TRAS LA RESACA

por Cesáreo Jarabo Jordán   -   Pensamiento Hispánico

 

Todos los sistemas utilizan el deporte de masas para atontecer a sus gobernados; eso no es novedad. Ya los emperadores romanos utilizaban el circo como adormecedora. Esa medida ha sido utilizada siempre, sí, y personalmente recuerdo las extraordinarias demostraciones sindicales del primero de Mayo, allá en los primeros años setenta.

El asunto es profundamente conocido por las mentes pensantes del sistema, hasta el extremo de haber convertido el deporte, y en concreto el balompié, instrumento muy principal de su actuación, hasta el extremo que éste, el deporte, ocupa los principales lugares de la información que debe ser suministrada al pueblo; para darse cuenta no hay más que tener el suficiente estómago para asomarse a los informativos de prensa, radio y televisión.

Pero ha sido en las últimas semanas, y más concretamente en los dos últimos días, cuando personalmente me he implicado (aunque parezca mentira favorablemente), a la charlotada.

El motivo no es otro que, en esta ocasión, la charlotada, el engaño, puede servir para despertar algo que nunca debió dormirse: el espíritu patriótico; el descubrir España por parte de los españoles.

España se ha cubierto de banderas nacionales; ¡alabado sea Dios! El motivo es lo de menos. España ha vibrado; la gente, parece, se ha dado cuenta que es española, y hemos podido escuchar con alegría: ¡Soy español, español, español!; y hemos escuchado ¡Viva España!, y ¡Arriba España!, sin que las ratas se hayan atrevido a escupir su cochambre. Sí, he disfrutado... Pero, ¿ahora qué?

Ahora, la Salgado tiene la desfachatez de aseverar que la victoria de la selección española marca el final de la crisis. Yo espero francamente que el esperpento tenga, por una vez, razón. Pero si acaso llega a tenerla, será muy a su pesar; si acaso llega a tener razón en la aseveración, será porque el pueblo español ha encontrado algo que ella y el sistema al que sirve combaten y ha combatido de manera frenética: España. Pero España en su totalidad, no en la circunstancia alienante del deporte espectáculo, sino en la integridad total, social, cultural, histórica de nuestro ser.

Esos miles de banderas flameando no deben ser arrumbadas en los armarios; esos miles de banderas nacionales deben permanecer en la calle, testarudas, hasta conseguir, nuevamente que el pueblo español se sienta orgulloso de serlo; hasta que el pueblo español arrumbe a la sentina de la historia a quienes hoy se están tragando la bilis por ver flamear las banderas nacionales y largan discursos de circunstancia mientras continúan oprimiendo al pueblo español.

Esas ratas están intentando miserablemente llevar el agua a su molino; esas ratas llevan más de cuarenta y ocho horas, de manera frenética, intentando identificar la bandera nacional con un equipo de fútbol; con unas personas cuyo único fin es entretener al personal; cuarenta y ocho horas presentando la bandera nacional como comparsa de su espectáculo.

Ya está bien. Prosigamos con la bandera, con España. La circunstancia de la victoria futbolera ya ha pasado. Ahora tenemos por delante lo importante; aprovechemos la circunstancia; no arrumbemos las banderas a los armarios; a la calle, a la conquista de la Libertad y de la Justicia para España. A acabar con la crisis, económica, social, moral y humana en la que éstas ratas nos tienen sumidos.

Adelante, por España.