscitado tiempo atrás con Adrián Salbuchi, relativo a las notas que éste suele publicar, esperando que esta vez no se escude como antes en susceptibilidades y se avenga a contestarnos sin imitarlo, posiblemente sin quererlo, al actual matrimonio presidencial de quien él habitualmente se queja por no recibir respuesta alguna ante sus planteamientos. Decimos esto porque no queremos creer que no lo haga esta vez por haber editado un reportaje en una página transnacional cuatrilingüe en tanto que ésta es apenas una criolla y sin la resonancia ni los sostenes de aquella, por lo que con esta seguridad pasaremos a efectuar nuestra réplica al aludido artículo, esperando que no vuelva a interpretarlo como antes como una cuestión de carácter personal. Lo que nos mueve a debatir aquí son sus ideas y no su persona.

 

RÉPLICA AL RECIENTE REPORTAJE A SALBUCHI DE LA RED VOLTAIRE 

por Marcos Ghio



Salbuchi nos acaba de editar un reportaje, relativo a los atentados de Buenos Aires de 1990 y 1994, en la Red Voltaire, página web que, como bien sabemos es dirigida por quien es simultáneamente dirigente del partido Radical francés y de la Liga de lucha en contra el nazismo, Thierry Meyssan, y que como tal cumple adecuadamente con su funcionalidad respecto de tal ideología denunciando expresamente a lo que ha sido definido por Bush y por Obama como el ‘fascismo islámico’, esto es principalmente la red Al Qaeda y el movimiento talibán, acusándolos de lo peor de todo, es decir de actuar como agentes de los mismos EEUU y de Israel. Recordemos al respecto que, según la red Voltaire, tal como ha hecho notar recientemente nuestro colega Preziosi, los talibanes estarían demostrando su condición de funcionales al estarle ganando ‘un poco’ la guerra a los norteamericanos para justificar así que se queden en el Asia Central (1). Es decir que, de acuerdo al mismo, la funcionalidad al Imperio se estaría manifestando en el hecho de no dejarse ganar la guerra pues paradojalmente de esta manera conseguirían que los EEUU sigan estando en tal región que es en última instancia su objetivo último. Por lo que, según la curiosa ley inaugurada por el Sr. Meyssan en sus distintos escritos, sea de éste como de sus colaboradores, ‘se gana perdiendo y se pierde ganando’. Y esto se podría estar aplicando a todas las acciones que hoy está emprendiendo el fundamentalismo, las que, en la medida que resultan gananciosas, en el fondo estarían favoreciendo a los yanquis y a lo israelitas, en los distintos territorios en donde los combaten. Los argumentos dialécticos de Meyssan conducen pues con otro lenguaje a las mismas conclusiones de los derrotistas. No hay que hacerle frente al enemigo pues éste es tan poderoso que aun lo que lo perjudica es en el fondo lo que más lo favorece.

El planteo de Salbuchi respecto a los atentados acontecidos en nuestro país contra la Embajada de Israel en 1990 y contra el edificio de la AMIA en 1994 no es muy diferente de los análisis efectuados por dicha red izquierdista (2) respecto de temas similares acontecidos en otras partes, tales como los atentados del 11S, 11M y otros. Serían para ellos todos montajes efectuados por los mismos judíos para justificar una serie de tropelías y represiones por el mundo entero. Pero ello, tal como hemos mostrado en otras partes, a pesar de pretender desde un plano muy superficial atacar al poder sionista está obteniendo el efecto contrario al estar cubriéndolo de un manto de omnipotencia que es lo que más lo favorece.

Yendo ahora al análisis de su reportaje digamos que más allá de todos los detalles discutibles que nos aporta respecto de la invalidez de las pruebas presentadas en el juicio por el atentado de la AMIA, así como las irregularidades cometidas en las dos investigaciones, lo cual sería un tema muy largo para discutir aquí, vayamos al punto principal que a nosotros nos interesa que es el argumento que nos da el autor para explicarnos las razones sucesivas que habría tenido el sector judío más extremista, el que se encuentra gobernando actualmente en Israel, para cometer ambos hechos. 

Vayamos aquí puntualmente a los argumentos que nos alega y luego brindaremos nuestro punto de vista.

