LA TINELLIZACIÓN DE LA TV

extractado del diario Página 12

 

Debe tratarse de un hecho inédito para la historia de la televisión mundial, porque no debe existir otra industria televisiva que base su programación alrededor de un único programa. La pantalla chica de 2010 vivió a la sombra de ShowMatch, convertido ya en un programa obsceno que antepone a cualquier atisbo de criterio artístico, ético y moral su irrefrenable saciedad de rating. Con la cobertura del “gran show”, la creación de Marcelo Tinelli ya ni siquiera trata de ocultar su única pretensión de generar disputas y conflictos entre los participantes de un supuesto concurso de baile, para exponer durante varias horas diarias toda clase de miserias humanas (basta saber que cuando Baila Argentina no funcionó en audiencia, el reality federal fue abandonado a su suerte). Todo con el aval de un maquiavélico Tinelli, que detrás de su cara de sorprendido y desconcertado por lo que ocurre en el programa esconde la mente de quien digita cada cosa que pasa y no pone límite alguno con tal de hipnotizar televidentes.

Este año, el contenido de ShowMatch alimentó casi 24 horas diarias de TV entre sus derivados (Este es el show, Sábado show, Intrusos, Viviana Canosa, Infama, AM, Mañaneras, Demoliendo teles, RSM, etcétera), siendo tema de seguimiento obligado por ciclos periodísticos, de entretenimientos y de chimentos de los diferentes canales de aire privados. Los 30 puntos de rating diarios de ShowMatch hicieron que nadie pudiese –o no quisiese– evitar referirse al programa más visto de la TV desde hace dos décadas. Esa exposición continua de culos y tetas, chistes de mal gusto y discusiones vulgares entre los participantes hicieron que en este 2010 que se va Tinelli cumpliera el sueño de tener un canal propio. Sólo que no tuvo una única frecuencia sino que su “programación” se coló a toda hora en cualquiera de los cuatro canales de aire privados, donde hasta El Trece (Este es el show) y Telefe (Zapping diario) se resignaron e incluyeron en sus grillas diarias programas que se hacen eco de los conflictos televisivos, en una fina separación con los programas de chimentos.

El bombardeo mediático de ShowMatch, entonces, digitó buena parte del consumo televisivo de 2010. Las discusiones de poca monta y mal gusto entre Ricardo Fort, Graciela Alfano, Aníbal Pachano y las hermanas Escudero fueron la comidilla de una industria que se rindió a los pies de un ciclo para el que el baile sirve de excusa para mostrar lo peor de la condición humana. ¡Si hasta hubo dos galas en las que de tanta discusión sin sentido pero cargadas de insultos los participantes no llegaron a bailar! Así, el estudio caliente de ShowMatch se erigió como una suerte de ágora pública para que su fauna disertara sobre el HIV o la violencia de género con la misma liviandad con la que discuten la calificación de un baile, sin considerar que todos ellos –lamentablemente– se convirtieron en modelos sociales a partir de su sobreexposición mediática.