ESTADOS UNIDOS, UN GOBIERNO AL SERVICIO DEL SIONISMO

Fuente: Agencia Prensa Latina - México

La administración norteamericana ha propiciado que neoconservadores sionistas, vinculados con el derechista partido Likud de Israel, hayan escalado y copado las altas esferas del poder político en Estados Unidos.

Nombres como los de Paul Wolfowitz, Irving Lewis Libby, Elliot Abrams, Douglas Feith, Marc Grossman y Michael Shertoff se han erigido en los abanderados del diseño de una política extremista, marcadamente militarista.

Sin embargo, su aparición en la escena política norteamericana no es un hecho imprevisto. Los ideólogos sionistas de la administración Bush labraron su camino a los centros de poder norteamericano paso a paso.

Algunos se iniciaron en la década de los años 70 como consejeros de reaccionarios congresistas de derecha y otros en niveles inferiores del Pentágono y el Departamento de Estado.

Desde entonces se caracterizan por ser un grupo ideológicamente cohesionado, con propósitos comunes y colaboración organizativa.

Una vieja unión

Durante la administración Carter, (1976-1980), el congreso norteamericano limitó el apoyo directo de Estados Unidos a las dictaduras militares en América Latina.

Así, a instancias de Estados Unidos, Israel se erigió en el principal suministrador de material de guerra y asesoramiento militar a las dictaduras militares que asolaban esta región.

Por mencionar sólo un ejemplo, se calcula que entre 1972 y 1979 el 81% de las ventas de armamento a El Salvador provinieron de Israel. Dichos suministros se complementaban con el entrenamiento de pilotos y técnicos de aviación salvadoreños.

Se calcula que a lo largo de todo el conflicto salvadoreño, más de 100 asesores sionistas entrenaron a efectivos del ejército de esa nación centroamericana en materia de contrainsurgencia, que luego se traducía en represión y muerte.

Se conoce igualmente que antes del triunfo sandinista de 1979 en Nicaragua, el 98% del total de las importaciones militares de la dictadura somocista provenía de Israel.

Convenios similares se establecen con Honduras y Guatemala. Se calcula que en 1983 el volumen del suministro militar israelí para América Latina alcanzó la cifra de mil millones de dólares.

De igual forma, Israel empleaba un supuesto asesoramiento en materia agrícola y forestal en diversos países de la región para enmascarar su actividad de obtención de información.

Por fin el poder

Desde hacía años oficiales de inteligencia, funcionarios de los departamentos de Estado y Defensa, académicos y periodistas, venían alertando sobre el "asalto sionista" de que era objeto la política estadounidense.

Con la llegada de Bush al poder en el año 2001, los "Ziocons", como comúnmente se les conoce, ascienden a puestos claves dentro de la Administración, convirtiéndose en los ideólogos y propagandistas de una política de enfrentamientos a los países árabes, enemigos de Israel.

En los últimos seis años, han operado de manera abierta y directa, amparados en la protección de un gobierno conservador que ellos mismos ayudaron a conformar y definir políticamente, de acuerdo con sus intereses.

Fueron precisamente Paul Wolfowitz e Irving Lewis Libby los "asesores" de Cheney y Rumsfeld en la conformación de la estrategia político-militar para la invasión a Iraq y la actual cruzada anti-islam, en nombre de una supuesta "democratización" del Medio Oriente.

Otro de los miembros del clan, Douglas Feith, estableció a esos fines la "Oficina de Planificación Especial", que no fue otra cosa que un centro para fabricar las mentiras que justificarían, ante la opinión pública nacional e internacional, la invasión a Iraq.

Actualmente, dicha oficina despliega todo su arsenal de influencias para que Estados Unidos aumente sus presiones sobre Siria e Irán, promoviendo un paquete de sanciones que no excluye la opción militar.

En su intento por dominar la política gubernamental norteamericana, los Ziocons han tratado de controlar o marginar a las instituciones claves del estado norteamericano, incluidos los servicios de inteligencia y los departamentos de Estado y Defensa.

Desde el año 2001, el FBI se ha visto obligado a deportar a cientos de espías israelíes que, de manera incontrolada, han ingresado a Estados Unidos con la intención de insertarse al sistema y renovar el ciclo iniciado por sus predecesores años atrás.

Algunos militares de alto rango han manifestado desagrado porque sus opiniones sobre la actual campaña en Iraq son relegadas a un segundo plano, cuando entran en contradicción con las de funcionarios pro-israelíes que promueven su materialización a toda costa.

Ex funcionarios de la CIA han expresado que la absoluta lealtad del presidente Bush hacia el estado de Israel le ha llevado a ignorar, por considerarlas dudosas, informaciones sobre las actividades encubiertas del Mossad en Estados Unidos, aportadas por fuentes fidedignas.

El procesamiento de Irving Lewis Libby, por revelar la identidad de una agente de la CIA, no es hecho fortuito ni aislado, obra de la iniciativa individual de investigadores y abogados.

Ello es reflejo de la férrea lucha interna que en estos momentos tiene lugar entre los Ziocons y las elites tradicionales de la política norteamericana, que tratan de no ser desplazadas y recuperar esferas de influencia.