Según Salbuchi el atentado se habría hecho porque en esa misma época “en Israel, el Partido Laborista tenía claramente mayor popularidad y poder, especialmente cuando el general Yitzhak Rabin ganó las elecciones a primer ministro en junio de 1992. Rabin parecía estar intentando honestamente (sic) llegar a algún acuerdo mutuo con los palestinos, lo que habría requerido la detención y el desmantelamiento de buena parte de los asentamientos ilegales establecidos por la ultra-derecha fundamentalista fanática de sionistas nazis que sostienen que cualquier persona que ceda siquiera un centímetro de "sagrada tierra de Israel", es un traidor.

Rabin y su grupo de trabajo trató de seguir adelante con el proceso de paz y, en septiembre de 1993, lo vimos a Rabin, aunque a regañadientes, estrecharle la mano a Yasser Arafat bajo la mirada atenta de Bill Clinton en los jardines de la Casa Blanca. Seguidamente, Rabín llegó a principios de acuerdo con Siria para lograr la paz definitiva sobre las Alturas del Golán, y también con Jordania. Rabin permitió que Arafat regresara a Palestina tras 27 años de exilio, lo cual tuvo lugar a principios de julio de 1994.”

Ante tal hecho nos agrega S. fue que los sectores judíos ortodoxos de derecha reaccionaron con mucha vehemencia y efectuaron una serie de acciones, entre ellas el mismo asesinato de Rabin y la famosa masacre de la mezquita efectuada por el colono Goldstein. Dentro de tal contexto, para evitar que se consumara el proceso de paz, es que los ortodoxos habrían hecho los atentados a fin de boicotearlo y convertirlo así en imposible en lo sucesivo al atribuírselo al fundamentalismo islámico y generar en el seno de la sociedad israelí una actitud de repudio hacia los palestinos.

Nos agrega también Salbuchi que la conducción de la Amia estaba en ese entonces a cargo del sector progresista y que se hizo el atentado en Buenos Aires “porque las operaciones de terror son relativamente más fáciles de llevar a cabo contra objetivos en la Argentina”.

Al respecto habría que acotar aquí lo incompleto y parcial que resulta tal análisis. En primer lugar habría que decir también que en 1992 no solamente los laboristas controlaban el poder en Israel, sino que Arafat y el grupo laico Al Fatah, de orientación nasserista-peronista, ideología ésta compartida por el Sr. Salbuchi, era el hegemónico entre la comunidad palestina. Hoy, luego del fracaso del plan de paz, no sólo el fundamentalismo judío se ha hecho del poder en Israel, sino que el campo palestino se encuentra hegemonizado por un grupo de similar orientación llamado Hamas. Es de recordar al respecto que en ese entonces cuando tal grupo comenzaba a tener eco en el seno de su comunidad, ante el fracaso de la postura dialoguista con Israel, que varias personas, especialmente del campo de Fatah, decían que el mismo había sido organizado por este país para dividir a los palestinos e impedir el proceso de paz. Es decir se utilizaba entonces el mismo argumento que hoy se usa respecto de los talibanes y Al Qaeda, que son los sectores fundamentalistas más radicales y que en la misma Gaza están amenazando ahora la misma hegemonía de Hamas. Lo que queremos decir con esto es que no solamente el fundamentalismo judío estaba en contra del proceso de paz, sino que lo estaba entonces también el fundamentalismo islámico en aquella época representado por Hamas. A diferencia de Fatah los sectores fundamentalistas consideran que no hay proceso de paz posible con Israel en tanto que dicho Estado es ilegítimo. Ahora bien, es posible pensar al respecto que sea el fundamentalismo judío como el islámico hubiesen coincidido desde polos opuestos en oponerse a un mismo proceso de paz con argumentos dispares. Y que a ambos les hubiese convenido que una serie sucesiva de atentados lo terminasen minando. Por lo cual no tiene por qué inferirse que necesariamente haya sido el judío el único interesado en la consumación de los atentados de Buenos Aires ni tampoco se le puede adjudicar necesariamente a éste su autoría. Pasa exactamente igual con los hechos acontecidos el 11S. Que a los halcones norteamericanos les pudiesen haber convenido unos atentados que ayudasen a radicalizar la situación en el Oriente en contraposición con la paz que buscaban las palomas, no tiene por qué significar que hayan sido ellos mismos los ejecutores por más ‘pruebas’ que se quieran presentar en todos los casos, las que bien sabemos pueden admitir una multiplicidad de interpretaciones e incluso hasta contrapuestas (3). Hasta se podría llegar a aceptar que estos sectores puedan haber incluso apoyado a los grupos fundamentalistas, tal como Israel posiblemente lo hiciera con Hamas en detrimento del grupo secular Fatah, pero esto fue indudablemente un error grave cometido por tal sector. No hace mucho el diario israelí Jerusalén Post, refiriéndose a la situación de Gaza, hoy en manos de Hamas, y ante la aparición en tal región de un sector más combativo y ligado a Al Qaeda, decía que no había que volver a cometer el mismo error de promover a un grupo más radicalizado en detrimento de otro que estaba en el poder pues los resultados iban a ser mucho peores. Y en esto demostraba tener mucha razón. Si la guerra contra los árabes secularizados antes duraban 6 días, las desarrolladas contra Hamas en Gaza y Hezbollah en Líbano duraron meses y su resultado al menos no fue una victoria. ¿Qué sucedería si el movimiento palestino ingresara a la experiencia kamikaze de la mano de Al Qaeda y de los talibanes? Ésta era la lógica preocupación manifestada por el periódico.

