SALVADOR ALLENDE,  EL "SHILENO" MÁS GRANDE

por A. de M.

 

Después del programa “Grandes Chilenos” (Miércoles 27 de Agosto, 2008) de “Televisión Nacional” de Chile, algunos puntos han sido esclarecidos para nosotros, sombríos habitantes de esta tierra, en este año de gracia de 2008.

¡Salvador Allende, “gran chileno de nuestra historia”!

Luego de la retrospectiva, ahora comprendemos que Allende fue un reformador de su época. Ha sido precedido por otros grandes reformadores de su tiempo como Zoroastro, Cristo, Buda y Mohamed… Sí, en la misma línea de los grandes visionarios, de los grandes profetas que han elevado a los hombres y cuyos mensajes han atravesado el tiempo, se encuentra el compañero Allende.

Sí, puesto que tras el capítulo sobre Allende emitido por la estación nacional, éste se proyecta no sólo como una figura de la Historia de Chile del siglo XX, sino que va mucho más allá, ascendido a las esferas suprahistóricas. Es una figura que se ensalza en la siempre majadera “universalidad” (como si alguien en Europa, África o Asia, supiera realmente quien fue este personaje o qué hizo). De acuerdo a la visión entregada por el programa, todo lo beneficioso, lo generoso y productivo, comienza en Chile con el gobierno de Allende, inundándonos con la tozudez una y otra vez, una y otra vez del “pueblo shileno”, de los “trabajadores shilenos” y demases, junto con asertos de pobladores y testigos que hablan de Allende como si este fuese un iluminado, un visionario, un excelso ser... ¡Oh! ¿Cómo nunca nos dimos cuenta de lo magnánimo, de lo extraordinario de este marxista? ¿Cómo no zapatear una cueca en nombre del compañero Allende y de sus grandes logros? ¿Cómo no arrodillarnos y persignarnos en su estatua a pasos de la Moneda?

¿Cómo es posible que el Vaticano no haya canonizado a San Salvador?

¿Cómo es posible que los antropólogos no lo hayan declarado un nuevo referente para la humanidad, una nueva etapa en la larguísima cadena evolutiva: homo shilensis allendis?

Y nosotros, chilenos inconscientes, ¿cómo es que no hemos erguido, en cada esquina de la Alameda, en cada plaza, en cada parque de cada pueblo y ciudad de Chile, un monumento a Salvador Allende Gossens? ¿Cómo no lo hemos declarado, sin votación alguna (¿para qué?), como el más grande de todos los shilenos, de una vez por todas, el grandísimo, el único, para siempre? Puesto que en realidad, ¿quién lo puede superar, quien lo podría incluso equiparar en su altruista y grandiosa visión? Recordemos que Allende buscaba -con un bosque de banderas rojas con la hoz y el martillo- la instalación del socialismo a la shilena y que todo, ABSOLUTAMENTE TODO, lo hizo por el pueblo shileno.

Allende, en una de sus últimas frases, dijo: sigan ustedes sabiendo que, mucho más temprano que tarde, de nuevo se abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre, para construir una sociedad mejor.

Pero las grandes alamedas no se abrieron, ni se abrirán. Y el hombre libre que debía pasar es en verdad un esclavo, un condenado que a la primera, rapiñe y engulle y sonríe porque es shileno, es vivaracho.

Como es un hecho que otro Allende no habrá más en Chile, quizás habría que emplear la ciencia y la tecnología más sofisticada y clonarlo para retomar el glorioso sendero interrumpido en 1973. Así se cumplirían todas, absolutamente todas las metas del socialismo a la shilena y tendríamos no sólo un Salvador Allende, sino todos los que quisiéramos en serie, ad infinitum

Lo más llamativo es el simbolismo del nombre de Salvador Allende: el “salvador de allá” fue en realidad, el “condenador de acá”.