CENTRO EVOLIANO DE AMÉRICA

 

De Videla y Pinochet a Bachelet y Cristina

 

EL VATICANO Y LA ‘PAZ’ CON POLLERAS

 

por Marcos Ghio

 

 

Se cumplen en el día de la fecha los 31 años desde que la Argentina y Chile, estando a punto de hacerse la guerra por la posesión de las islas del Atlántico Sur, resolvieron a último momento y de común acuerdo someterse a una mediación pacificadora dirigida expresamente por el Vaticano.

 

Y digamos al respecto que existe un hecho que por lo sugerente y contrastante debería llamarnos severamente a la reflexión. En 1978 quienes firmaban ese tratado de ‘pacificación’ eran dos conocidos ‘dictadores’, los generales Videla y Pinochet, y hoy en día los que celebran la ‘paz’ obtenida y consumada luego de una negociación de seis años, son dos presidentas mujeres, la chilena Bachelet y la argentina Cristina Kirchner quienes acaban de agradecer especialmente a ‘su santidad’ habernos evitado la guerra. Esta imagen peculiar no es una mera casualidad y representa un hecho realmente providencial que se nos esté señalando a fin de que nos aboquemos a una reflexión, en especial en una época tan obtusa como la actual en donde tal actividad se encuentra prácticamente vedada por voluntad propia en la inmensa mayoría de nuestros compatriotas sea argentinos como chilenos.

 

Digamos primeramente lo siguiente. Aquellos que no quieren incurrir en un pacifismo a ultranza suelen decirnos en el mejor de los casos que, si bien se obtuvo la tan anhelada ‘paz’, el resultado de la mediación papal en tal diferendo limítrofe ha sido finalmente beneficioso para Chile y contrario para la Argentina en tanto que ha sido el primer país el que se quedó con las islas en disputa convirtiéndose de esta manera en la única nación bioceánica de Sudamérica. Sin embargo desde un punto de vista más elevado, es decir no el que resulta relativo a las meras conveniencias políticas o económicas propias de una mentalidad buguesa y conformista, tal como existe en nuestros días, podríamos decir en cambio que ambos países en última instancia salieron perdiendo con semejante mediación. Por supuesto que hay responsabilidades mayores y menores en ambos casos, pero no podemos dejar de decir que el clima que se viviera entonces en la época en que se estaba bajo regímenes militares entre dos naciones a punto de hacerse la guerra era mucho mejor que ahora en pleno régimen civil, burgués y por lo tanto mujeril, es decir en un régimen de paz y democracia como el que vivimos y padecemos en abundancia, en donde en vez de morirse por la patria hoy se muere por el paco, por la violencia callejera o por la profunda estupidez con que nos asfixian a nuestro alrededor.

 

Valdría aquí como objeción principal, a fin de penetrar rápidamente en el tema evitando acudir a mayores recursos retóricos, recordar esas memorables palabras de Nietzsche: “¿Cuál es la meta del hombre? La guerra ¿y la de la mujer? el reposo del guerrero”.

 

Hoy en día en cambio lo que nos rige es la economía, la vida cómoda y mercantil, esto es lo que es propio de las clases inferiores del orden social, tales como la burguesía y el proletariado, para las cuales lo principal es la existencia comprendida como una sensación de bienestar y panza llena, lo cual obviamente se obtiene logrando la paz y evitando los conflictos. Por lo tanto para las mismas la guerra, aunque sea meramente por el honor y la dignidad  y no por una finalidad superior de carácter sagrado y purificador, es una cuestión de molestias e impedimentos para poder llegar a estar saciados en el propio hedonismo, aunque acotemos que ello no es así si en cambio lo fuese para adquirir mayores riquezas materiales en donde en algunos casos las mismas podrían llegar a justificarse por todos los beneficios que podrían traer, llegando incluso a ser de una virulencia sin igual. Agreguemos además que desde un punto de vista sexual (o de género para usar un léxico impuesto ahora por nuestras féminas), la mujer, cuando carece de un hombre que la guíe y al cual pueda admirar y seguir, se convierte también en pregonera de un pacifismo y de un materialismo (de mater= madre) más fastidioso aun que el de las clases burguesas, el que no por ello deja de ser violento cumpliendo así sin proponérselo con la función de castigadora (o represora) de una naturaleza masculina descarriada que ha sido incapaz de cumplir con su función propia.