Por lo cual depende del punto de vista en que nos situemos. Si lo que queremos es la ‘paz’ y el mantenimiento del statu quo en el Medio Oriente, y que todo se resuelva simplemente desmantelando colonias judías en territorios palestinos, entonces los atentados fueron una cosa mala y es posible que hayan estado tristes los sectores que quieren mantener el orden actual y contentos en cambio con los mismos ambos fundamentalismos, el judío y el islámico. Ahora bien, si lo que se desea es el Califato que pasa por la supresión del Estado de Israel al que se reputa como una anomalía en dicho territorio, entonces tales acciones tuvieron un sentido positivo al lograr quebrar ese proceso que en cambio Salbuchi indudablemente reivindica y que por ello escribe en donde escribe.

Pero en ningún caso se puede adjudicar a uno ser agente del otro, sino que simplemente decir que las acciones han sido concurrentes en cuanto a los resultados. Cuando el régimen nazi dictó las leyes de Nüremberg con la intencionalidad de que los judíos abandonasen el suelo europeo, el movimiento sionista lo respaldó tácitamente. Pero esto no tenía por qué significar ni que Hitler fuese un agente del mismo ni que los campos de concentración, tomados hoy como excusa para constituir el Estado de Israel, hayan sido creados con esa finalidad.

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(1) Un planteo similar al de tal red es el efectuado por el ex menemista Walter Graziano en sus obras Hitler ganó la guerra y Matrix. Según el mismo Al Qaeda estaría en Irak a fin de asegurar que EEUU tenga excusas para quedarse allí. Eso sería lo mismo que decir que gracias a Hitler sea tal país como Rusia pudieron invadir Europa.

(2) Es extraño que a nadie le haya llamado la atención que entre los columnistas de nuestro país que suelen escribir en la página de tal red se encuentren varios asiduos colaboradores de Página 12, tales como el ex montonero Gelman entre otros. Recordemos que tal medio es propiedad del representante sudamericano del Centro Simón Wiesenthal. Lo cual es perfectamente coherente con la orientación ideológica de quien dirige tal página. 

(3) Salbuchi nos vuelve a hablar de la famosa prueba del pasaporte de Atta hallado intacto entre los escombros de las torres y lo compara con el nº del motor de la Traffic encontrado también intacto y que permitiera dar con el famoso vendedor de autos Telleldin. Pero eso puede admitir muchas interpretaciones, no sólo la que nos da el aludido para justificar la existencia de un montaje. Por ejemplo que como no se tenían pruebas, aunque sí certezas, se buscó fabricar una en contra de los grupos islamistas proiraníes. Pero que la prueba haya sido falsa no los convierte para nada en inocentes. Porque puede haber sucedido que no dejaron pruebas como para que se los imputara. O también puede haber sido porque se quería que se sostuviese la hipótesis montajista. Que fueron los mismos judíos los que lo hicieron porque el fundamentalismo no tiene la capacidad de vulnerarlos. Esto tiene analogía con lo que hemos hecho notar recientemente con la guerra de Gaza. A Israel le interesa más aparecer como implacable y efectivo antes que humanitario y bueno. Por tal razón insiste en decirnos que los misiles de Hamas sólo le produjeron en dos años 11 muertos.