Nada quiere saber del poder
Voluntad de suicidio en el PRI

Por: José Luis Ontiveros

Se podrán afirmar innumerables pifias del círculo madracista que mantiene de alguna forma secuestrado al candidato, mas si bien, ello prueba falta de operatividad política y autocrítica, como he señalado, en diversas ocasiones no explica al autismo en que se ha sumergido el antes muy temido Tiranosaurio Rex o partido hegemónico, el PRI.

A los 77 años de existencia, el PRI se encuentra en una crisis de identidad muy semejante al apriísmo peruano, del que la Revolución Mexicana fuera uno de sus orígenes doctrinarios, del Justicialismo argentino o Tercera Posición peronista, y del sandinismo histórico. Todos, movimientos sociales iberoamericanos y antiimperialistas con sus matices.

Dado que la campaña de Madrazo ha tenido que enfrentar una confabulación mediática unida al uso faccioso del poder del Estado a favor del continuismo de la derechona, sería necesario que en estos momentos de decaimiento, surgiera una cohesión mínima para evitar la derrota, que como Roberto Madrazo ha señalado debilitaría o terminaría de desmembrar al PRI, aquí ya no se trata de que 12 gobernadores desairen la convocatoria a la celebración matusalénica priísta, sino a una voluntad fanática de autosupresión.

Los gobernadores y aquellos que esperan su postulación para puestos de elección popular, parecieran olvidar que si López Obrador gana en julio, su universo político se colapsaría, ya que López se propondría antes que nada cumplir con la venganza de aniquilar a su antiguo partido, alentado por Manuel Camacho que se propuso tal fin, desde que fuera el teórico salinista del grupo compacto.

Ya no cabrían dubitaciones respecto a la adhesión a la candidatura ni intrigas contra Madrazo en el interior del PRI, mas no hay día en que no surja algún ejemplo de prematura desbandada, de irritación yoísta, de ambiciones frustradas, de vendettas contra las posibilidades de victoria del PRI

Sobrevendría un proceso de balcanización regionalista del PRI, de feudos políticos aislados y centrífugos, en una escalada entrópica que representaría el final por implosión del PRI, sería una muerte nada gloriosa, semejante a la agonía de Artemio Cruz, una muerte por desmoralización y cobardía. No se caería combatiendo sino luchando por indignos puestos burocráticos, una perestroika de la defección. Eso es lo que está en juego, mas los priístas ya no quieren saber nada del poder, tal es su propensión al suicidio político.