 

Digamos al respecto que en 1978 la Argentina debió hacerle la guerra a Chile para hacer valer sus derechos a través del respeto de los tratados internacionales. Sin embargo se privilegió la paz con la excusa burguesa de que se trataba de tierras deshabitadas sin mayor valor ni riquezas como para que nuestra burguesía transnacional, generalmente sajona y judaica, pudiese hacer buenas inversiones. Además, para justificar la propia cobardía, se habló de determinadas hermandades que nunca han existido e incluso del carácter católico de las dos naciones, como si acaso la religión tuviese que ser un impedimento para hacer una guerra cuando ésta se hubiese fundado en razones de justicia. En esta perspectiva de claudicación fue clara la acción del Vaticano, tal como luego sucedería años más tarde en el caso de Malvinas; efectuadas en ambos casos para desarmar a nuestra nación y convertirla en una factoría burguesa, tal como es ahora. La guerra hubiera sido beneficiosa también para Chile pues habría despertado sentimientos espirituales hoy también inexistentes en tal país debidamente democratizado y enjuiciado también en sus militares belicistas.

 

No por casualidad la mujer descarriada sin el gobierno de un hombre capaz de hacer la guerra se vuelve violenta en contra del mismo efectuando así en forma inconciente una verdadera acción de castigo hacia sus carencias e ineficacias. De allí que tampoco resulte una casualidad que las principales organizaciones que hoy en día llevan a cabo una lucha virulenta en contra de nuestras Fuerzas Armadas y en pos de los ‘derechos humanos’ sean justamente de carácter mujeril, como las famosas Madres o Abuelas de Plaza de Mayo. Ellas están cumpliendo así, sin proponérselo siquiera, con la sana función de castigar a los militares que se rindieron dos veces al Vaticano: en 1978 cuando resolvieron no hacer la guerra con Chile y en 1982 cuando se rindieron en Malvinas renunciando a combatir hasta el final tal como hubiera correspondido en una guerra que se decidió desencadenar. Por todo lo hecho ha resultado entonces obvio que la mujer, ante tales carencias manifiestas, terminara faltándole el respeto luego al varón que no fue capaz de ocupar adecuadamente su lugar, tal como está sucediendo ahora por lo cual consideramos que no tienen ningún derecho de quejarse, sino simplemente sería necesario que de una buena vez se hagan la sana autocrítica que nunca hicieron tal como hubiese correspondido. (1)

 

Y esto también se hace extensivo a Chile. ¡Qué bien les hubiera venido a nuestros hermanos una guerra en serio! ¿De qué les ha servido este regalo que les hizo la Argentina sin combatir si hoy tales territorios son a su vez regalados a extranjeros como Tomkins, ello justamente porque con la no guerra triunfó la concepción burguesa del país competitivo que ellos comparten también con nosotros? Cuántos sentimientos que hoy están muertos y sepultados en estas tierras se habrían podido despertar de los dos lados con una buena guerra. La presencia de mujeres en los dos gobiernos nos están hermanando en la desgracia por los errores que hemos cometido en el pasado y de lo cual considero yo que nuestro país ha sido el principal responsable.

 

 

(1)   En tren de relatar alguna de las interminables claudicaciones en que han incurrido nuestras Fuerzas Armadas, las que son todas la consecuencia de las anteriormente mencionadas, no podemos menos que señalar otros dos episodios en apariencias diferentes pero obedeciendo todos a un mismo fin indicativo. Viajando hacia el sur pasé por la ciudad de Neuquén frente al regimiento de Montaña el que en otra época ocupaba una superficie muy vasta. Ahora ya no le queda casi más nada de territorios propios pues la burguesía de Easy y Jumbo se ha hecho de casi todo. El pequeño espacio de nuestro aun existente ejército ahora es ocupado por un gran cartel en donde se dice con verdadero orgullo: ‘Fuerzas Armadas trabajando por la paz’. Es decir Fuerzas Armadas inexistentes. Se podría decir en broma que solamente les faltaría ponerse una pollerita, pero esto está hoy resuelto con el alto porcentaje de mujeres que hoy hay en esta fuerza. El otro fenómeno mujeril es el ataque que hoy se desarrolla en contra de la familia desplazando la función de mando del hombre con la excusa de que es un ‘golpeador’ y ‘machista’. Que no se quejen por todas estas consecuencias si se rindieron tantas veces.  Quizás el paso siguiente sea que se los mande a lavar los platos.